Deseos frente a realidades

Lecciones frescas de países hermanos. El Salvador ya no parece una excepción

El fin de semana del 11 de abril de 2021 se produjeron tres eventos electorales en América Latina.  Ecuador, Perú y Bolivia vivieron, sin embargo,  procesos distintos.

Mientras el pueblo ecuatoriano llegaba a su momento decisivo para elegir en segunda vuelta a su presidente, el Perú completaba recién una primera vuelta que ayudó a mostrar con mayor claridad si es posible, el enorme fraccionamiento de las fuerzas políticas de todo tipo en el panorama nacional, que se reflejará en su próxima composición parlamentaria, que incluiría a unas once fuerzas, ninguna con peso específico real para imponer una agenda legislativa.

Finalmente, en Bolivia, el tercero de los países andinos que enfrentaron elecciones, su carácter eran de segunda vuelta, y subnacionales (gobernadores y alcaldes), y solo se convocaban en cuatro provincias del Estado Plurinacional, La Paz, Tarija, Pando y Chuquisaca. En este caso vimos la culminación del proceso electoral iniciado un año atrás, que abrió paso a la caótica aventura golpista de la alianza militar- policial – la derecha oligárquica y racista – la OEA y, a través de ella, las fuerzas del imperialismo y sus satélites, incluyendo el gobierno de Bolsonaro; derrotada esa alianza en apenas once meses, hoy Bolivia culmina el proceso, retomándolo desde donde había quedado cercenado.

Desde hace un tiempo se venía insistiendo en diversos círculos de la izquierda en América Latina que se avizoraba un así llamado, “segundo ciclo progresista” en América Latina, habida cuenta de aquel retorno fulminante del peronismo kirchnerista anti-neoliberal frente al macrismo; de la histórica llegada de una alianza de fuerzas progresistas y de izquierda al máximo nivel del gobierno de México con AMLO; y de algunas expresiones locales, como la llegada al gobierno de la alcaldía de Bogotá de fuerzas sociales de nuevo tipo, expresión de sectores de una población pocas veces visibilizada en los altos niveles de gobierno.

Debíamos sumar a todo esto la irreductible resistencia de Venezuela, Cuba, e incluso Nicaragua que derrotó la furiosa ofensiva de 2018.

En aquel escenario, la llegada al gobierno de El Salvador de una fuerza de derecha neoliberal, populista y autoritaria, encabezado por un personaje irreverente y malcriado, con claras muestras de insuficiente formación intelectual pero con evidente manejo muy avanzado de las más modernas técnicas de manipulación política de masas, capaz de derrotar a la izquierda expresada en el FMLN y a la derecha que hasta entonces había sido históricamente instrumento representativo de la oligarquía, ARENA, pareció –decíamos- un exabrupto, una suerte de casualidad histórica irrepetible, solo posible y explicable por el profundo efecto de desgaste y crisis del sistema de partidos, y de la propia crisis de la izquierda, producto de un acumulado histórico de errores, desviaciones y malas decisiones a la hora de gobernar, entre muchos otros elementos a considerar. Sin embargo, también en Uruguay se produce el relevo de una fuerza progresista que gobernó durante 15 años, por otra de derecha neoliberal y oligárquica. En Chile, pese a las masivas protestas y la brutal represión, el gobierno no parecía tampoco peligrar, aunque el avance popular se manifiesta en haberle arrancado al sistema el proceso constituyente.

No solamente los relevos en algunos gobiernos se incluían en el análisis optimista de la situación sino también algunos hechos importantes como los niveles de movilización y confrontación del pueblo chileno, expresiones de protesta y resistencia de calles en Ecuador y Colombia, y a nivel centroamericano, algunos niveles de movilización popular considerable en Costa Rica, el crecimiento de las fuerzas de resistencia de Honduras, sobre todo en torno al partido Libre, para no hablar de la incontenible protesta popular en Haití o las expresiones de lucha en Puerto Rico, que costaron su puesto a un gobernador por primera vez en la historia. Finalmente, no resulta menor la derrota de Bolsonaro y la derecha brasileña en general en el caso del lawfare contra Lula.

