Schafik, siempre presente

El 13 de octubre de 1930 nacía en Usulután, El Salvador, quien sería una de las figuras emblemáticas del proceso revolucionario desde mediados de los años cuarenta del siglo pasado hasta su fallecimiento en el año 2006. Schafik Jorge Hándal.

No pretende ser este un homenaje a manera de efemérides vacía, que se realiza periódicamente con líderes y dirigentes revolucionarios y que, a fuerza de repetirse, corre muchas veces el riesgo de transformarse en un ritual más o menos rutinario y que, por lo tanto, va gradualmente vaciándose de contenido.

Por el contrario, miramos su legado desde la perspectiva actual de El Salvador, en lucha contra una dictadura de nuevo tipo, inmersa en un proyecto de dominación que implica nuevas formas de guerra contra el pueblo.

Sin abandonar los métodos represivos, la persecución política, la amenaza y el miedo, las nuevas modalidades se desarrollan, sobre todo, en el terreno cognitivo, en la disputa del corazón y la mente de una sociedad sujeta a un constante bombardeo mediático; un pueblo convertido en masa, testigo de obras decorativas bien iluminadas, que aparentan progreso, mientras prevalece la realidad del despojo del Estado a manos de un grupo corrupto en el poder.

El legado

Recordamos hoy el legado del artífice de los Acuerdos de Paz en El Salvador, al vigoroso impulsor de la profundización del carácter revolucionario del partido . Al hombre que destacó por sus dotes de estratega y dirigente en el colectivo de conducción revolucionaria de la guerra popular.

También recordamos al político que supo proponer un diseño de sociedad superadora del capitalismo dependiente, subdesarrollado y atrasado, que imperaba en su país.

No se trata sólo de recordar hoy la relevante fecha de su natalicio, sino de poner su pensamiento y enseñanzas en una perspectiva contemporánea. En ese sentido, su incansable trabajo en favor de la unidad de las fuerzas revolucionarias, de las diversas organizaciones sociales y populares, no fue sólo una contribución del pasado sino una enseñanza de rabiosa actualidad.

Hoy, cuando la sociedad salvadoreña se enfrenta a furiosas ofensivas propagandísticas, destinadas a debilitar y eliminar la capacidad de memoria, lucha y resistencia del pueblo, cuando el divisionismo y el sectarismo en las filas de la izquierda, entorpecen las posibilidades de organización y de victoria frente a un régimen que explota esas debilidades, recordamos al Schafik que combatiría esas rémoras con la misma firmeza que lo hizo en vida.

También recordamos a ese pueblo que junto a Schafik y a muchas otras figuras emblemáticas de la revolución salvadoreña, se alzó en masivas manifestaciones históricas en la década de los setenta, y que acudió a las urnas una y otra vez, llevando al triunfo a candidatos con programas de gobierno de corte nacional y popular, pero que vieron sus victorias escamoteadas por fraudes descarados.

Ese pueblo se alzó en resistencia y movilización, para ser una y otra vez masacrado, hasta que la guerra revolucionaria fue la única respuesta posible. Este 10 de octubre, se cumplieron también 45 años de la histórica decisión de construir la herramienta estratégica de Liberación Nacional, el FMLN.

El pueblo salvadoreño logró nuevas victorias, sufrió derrotas de las que aprendió lecciones valiosas, y se hizo cada vez más fuerte y más sabio. Entre sus inspiradores y guías destacaba Schafik, como uno de los elementos centrales del diseño de estrategias de esa guerra para conquistar una paz justa y duradera.

Lograda la paz, fue nuevamente Schafik, esta vez desde la tribuna popular, desde el parlamento, en la gestión internacional, en las marchas populares en defensa de derechos y luchas contra el neoliberalismo criminal, el dirigente más visible, respetado y querido por su pueblo, pero también fue el centro de ataques viscerales de la prensa al servicio de la oligarquía y el imperio.

Sus enseñanzas, sus ideas, sus palabras, sus escritos siguen resonando en el tiempo, y hoy las recogemos no como simple recuerdo, sino como quien enciende una linterna al andar por un sendero oscuro.

Desde hace más de seis años, el pueblo salvadoreño viene recorriendo el difícil camino que desciende a los infiernos del capitalismo más salvaje, aquel que adopta la forma cruel de un fascismo adaptado a las condiciones del siglo XXI. Capitalismo neoliberal dependiente y neofascismo dependiente de los grandes centros de poder mundial, aunque se escude en narrativas patrioteras.

En estos tiempos de enormes desafíos, nos conviene a las y los revolucionarios recordar al Schafik vivo y combativo; el que hoy vive en el Segundo Congreso de su partido, el FMLN, que retomó algunas de sus más importantes premisas: dar una batalla permanente por la unidad, el debate franco y abierto, fraternal pero también frontal, de las diferencias, para superarlas.

Recordamos al dirigente con paciencia infinita para escuchar, trabajar y proponer opciones superadoras ante los problemas que entorpecieran la unidad de fuerzas populares, movimientos sociales, sindicatos, y todo tipo de obstáculos que se interpusiera en el fortalecimiento y acumulación de fuerzas del campo popular. Ese espíritu primó en el cierre del Segundo Congreso del FMLN, celebrado los días 11 y 12 de octubre.

Resta ahora consolidar sus resoluciones en acciones concretas que favorezca los canales de lucha y resistencia del pueblo. La ratificación del espíritu antiimperialista, revolucionario, socialista, anti-patriarcal, solidario e internacionalista, constituyen todos elementos centrales, no solo de los criterios que han caracterizado al FMLN sino del carácter identitario de la visión del líder que hoy recordamos.

Del mismo modo, el Segundo Congreso del FMLN resolvió poner todos los esfuerzos necesarios para retomar el rumbo revolucionario del partido que Schafik dirigió. Pero las mujeres y hombres participantes no se limitaron a dar una declaratoria genérica: “Retomar el carácter revolucionario del partido significa derrotar el sectarismo, el cortoplacismo, el electorerismo, el oportunismo, el individualismo y el espontaneísmo inculcados por el veneno neoliberal”, reza uno de los puntos destacados del documento.

Sin duda, el espíritu de Schafik, junto al de las heroínas, héroes, y mártires que forjaron el partido de la izquierda salvadoreña, sus enseñanzas y legado, se reflejan en esas líneas, así como en el espíritu de lucha demostrado a lo largo de intensas jornadas de debate.

Si algo demuestra esta experiencia es que, lejos de la propaganda oficial, más allá de la prensa a sueldo del régimen, y de la narrativa de la supuesta insignificancia de las fuerzas de izquierda, se subraya la vigencia del FMLN como parte esencial del motor revolucionario de la sociedad salvadoreña, y el legado y vigencia del pensamiento de Schafik, que sigue vivo como el primer día.

Este Congreso y este aniversario, constituyen una razón más de preocupación para la dictadura pro-imperialista que gobierna El Salvador en estos días, porque le recuerda, como lo hemos dicho más de una vez, que nada es para siempre.

Con Schafik en el recuerdo, sostenemos que  ¡La Lucha, Continúa!

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