Cifras que derrotan el discurso

La dictadura salvadoreña trata a sus habitantes como empleados al servicio de una finca privada. Maneja todo tipo de discursos para mantener a la población en estado de sumisión, combinando amenazas y represión con promesas fantasiosas e inauguraciones irrelevantes, pero espectacularmente presentadas. Por un tiempo, el modelo funcionó como esquema de dominación. Hoy las cosas están cambiando.

Las cifras, los datos, aquellas “pequeñas cosas” que descubren la realidad oculta bajo el relato, van apareciendo. Esos datos destruyen todo discurso triunfalista acerca de una prosperidad inexistente para las grandes mayorías. La élite en el poder es otra cosa, su enriquecimiento obsceno resulta evidente e inocultable

En este esquema, la ciudadanía es tratada como público asistente a un espectáculo permanente, un show continuado del poder que un día inaugura dos puentes, con años de retraso, destinando $2.5 millones para iluminarlos, en una zona que registra el 36% de hogares en pobreza y donde uno de cada diez no tiene acceso a electricidad; otro día anuncia proyectos millonarios, o avanza en privatizaciones con la excusa de la reorganización del sistema hospitalario. La palabra “pueblo” no se la quitan de la boca. Todo dicen hacerlo en su nombre, aunque los beneficios no superen jamás los insultantes círculos del poder.

Un poder incapaz de velar por la felicidad del pueblo, sobre todo porque esa no es, no ha sido, ni será su misión. Llegaron al gobierno para hacerse con el poder, y desde allí arrasar con el Estado, esquilmarlo, despojar todo lo colectivo y social en favor del minúsculo círculo del clan familiar, sus asociados y amigos. Y lo estuvieron cumpliendo con precisión matemática.

Como todo tiene su fin, cuando las luces de las cámaras se apagan y la música del flautista de Hamelín en ropaje presidencial, se silencia, la realidad y la pobreza se imponen. Hoy, hasta quienes votaron por ellos, quienes pedian a gritos “cinco años más”, sufren despidos de puestos públicos, y represión policial o militar si protestan.

La economía se desploma. Las inversiones no llegan; se sigue importando más de lo que se exporta. Lo que se vende al exterior va mayormente a Estados Unidos, y son artículos textiles producidos en maquiladoras. El año pasado el déficit de la balanza comercial salvadoreña fue de más de 8,000 millones de dólares.

Los datos que matan el relato

El mercado interno se deprime ante un consumo menguante. El costo de la vida aumentó por cuarto mes consecutivo, y entre diciembre de 2024 y julio de este año aumentó $24 en la zona rural, pasando de $358 a $382; en el área urbana, aumentó de $492 a $510.

Algunos afirman que la percepción se transforma en realidad, el diario La Prensa Gráfica acaba de publicar en su sitio de noticias una encuesta informal con una pregunta: ¿Ha percibido que los precios de la canasta básica han aumentado? El 85% de respuestas fue afirmativa, el 9% fue negativa y el 3% respondió no saber.

Mientras se agota el fondo de pensiones como resultado del saqueo oficial, se pierden empleos por cierres de empresas. Esta semana se anunció el cierre de la planta textil Joya de Cerén, en el parque industrial American Park, que dejará sin empleo a 1,200 trabajadores, sobre todo mujeres.

La empresa Fruit of the Loom ya notificó a sus trabajadores el cierre definitivo de operaciones en esa planta, que se suma a otros de la empresa: planta Montecristo (Zona Franca Internacional) en 2022; planta Maya (American Park) a inicios de 2023; planta Balsamar (American Park) a finales de 2023.

Únicamente mantendría en funcionamiento dos plantas, reduciendo drásticamente la presencia de una empresa que llegó a El Salvador en los años 90, como parte de la expansión de la industria textil en la región, generando miles de empleos directos en la zona occidental del país.

El cierre plantea interrogantes sobre el futuro de la industria textil en la región. Desmiente a la vez, argumentos oficiales en relación a que la seguridad lograda abriría las puertas a la inversión. No comprenden que sin seguridad jurídica los empresarios no invertirán; en muchos casos abandonarán el país.

Según el Banco Central de Reserva (BCR), en todo el período de gobierno anterior a la usurpación (2019-2024) la producción industrial cayó 6.2% y su aporte al Producto Interno Bruto (PIB) pasó del 16% al 14%. Ahora, el aporte del sector industrial al PIB bajó a 13% en razón de su reducido crecimiento en el primer trimestre de 2025, que fue de 1.7%, una tasa inferior al PIB (2.3%).

Entre 2019 y 2023, el empleo en la industria pasó de 432,906 a 404,598, una disminución de 28,308 personas, según la encuesta de hogares de propósitos múltiples, hoy a cargo de la oficina de censos, bajo responsabilidad del BCR. Por otra parte, y según la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI), en el año 2024 se perdieron 10,000 empleos en el sector industrial.

La deuda descontrolada sigue aumentando y el fondo de pensiones se agota. Según el BCR, entre diciembre de 2024 y julio de 2025, la deuda pública aumentó en $1,427 millones, alcanzando los $33,564 millones. El mayor aumento se dio en julio, por un monto de casi $560 millones. En ocho meses de este año, la aprobación de créditos supera a todo el 2024.

