Lenta pero incesante, la presión social en El Salvador no deja de aumentar. Enormes dificultades económicas para los sectores más vulnerables, despidos, aumento permanente de precios en productos básicos, detenciones, amenazas y abuso de autoridad, violaciones a DDHH, recurrencia al Lawfare, escandalosas revelaciones de la prensa independiente acerca de acuerdos entre el gobierno y las bandas criminales, religiosos, sindicalistas y activistas sociales detenidos sin causa ni explicación; todo ello va conformando un creciente clima de dolor, rabia y miedo, que la militarización del país impide, por ahora, que explote en protestas masivas.
También la manipulación del régimen juega su papel en sectores considerables de la población. No hay día que la prensa independiente, aquella que no controla el régimen, no se haga eco de diversas cifras que, al ser leídas por cualquier persona con mínima capacidad de pensamiento autónomo, comprendería que el diagnóstico de país es tan malo como cuando a un paciente su médico le diagnostica un cáncer avanzado, que puede ser letal.
Pero ¿Qué sucede cuando ese paciente enfrenta el diagnóstico con un negacionismo absoluto, confiando en que fuerzas divinas harán el milagro de la sanación? Algo similar parece suceder aún con sectores de la población salvadoreña que se niega a enfrentar la realidad, aunque golpee su rostro con una contundencia pocas veces vista. No se trata de otorgar el beneficio de la duda, porque ya no hay duda de hacia dónde va el gobierno.
Si dejamos que hablen las cifras más recientes encontraremos que:
- La canasta básica urbana subió $5.50 entre febrero y marzo.
- Según la Dirección de Estadísticas y Censos (Digestyc) durante marzo el costo de la canasta básica alimentaria urbana alcanzó los $220.95, un 2.5 % más en comparación con febrero cuando promedió $215.45.
- El último dato de la Digestyc reporta que el índice de precios al consumidor (IPC) llegó a 6.5 % en abril, siendo los alimentos y bebidas no alcohólicas las que presentaron una mayor variación, con 10.89 puntos.
- Con estos datos, la canasta básica aumentó en poco más de un año alrededor de $22 dólares afectando a la población cuyo salario no aumenta. El pueblo ha perdido capacidad económica para adquirir sus alimentos
- El costo de la canasta básica representa el 67.4 % del salario, sin contabilizar pagos de recibos de agua y electricidad, telecomunicaciones o gastos extras.
- El Centro de Defensa del Consumidor (CDC) estima que el salario mínimo necesario para afrontar el costo real de vida, debería ser de $700.
En cuanto a las remesas:
- El Salvador recibe menos remesas desde hace dos meses. En abril anterior, ingresaron al país $641.8 millones por este concepto, lo que representó una caída del 0.17 % interanual, según las cifras publicadas por el Banco Central de Reserva (BCR).
- Aunque la prensa oficial llenó sus espacios anunciando que las remesas crecieron 4.2% a abril pasado, ocultaron que esto representa un dinamismo que es 11 veces inferior, al comparar con los resultados vistos en el mismo período del 2021.
Comercio exterior:
- Aunque la prensa oficialista volvió a pretender engañar desde la portada de su panfleto, Diario El Salvador, anunciando un supuesto record de las exportaciones, lo cierto es que, como todo en este gobierno, no era más que una manipulación, una media verdad que pretende esconder las desgracias. Es cierto que el valor monetario de las exportaciones de bienes salvadoreños registró un crecimiento del 15.2 % a abril pasado. Sin embargo, la prensa oficialista “olvidó” mencionar que el volumen exportado volvió a caer y acumuló una baja interanual del 7.41%. Es decir, se exportó mucho menos pero más caro.
- ¿Qué se exportó? Los rubros con más exportaciones siguen siendo la industria manufacturera de maquila con $477.8 millones a abril pasado, seguido de fabricación de prendas de vestir con $434.3 millones y elaboración de productos textiles con $347.2 millones.
- Al observar por volúmen -es decir, la cantidad de bienes- las exportaciones se encuentran en terreno negativo, pues el BCR reporta que se enviaron 1,192.38 millones de kilogramos; 95.41 millones de kilogramos menos que lo registrado en los primeros cuatro meses del año pasado.
- El volúmen de las exportaciones ha caído desde inicios del año.
- La balanza comercial reporta un déficit de $3,319.6 millones, es decir que El Salvador compra más bienes de los que exporta y se amortigua, en parte, por el ingreso de las remesas (pero ahora se da el caso, señalado arriba, que estas descienden en términos relativos).
- El BCR reporta que la factura petrolera sumó $865.30 millones a abril, unos $340.64 millones (64.9 %) más cara que la reportada en el mismo período del año pasado.
