El Salvador en un cruce de caminos

El 28 de febrero de 2021 no será un día más en la historia de El Salvador.  El electorado salvadoreño en su mayoría apostó por ampliar el poder del presidente Bukele, garantizándole el control del Legislativo a él y al conjunto de partidos de derecha que lo apoyaron de una u otra forma. También asegura el dominio sobre 149 de las 262 alcaldías de El Salvador, incluyendo el control de las 14 cabeceras departamentales.

Por supuesto que son varias las lecturas que pueden hacerse. En este primer análisis queremos abordar, aún sin la profundidad que amerita, dos aspectos: el del país, y el del FMLN y la izquierda en general.

Los números

En estas elecciones el padrón electoral era de 5,820,462 electores y de ese total 1,378,446 votó por Nuevas Ideas, lo que representa aproximadamente el 23.7%

El 51.2% del padrón acudió a las urnas. Es decir que a pesar de las largas colas, y demoras atribuidas a diversas causas, el porcentaje ha sido similar a la media de votantes registrados en los últimos años en este tipo de comicios.

Por lo tanto, como suele suceder, la mitad de la población no acudió a las urnas, y aproximadamente un cuarto del electorado no acompañó a Bukele y Nuevas Ideas en la toma de control del poder legislativo. 

Aunque resulte anecdótico eso debería servir para terminar con aquella falsa narrativa del bukelismo, relacionando la oposición con un hipotético 3%. Estas elecciones muestran en primer lugar que esa oposición representa en estos momentos aproximadamente un cuarto del total del electorado. Pero, al revisar las cifras obtenidas por Nuevas Ideas, podemos afirmar que sus seguidores solo representan el 38% del padrón electoral.

Por supuesto, hay muchas lecturas y análisis para realizar a partir de las cifras obtenidas este pasado domingo, y entre ellas habrá que revisar con cuidado las que afectan al FMLN, que en esta elección pasaría de tener 23 diputados actuales a garantizar entre 4 y 6 escaños, dependiendo del escrutinio final que inició este 3 de marzo.

En la elección para alcaldes y concejos municipales hasta ahora los datos arrojan un total de 31 alcaldías para el FMLN (de las 62 que gobernaba). Mientras que en el caso del legislativo el caudal de votos obtenidos, 174,227 (preliminar según TSE con el 95.73% de actas procesadas) muestra una caída de  347,030 votos respecto de los 521,257 obtenidos en 2018 (que entonces representó el 24.5%).

La cifras finales y su estudio correspondiente revelarán elementos importantes para el análisis, en particular relacionados al trabajo territorial, dónde y cómo evolucionó el voto del Frente y las imprescindibles adecuaciones políticas que corresponderá considerar. Pero eso queda para un poco más adelante, una vez concluido el actual proceso de escrutinio final, que representa en términos políticos una importante batalla para defender lo obtenido y pelear aquellos casos en los que la situación pueda mostrar cualquier tipo de irregularidad.

Las condiciones de la campaña

En cambio, mas allá de las cifras estamos en condiciones de realizar más de una consideración respecto al proceso y al nuevo escenario que se abre.

En primer lugar, nadie que pretenda realizar un análisis serio de la situación puede negar la victoria celeste, lo cual no impide analizarla críticamente, y cuestionar aspectos que de ser comprobados podrían alterar no la victoria, pero si cuestionar seriamente la legitimidad de este gobierno para ejercer el alto grado de control estatal que le dan las cifras actuales.

A pesar de que todas las encuestas preveian una victoria contundente a Nuevas Ideas, a solo días de las elecciones Bukele alertó sobre un fraude electoral. El 28F posicionó el hashtag #VotoMasivoMataFraude y dio instrucciones a las personas simpatizantes de Nuevas Ideas sobre la revisión del material electoral y la defensa del voto.

Además de impulsar una campaña electoral que doblaba económicamente a la de todos los otros partidos juntos,  Bukele utilizó los recursos del Ejecutivo para proselitismo: inauguró obras de infraestructura durante el período de silencio electoral y el mismo día de las elecciones convocó a una conferencia de prensa a la que llamó “operación remate” contra los partidos tradicionales.

Estos actos le valieron que el Tribunal Supremo Electoral le iniciara procesos sancionatorios y prohibiera a los medios de comunicación la difusión de los mensajes presidenciales en tanto violentaban el artículo 175 del Código Electoral.

El uso de los recursos del estado fue siempre aparejado a la asfixia de toda posibilidad financiera para los partidos en contienda, al no abonar la constitucionalmente establecida “deuda política” que serviría a los partidos para financiar en parte sus campañas, llamó abiertamente una y otra vez en intervenciones públicas a votar por su partido, y se apoyó como lo ha venido haciendo desde hace dos años, en la fuerza armada y la policía para la distribución de recursos (paquetes alimenticios) entre el electorado, aún en tiempos de supuesto silencio electoral, cuando la campaña se supone que se detiene para que la ciudadanía pueda votar sin coacciones.