A pesar que en enero de 2023 el gobierno celebró haber saldado un vencimiento de deuda por 800 millones de dólares y atacó en redes sociales a los analistas que habían advertido de un potencial escenario de impago, lo logró con la renegociación de la deuda, que llevó a mayor endeudamiento, y con una reforma de pensiones que desde entonces está despojando de sus ahorros a los trabajadores. Esa deuda ya supera los 10 mil millones de dólares y empieza a ser considerada impagable.

El Salvador no pagará intereses ni capital de la deuda previsional hasta 2027, pero ese año deberá saldar otro vencimiento de la deuda total del país por cerca de 2,035 millones de dólares.

El acuerdo con el FMI alivió un poco las arcas del régimen pero no del pueblo, que ve masivos despidos de empleados públicos, en especial en salud y en educación, pero también en alcaldías, a consecuencia de las exigencias del fondo, la falta de liquidez e intereses políticos.

Esta misma semana al menos 400 trabajadores municipales fueron despedidos de la alcaldía de San Salvador Este, al calor de los procesos de privatización y la intención del partido oficial de colocar personal afin, pensando ya en las elecciones de 2027, según denuncian los mismos trabajadores.

Personal del Cuerpo de Agentes Municipales (CAM) y del área de aseo del distrito de Soyapango fueron notificados de la supresión de sus plazas.

Militares y cómplices

Recientemente, el gobierno decidió de manera arbitraria, inconstitucional e inconsulta saltar todas las barreras que impiden el avance de la doctrina y mentalidad militarista que dominó la vida política del país en el periodo de pre-guerra, asignando la cartera de educación pública a una militar de carrera en activo, y sin ningún tipo de credenciales en materia educativa.

Fue un desafío directo del régimen a una sociedad que perdió miles de vidas en el pasado para lograr restringir la actividad de los militares a los límites de sus cuarteles.

Como ya lo han denunciado hasta el cansancio organismos nacionales e internacionales, la militarización progresiva del país se asentó en el pacto de conveniencia entre el presidente y las fuerzas armadas para, al calor de la llamada “guerra contra las pandillas”, entregar el control de la represión al cuerpo armado.

Rápidamente se pudo ver que el despliegue militar iba mucho más allá de la lucha contra el crimen, convirtiendo a la Fuerza Armada en la guardia pretoriana de la dictadura, en particular del autócrata al mando. 

Con la designación de la nueva ministra se instala una mentalidad retrógrada militar, basada en el autoritarismo que tanto gusta al dictador. Las consignas, las exigencias de vestimenta y aspecto, más propias de un cuartel que de una escuela, señalan las prioridades del régimen y su nuevo títere a cargo de la política educativa.

No importan las escuelas en abandono, el retraso en los niveles educativos, la falta de estímulos a la formación de los educadores, ni las condiciones socio-económicas del alumnado. Se pretende una sociedad que obedezca como militar, sin cuestionar una orden, sin pensar. Un pueblo así educado servirá como adecuada masa manipulable.

Al mismo tiempo la precaria formación académica apunta al país a que aspira la dictadura, mano de obra barata, para ofrecerla como “ventaja comparativa” como solía hacerse a inicios del periodo neoliberal; escasamente educada y altamente obediente, la población será fácil presa de la manipulación, y víctima segura de la explotación con salarios de miseria.

Quienes puedan pagarlo se educarán en las instituciones dedicadas a formar académicamente a las élites. El resto estará condenado a la precariedad educativa que abre paso a una vida de privaciones.

Ese esquema es el que vergonzosamente acaba de avalar un nefasto sindicato y sus despreciables dirigentes, convertidos desde hace años en cómplices abiertos de la dictadura. ANDES 21 de junio supo ser emblema de lucha combativa. Bajo esa bandera, los heroicos maestros y maestras marcharon, lucharon, cayeron, conquistaron y derrotaron en las calles las formas dictatoriales de enseñanza. Cuando las formas pacíficas de lucha resultaron insuficientes, sus dirigentes históricos dieron ejemplo de vida y siguieron enseñando desde otras trincheras.

Esa historia, grabada a fuego en la memoria del pueblo salvadoreño, está siendo pisoteada por el grupo de esquiroles, traidores a sus compañeros docentes, al alumnado y al pueblo, que hoy se dicen dirigentes magisteriales. Nefastos personajes como Israel Montano y Francisco Cruz, se apresuraron a buscar su espacio bajo las luces de los sets televisivos para hacer pública su ignominia, aplaudiendo las medidas coercitivas sobre los alumnos.

Ni una palabra dijeron sobre las condiciones de la enseñanza, del estado de las escuelas, de la realidad que muchos alumnos enfrentan para trasladarse desde sus casas, por calles intransitables, para ser rechazados al llegar, porque su calzado no brilla o su vestimenta está desgastada.

Despreciados por quienes alguna vez fueron sus compañeros, estos personajes han pasado ya al basurero de la historia.

Hace tiempo que el régimen reconoce que su discurso manipulador no alcanza para seguir controlando multitudes engañadas. Por eso la represión se agudiza, las amenazas aumentan y se apresuran a establecer las condiciones para formar niñas y niños adecuados a una sociedad sumisa y pasiva. Siguen olvidando las tradiciones de lucha de este pueblo.

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