En el ranking de los principales productos de importación, El Salvador también compra medicamentos (2.6 %), teléfonos (2.3 %), automóviles (1.7 %) y maíz (1.7 %). - Se siguen importando granos básicos y se niega apoyo a los productores locales, como ya ha denunciado el FMLN, que propuso quitas del IVA para productos de la canasta básica y de insumos agrícolas, sin respuesta del gobierno ni reacción positiva por parte de la mayoría legislativa oficialista.
Migración:
· La población salvadoreña sigue buscando huir del paraíso que prometió el régimen. Según infomaron medios de prensa este mes, 1 de cada 3 salvadoreños está pensando o desea migrar.
· En seis meses se registran al menos 58,024 salvadoreños detenidos en la frontera con EE.UU.
A estos datos podemos agregar otros ya conocidos ampliamente, como que el Indicador de Riesgo país ha subido 20 puntos en un año. El EMBI no para de crecer y hasta el 18 de mayo estaba en 25.80%, de continuar la tendencia de alza diaria de 0.32%, podría llegar a 50% al cierre del año.
El ensordecedor silencio de la cobardía
Este gobierno, que usa y abusa de la manipulación mediática, de los ciberataques concertados sobre cuentas de redes sociales que promueven opositores o críticos de cualquier tipo, que pretende -y hasta hace poco lo lograba con bastante frecuencia- apagar con sus propios gritos maleducados y altisonantes, las voces de la oposición, sea esta social, política o incluso del campo de la diplomacia, viene mostrando un interesante punto débil: sus alaridos e insultos se apagan y se convierten en estruendosos silencios oficiales cada vez que una denuncia sólida, consistente, seria, impacta la línea de flotación del régimen.
En esos casos, este régimen autoritario y cobarde (porque su autoritarismo no es más que su forma de esconder a fuerza de represión, la debilidad de quien gobierna a base de venganzas, odios, imposiciones e intereses creados, tratando al mismo tiempo de acallar a quien pueda señalar y demostrar su manifiesta incapacidad), empieza a situarse “al borde de un ataque de nervios”. Su silencio, en estos casos, resulta elocuente.
A inicios del mes, la agencia calificadora Moody’s rebajó dos escalones la calificación soberana del país a Caa3, y hasta la fecha no hay pronunciamiento sobre el tema de parte del Ejecutivo, habitualmente respondón, locuaz y desafiante.
En unos 60 días, el bitcoin, becerro de oro del oficialismo, al que apostó de manera suicida el destino financiero del país, cayó a su nivel histórico más bajo, perdiendo en torno al 50% de su valor, donde continúa. El gobierno lo había comprado en septiembre a unos 43mil dólares; el precio actual no supera los 25 mil y el Estado salvadoreño ha perdido, además de su credibilidad y confianza por parte de las entidades financieras internacionales y los gobiernos del mundo, algo más de 30 millones de dólares.
Ni una entrada presidencial en las redes sociales preferidas por el jefe del clan ha vuelto a hacer referencia a que “revisen su chivo wallet” o al menos pretender, o simular, algún nivel de seriedad, responsabilidad o preocupación por semejantes pérdidas del erario público por su EXCLUSIVA responsabilidad. El silencio volvió a ser el ruido central de la escena política oficial.
Mas de 32,000 capturas bajo el régimen de excepción a punto de cumplir dos meses, acusaciones de torturas y muertes en cárceles; se habla de 18 fallecidos, pero sin siquiera tener confirmación oficial de la cifra. Hacen gran ruido para amenazar, atacar comunidades, tildar de terrorista a cada capturado, tenga o no tenga relación con las pandillas, pero cuando el mundo empieza a cuestionar los crímenes de su aparato represivo en las cárceles, la respuesta es el silencio.
En cualquier caso, si hay un silencio realmente ensordecedor en la “corte del dictador” ese fue generado por una verdadera bomba expansiva que explotó al centro del régimen, causando las heridas más dolorosas en esos egos hiper-inflados que campean por CAPRES y sus sucursales (Asamblea Legislativa, fiscalía general, Corte Suprema de Justicia, ministerios, estados mayores militares y policiales). Las revelaciones de El Faro dejaron al régimen desnudo y sin palabras. Con su cobardía habitual, huyeron a esconderse en sus silencios sepulcrales. Por varios días no dijeron ni una palabra; sus redes callaron. Los medios de prensa, con muy honrosas excepciones, cedieron a las presiones financieras del régimen y no publicaron ni una mísera referencia a los audios revelados en el trabajo de investigación periodística de El Faro.