En estas circunstancias, más que el avance de las fuerzas progresistas hacia un segundo ciclo, todo parecía indicar una situación de disputa y confrontación  por la hegemonía en la región, con la derecha oligárquica y el imperialismo apostando a la recuperación de lo que EEUU sigue considerando su traspatio. Es decir, un periodo de luchas y disputa  donde todo estaba por decidirse,  pero que adoptaba entre sus expresiones la vía electoral, sin que fuese en ningún caso la única y, quizás, ni siquiera la dominante, al considerar el creciente impacto que empezaban a tener ciertas expresiones masivas de calle.

No podemos olvidar en este rápido repaso, el efecto desestabilizador mundial que significó la pandemia de COVID-19 iniciada justamente hace un año  (hacia enero –marzo de 2020, dependiendo del lugar de referencia que tomemos). Para América Latina, por ejemplo, significó la paralización casi inmediata de las movilizaciones, y protestas que, sin embargo, retomaron fuerza y magnitud con posterioridad, en expresiones de reclamos relativos precisamente a las formas de enfrentar la pandemia.

Los resultados electorales de este fin de semana, en algunos casos aún provisionales, dejan sin embargo algunas primeras lecciones, o al menos reflexiones iniciales que deberán cotejarse en el debate y, por sobre todo, en la realidad material, concreta y objetiva, único criterio válido de verdad.

En el caso de Ecuador, el resultado más allá del triunfo electoral del proyecto neoliberal dependiente, deja en principio un país dividido electoral y políticamente entre un litoral costero donde se impuso mayoritariamente el correismo y una sierra donde la derecha habría duplicado en más de un lugar a la izquierda.  No hace mucho, sin embargo, una parte importante de la costa, en particular la influyente Guayas y la ciudad de Guayaquil eran exponente de la derecha  mientras que curiosamente la sierra era una de las zonas donde los gobiernos de Alianza PAIS impulsaron con mucho énfasis estratégicos planes sociales de inclusión masiva de una población eternamente olvidada.

Al mismo tiempo, el 16% de votos nulos parecen indicar algún nivel de influencia del tercer candidato en cuestión, que llamó precisamente al voto nulo a nombre de su partido, Pachakutik. En cuanto al abstencionismo, se mantuvo en los niveles históricos (15%)

Una mirada rápida a los saludos recibidos anoche mismo por Lasso, demuestra todo lo que se jugaba simbólicamente en esta elección, los más grandes facinerosos de la derecha, desde Macri (Argentina) hasta Uribe (Colombia) pasando por el fascista Quiroga  (Bolivia), se apresuraban a juntar sus expresiones de candidatos derrotados por sus pueblos  que no logran superar el desprecio que generan, y se lanzaron a saludar en consecuencia el triunfo de Lasso como el fin del correismo, la derrota del chavismo y la extinción del progresismo, ya ni hablar de la lucha de clases o las opciones hacia el socialismo.

Anoche los extremistas se peleaban por hablar del “triunfo de la moderación.” He aquí dos ejemplos de muchos encontrados:

Rafael Nieto Loaiza (Colombia)

@RafaNietoLoaiza

15h

Contundente la victoria de Guillermo Lasso en Ecuador. Ganaron la sensatez, la moderación, la democracia, el estado de derecho, la economía de mercado. Perdieron la mentira el odio, la lucha de clases, el autoritarismo, el populismo, el socialismo, el progresismo. ¡Un alivio!

Tuto Quiroga (Bolivia)

@tutoquiroga

16h

¡Felicidades al nuevo Presidente del #Ecuador

@LassoGuillermo

! 11 de abril quedará sellado como el día que Ecuador se liberó del Correismo y América Latina del Chavismo; el día que nuestra región rechazó la autocracia y triunfó la democracia. Gran abrazo para el gran Lasso.