También violó las leyes asfixiando financieramente a las alcaldías, que durante 10 meses no tuvieron recursos para cumplir sus funciones debido a que el fondo de desarrollo municipal llamado FODES no fue entregado.

Nada de esto es nuevo. Todo se ha sabido y todo se ha denunciado, en todos los canales que se pudo, desde las redes sociales y los medios hasta las denuncias formales ante una fiscalía inoperante y un Tribunal Electoral superado por la situación.

Pero fue el gobierno quien gritó fraude y no la oposición. Fue el gobierno, que ganó, el que aún ganando siguió gritando fraude, mientras según diversas informaciones el fraude se gestaba a la luz y vista de todos: en el software del sistema informático utilizado. Pero no para afectar negativamente a NI sino para favorecerlo. Un fraude solo comprobable abriendo urnas y contando los votos asignados de acuerdo a las papeletas que contenían votos cruzados.

También hubo a lo largo de la jornada agresiones a observadores electorales, 58 casos registrados de agresiones a periodistas, en su inmensa mayoría por autoridades policiales y personal de NI o de partidos asociados al presidente. Hubo también el tradicional  “llenado de urnas” en al menos los municipios de San Miguel, San Marcos, San Tecla y posiblemente Mejicanos. Además del caso mas claro de asalto al centro de votación de la colonia Santa Marta, en San Salvador, por parte de pandilleros vestidos con camisetas de NI, liderados por el actual  Director de Reconstrucción del Tejido Social, Carlos Marroquín, personaje claramente asociado a las pandillas. En este caso hubo amenazas de muerte contra las representaciones de FMLN y Arena hasta que finalmente estos ciudadanos debieron huir del lugar para salvar sus vidas, ante la inoperancia policial. El centro quedó de tal manera en manos de personal  de NI y Gana.

¿Para qué, si el triunfo estaba asegurado, era necesario recurrir a estas maniobras y a estas acciones fraudulentas, que por cierto el FGR no ha intentado investigar de oficio hasta el momento?  Para poder realizar lo que los propios técnicos electorales, observadores con amplísima experiencia y prácticamente todos los políticos y académicos del país y del extranjero que observan el caso sostenían: que el sistema electoral salvadoreño, en su complejidad premiaba permanentemente a los partidos pequeños para garantizarles representación, impidiendo de hecho que una mayoría absoluta parlamentaria pudiera imponerse en El Salvador.

Sostenemos que sin esas maniobras la cifras actuales hubieran sido imposibles de lograr para Bukele y su clan.

Hubiese correspondido a los partidos políticos denunciar esos aspectos y al menos exigir una revisión mediante la apertura de urnas en todo el país, o en al menos algunos  lugares donde se sospechó de esas maniobras, para que pudieran considerarse como pruebas piloto que sirvieran para determinar la apertura o no de urnas en todo el país.

Sin embargo, los partidos se apresuraron a reconocer la derrota como si quisieran pasar el mal trago, sin cuestionar nada, sin siquiera recordar el tipo de campaña a que los  obligó el gobierno, sin cuestionar la legitimidad de esos métodos. De modo que quizás quede para periodistas, académicos, y estudiosos buscar en algún momento la verdad  de las razones que puedan explicar aquello que ni las matemáticas parecían poder justificar.

En cualquier caso, con estos resultados se consolidan las posibilidades de un régimen aún mas autocrático, que gire en torno a la voluntad personal de un personaje mesiánico pero que no está sólo, sino que representa un creciente conglomerado económico,  con el poder  de elegir en el futuro inmediato a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, al Fiscal General, al Procurador General, al Procurador de DDHH, a la Corte de Cuentas de la República y eventualmente hasta al Tribunal Supremo Electoral, y llegaría al final de su mandato con tanto poder como el que tuvieron las dictaduras más sangrientas que recuerda El Salvador. Esta vez de la mano del voto popular. Algo inédito en nuestro continente. Otro paso previsible sería la reforma constitucional profunda, a la medida de las necesidades del grupo económico hegemónico

La oposición se esfuerza en dar la cara con algo de dignidad, argumentando que a partir de ahora ya no le quedará al presidente a quien culpar de sus fracasos e incapacidades al frente del gobierno, pero lo cierto es que la amenaza de una dictadura populista, con amplia base social y electoral se cierne como una enorme nube negra sobre El Salvador, y debería al mismo tiempo servir de alerta a otros países de la región ante la aparición de fenómenos mediáticos y de redes sociales, capaces  de manipular el odio y resentimiento de los pueblos con narrativas que apunten al debilitamiento de los sistemas de partidos y  en general a los regímenes de corte constitucional liberal burgueses.