Así se desnudaba la importancia estratégica que tenía esta elección para el resto del continente, más allá de que se jugase también el destino del pueblo ecuatoriano.  En particular esto debe verse en el contexto de los planes imperiales contra Venezuela, sin duda prioridad estratégica de EEUU en su diseño de “reconquistar y estabilizar” la región de acuerdo a sus intereses.

Pero desde el punto de vista de la situación de la izquierda también hay lecciones o tesis a estudiar. Por ejemplo ¿que izquierda ha sido derrotada en Ecuador?  ¿Qué proyecto? Lo respondía anoche mismo el candidato Arauz al reconocer la victoria de su contrincante: “seguiremos impulsando nuestro proyecto histórico basado en el progresismo, la plurinacionalidad  y la socialdemocracia”.

Si pasamos por un momento a la situación peruana, veremos que un candidato  llega “inesperadamente”, según analistas y prensa en general, a colarse a una segunda vuelta presidencial como expresión de izquierda. Pedro Castillo, maestro y líder sindical de la región andina de Cajamarca, representando un partido, Perú Libre, que en 2020 no había logrado con su 3.4%  ninguna representación parlamentaria, logra ocupar el sitio que en casi todos los análisis de sectores de la izquierda en América Latina, se le adjudicaba a Veronika Mendoza, representante de la llamada “izquierda progresista”, que sin embargo, obtuvo en estas elecciones la mitad de votos que Castillo (16.1 frente 7.8% aproximadamente).

Este candidato se  enfrentará a quien quede de la derecha que incluye al fuyimorismo de Keiko y a otros diversos sectores conservadores y reaccionarios.

Pero la pregunta aquí es ¿cómo es posible que todos los análisis de la izquierda y el progresismo apuntaran tanto a una candidata que hasta invisibilizaran a Castillo? Da la impresión que más de una vez en los análisis desde la izquierda la expresión de deseos pesa más que la búsqueda de la objetividad. Pero más allá de eso nos hacemos otras preguntas, ¿que ofrece distinto Castillo de  Mendoza?

Hasta hace muy poco Castillo era desconocido porque tampoco la prensa de derecha había hablado de él, deslegitimado mediáticamente como ultraizquierdista (sus orígenes provienen de la disidencia magisterial que lo llevó a encabezar una huelga de tres meses y, como resultado, fue acusado desde el mismo magisterio contra el que se había rebelado de pertenecer a Sendero Luminoso). Controversial y proponiendo medidas difícilmente realizables en la actual estructura socioeconómica peruana y la correlación de fuerzas existentes, lo cierto es que la propuesta de nacionalización de las telecomunicaciones, el gas, el petróleo y la minería así como el llamado a una constituyente con el pueblo y la reivindicación indígena con Tupac Amaru como bandera, ha despertado el interés de sectores ancestralmente  marginados.

Frente a las propuestas bastante más tibias del progresismo, que enfatizaron aspectos vitales como la vacunación masiva contra el COVID pero que, evidentemente no hicieron “click” en el imaginario colectivo de alguna esperanza de cambio desde la izquierda, las propuestas incluso poco creíbles de Castillo, prevalecieron.

Pero al mismo tiempo hubo una clara maniobra desde los medios.

Así como en Ecuador la campaña sucia mediática  prevalecía a favor de Lasso, cuando se acusaba desde los grandes medios a Arauz, sin prueba alguna, de ser financiado por el ELN colombiano y por el gobierno de Nicolás Maduro, en el caso de Perú y Castillo, la fórmula operó de otro modo. Hasta hace pocas semanas Veronika Mendoza ocupaba un lugar destacado en las encuestas, posiblemente porque sus propuestas, aunque no se distinguían tanto de algunas de la derecha, se percibían como más fiables, más en el contexto del humanismo tradicional de las fuerzas progresistas, que pueden pensar en prioridades en materia de salud y educación, por ejemplo.

En esa situación, hace unas pocas semanas, los mismos medios que habían acusado a Castillo de ultraizquierdista, lo comenzaron a exponer en los medios de una manera acrítica. Esa alta y “sorpresiva” exposición hizo desaparecer a Mendoza de la órbita popular. En pocos días  los medios habían fabricado un “outsider” con pocas probabilidades de triunfar pero que cumplía así el papel de desplazar a la otra figura de la izquierda que pareció por un tiempo entusiasmar al electorado, sobre todo urbano.

Tal vez la derecha mediática, que en muchos casos pone y quita presidentes en Perú, hubiera preferido que ninguno de los candidatos de izquierda llegara a la segunda vuelta.  Quizás hoy estén algo más preocupados por su maniobra.

Pero, en todo caso, más allá del resultado final de este proceso,  la tesis que queremos esbozar es que parece ser que cada vez la izquierda y el llamado progresismo ha ido intentando moderar tanto sus mensajes, sus propuestas, alcanzar la máxima “amplitud de su mercado electoral” que termina desteñida e irreconocible para una parte importante de su propio electorado, aquella parte que aspira a formas superiores de organización social, que mantiene el socialismo como paradigma, aquella parte que no puede entender a la izquierda comportándose como seguidora de premisas cercanas a la economía social de  mercado. Esa parte importante de nuestra sociedad que sigue queriendo ver principios y valores de izquierda donde se dicen de izquierda.

Esa parte de la sociedad, en el caso de El Salvador, castigó al FMLN no por ser de izquierda (e izquierda revolucionaria)  sino por dejar de serlo, en la percepción popular.

Al escuchar anoche el discurso de reconocimiento de resultados de Arauz regresaba esa misma sensación, de una izquierda poco reconocible en esos discursos que jamás romperán con un horizonte constreñido al sistema y sus reglas. El caso de Perú vuelve a mostrarnos quizás el mismo fenómeno. Y no se trata ya de ganar o perder, sino de cuales son aquellas ilusiones, esperanzas, propuestas superadoras de la actual maquinaria trituradora de vidas, de trabajos, de hogares, de familias, de esperanzas, de futuro.

Por algo Cuba, Venezuela, Nicaragua, con su resistencia y su obstinada decisión de vencer todos los desafíos y todas las dificultades para avanzar en el bienestar de sus pueblos, despiertan no solo admiración y solidaridad, sino que mueven aspiracionalmente a muchos sectores, no para buscar calcos y pegas sino para encontrar la esperanza de  construir sociedades más justas y solidarias. 

En el caso de Bolivia, que parece también haber moderado sus propios paradigmas, la respuesta del actual ejercicio electoral puede también ser aleccionador. Las primeras informaciones, aún sin confirmar, hablaban de resultados que no otorgarían el triunfo al MAS.

Son apenas unas primeras lecciones, algunas ideas y tesis iniciales surgidas a la luz de las informaciones que van llegando; de tal modo que la mayor utilidad que podrían tener es la de generar reflexiones, debates y polémicas, que sin duda serán materia de análisis profundo por los diversos partidos y fuerzas de izquierda en Nuestra América, en la medida que todos y todas somos responsables y estamos llamados a buscar las correcciones y rectificaciones necesarias para retomar un rumbo revolucionario que parece, en muchas ocasiones, perdido o al menos difuso, envuelto en la neblina ideológica en que nos ahogan fuerzas de derecha presentadas como izquierda, y otras fuerzas de derecha empeñadas en gritar nuestro entierro a los cuatro vientos, porque solo si ese deseo se materializara, el sistema tendría quizás alguna posibilidad de estabilizarse y ganar esas 4 o 5 décadas que desean las asociados de Davos como condición sine –qua-non para el reflotamiento sostenido del capitalismo neoliberal en crisis.

Las espadas pues, siguen en alto; la lucha contra-hegemónica y antiimperialista de los pueblos de Nuestra América sigue presente y los últimos resultados electorales son parte de la reconfiguración estratégica que se avecina.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s