Pocas experiencias previas de este método de dominación habían existido en el mundo, y las que recordamos son nefastas, como el ascenso de Hitler y Mussolini por el masivo voto popular. Hoy el populismo se expresa a lo largo del planeta, como los casos de África (Costa de Marfil, Zambia, entre otras), Asia y Europa, sobre todo en el Este del viejo continente.

El reflejo de la crisis del sistema

Regresando al caso de El Salvador, el ascenso del régimen de Bukele no es más que el reflejo de la crisis del sistema político en su conjunto, y de la crisis del sistema capitalista en su modelo neoliberal dependiente. Las clases dominantes incapaces de poner fin a la crisis e inestabilidad del sistema, echan mano de recursos cada vez más cercanos a las formas bonapartistas de dominación. Con una seudo representación de todas las clases y sectores, legitimado ese régimen por “el apoyo popular expresado en las urnas”, pero que además debe ser  glorificado, presentado como la expresión más sublime de representación popular, para mostrar a ese nada desdeñable 25% del electorado que no apoya el  rumbo elegido por la mayoría, como insignificante, y por lo tanto, descartable.

Por eso ya empezamos a escuchar en voces de Mario Durán y otros especializados en mentir descaradamente mirando fijamente a las cámaras, que ha sido “una avalancha de votantes”, “lo jamás visto”, y expresiones por el estilo, que apuntan a reducir la figura de la oposición a la de un pigmeo semidesnudo luchando contra un cuerpo de marines equipado con la última tecnología bélica.

En fin, parece claro que en la medida que se consolide su poder, el régimen de Bukele necesitará deshumanizar a la oposición, quitarle todo rasgo que pueda resultar simpático o agradable para una gran masa de población que no solo lo votó, sino que votó por él como presidente y por él como alcalde de cada uno de sus municipios, y por él como ocupante de cada uno de los escaños. NI hizo campaña por la N de Nayib y la mayoría votó por él, sin importar quien era la figura que lo representaba en cada espacio. Hoy resultaron electos personajes ligados a la delincuencia, al narcotráfico, a la trata de personas, a la delincuencia organizada… todos bendecidos bajo el manto de la N.

Por eso, en la medida que la crisis económica no solo se profundiza sino que no entiende de elecciones, este mismo caudal de votantes  deberá ser controlado, ya sea mediante la manipulación (por un tiempo) o por la represión cuando se agoten los conejos de la chistera del mago presidente, y los paquetes alimentarios ya no puedan ser el horizonte de progreso de amplios sectores de la población. Por ejemplo, del 75% de la población que no cuenta con un trabajo estable ni con acceso al servicio medico que no sea el degradado sistema público, ni con acceso a un sistema de educación adecuado a los tiempos. 

Se acercan pues, tiempos de enormes desafíos.  De luchas y reclamos populares que crecerán poco a poco pero incansablemente hasta desembocar en estallidos sociales.

El Salvador en la encrucijada

Ante ello, ante esa encrucijada en la que El Salvador se encuentra ¿qué partido acompañará esas luchas? Urgirá encontrar la capacidad de acuerdos desde las bases, de alianzas desde el campo popular, de solidaridad entre mujeres y hombres trabajadores. Será necesario retornar a marchas forzadas no solo a los territorios históricos, sino a todos aquellos lugares que nuestra militancia, incluyendo nuestros candidatos y candidatas, han recorrido en estos tiempos de campaña, porque solo desde allí nos tocará crecer, junto y con el pueblo, aglutinando sectores sociales diversos, sectores de clase media, la academia, los estudiantes, el magisterio, los sindicatos no solo los estatales sino los privados, los sectores de la economía informal, los sectores productivos familiares, pequeños y medianos, incluyendo sectores de mayor capacidad económica pero con contradicciones objetivas frente al régimen, que basa su crecimiento en la exclusión y aniquilamiento económico de sus adversarios. 

Estas serán las tareas a abordar pero para ello el partido ha de estar en condiciones de batalla, de cohesión y de firmeza, superando las dificultades y tropiezos internos que nos atenazan y no nos dejan desplegar el enorme potencial  acumulado que sigue allí, a la espera que el partido regrese a esos espacios y los vincule nuevamente a lo esencial: la lucha por mejores condiciones de vida, que incluye la defensa de lo que aún no se ha perdido pero ya está amenazado.

Superado el espacio electoral es necesario trabajar todas las formas de lucha necesarias para enfrentar los enormes desafíos, esto incluye el salto en calidad en el manejo y conocimiento profesional de las nuevas herramientas tecnológicas, que sirvieron como arma esencial para el triunfo del bukelismo.

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