Era evidente que el presidente “cool” estaba aturdido, confundido, hundido. El Faro había revelado con audios verificados, que el presidente dirige personalmente las decisiones en las negociaciones con las estructuras criminales; que diversas estructuras del gobierno (Justicia y seguridad, tejido social, servicios penitenciarios, etc.) trabajan con una u otra estructura criminal. Y lo hacían bajo la autorización explícita del presidente desde su círculo más íntimo de poder.
Se supo así que las 87 muertes del más trágico fin de semana del siglo fueron responsabilidad compartida de las pandillas y el gobierno que, al romper un acuerdo entre criminales, propiciaron las condiciones para que las “diferencias” se saldaran con muertos del pueblo, mujeres y hombres de toda edad, sin relación alguna con pandillas, pero cuyas vidas fueron tomadas como moneda de cambio y fuerza de presión por ambos bandos.
Si antes de los audios de El Faro sospechábamos, y así lo decíamos, que este gobierno había llegado al poder gracias a las pandillas, con las que se asoció en complicidad desde los días que este grupo gobernaba la alcaldía de San Salvador (si no antes), hoy los audios prueban las negociaciones, la farsa de un plan de seguridad que se basaba en un asocio entre delincuentes, una sociedad entre maleantes que sirvió al clan de gobierno para desviar millones de dólares sin rendir cuenta alguna, alegando el “éxito” de un plan de seguridad que mantenía sin muertos a El Salvador. ¡Falso! Tan falso como la palabra del presidente, de sus ministros, de su clan, de sus cómplices.
A tres años de su acceso al poder, los audios del Faro pueden convertirse en un parte-aguas para este régimen, pero será necesario que “el paciente reconozca lo que el médico le ha dicho y que no habrá milagrosa curación de su salud”. El régimen lo sabe y, una vez superada la primera crisis de pánico, recurrió a troles y bots para intentar (en vano) desacreditar los audios como falsos, como maniobras del 3%, como inventos de George Soros y compañía… ¡Tarde! Demasiado tarde. Ya los audios circulan por el mundo, ya sabemos quién es Batman, quien mueve desde las cárceles hasta países seguros a sus cómplices delincuentes capturados, quien tiene desde lo más alto del ministerio de seguridad relaciones con pandillas rivales, que no están siendo atacadas por la farsa llamada “guerra contra pandillas”.
De modo que, con esta información, hoy de dominio público, será necesario volver a insistir con quienes siguen enceguecidos por el odio inculcado por la banda de delincuentes a cargo del gobierno, y perseverar en explicar una y otra vez la situación.
Las cifras duras, los datos, el deterioro objetivo de las condiciones materiales de vida de la población, ayudarán sin duda a explicar que las mentiras no llenan los platos del pueblo; que no hay tren, ni estadio, ni biblioteca, como tampoco habrá Hospital Rosales, por más que siga el presidente montando shows de maquetas y luces. La realidad, la cruda realidad de la dolorosa existencia del pueblo está convirtiendo a El Salvador en una olla de presión o, como dijo el Cardenal Gregorio Rosa Chávez, en una bomba de tiempo.
Una crisis humanitaria se encuentra en gestación a ambos lados de los muros. Fuera de las cárceles, esposas, madres, hijas, hermanas, abuelas, esperan bajo la lluvia o el sol, de día y de noche, una noticia o la posibilidad de hacer llegar a sus familiares algún artículo de primera necesidad. Intramuros, los capturados soportan las golpizas, las torturas, el hacinamiento, el contagio de enfermedades; mezclados entre los delincuentes se encuentran seres humanos inocentes, capturados por su condición de pobreza, para cubrir una cuota policial, por vivir donde viven también delincuentes, no saben ni por qué están allí, ni si saldrán con vida de ese encierro arbitrario.
En cualquier caso, delincuentes o inocentes, todo prisionero merece el trato que los acuerdos internacionales de derechos humanos establecen. Eso también es responsabilidad de este gobierno, que deberá más temprano que tarde, no solo rendir cuentas ante la justicia por sus acuerdos entre delincuentes, por las muertes que estos acuerdos produjeron, sino también por la violación sistemática de derechos humanos y tratos denigrantes.
Más temprano que tarde, todos esos cargos les serán leídos y serán juzgados por ellos, porque son crímenes imprescriptibles, como lo son cada uno de los crímenes de lesa humanidad cometidos por torturadores, que en otras épocas se paseaban por El Salvador y el continente, erróneamente convencidos de su impunidad.
El régimen parece ir optando por el camino al precipicio; como siempre, huye hacia adelante. Hoy más nunca la defensa a los derechos humanos, la lucha por la defensa del costo de la vida y del salario, la defensa de la vida, la exigencia de libertad a las presas y presos políticos, deben ser banderas que aglutinen a cada vez mayores sectores del pueblo.
Desde el gobierno pretenderán, sin duda, ganar tiempo, ensayar maniobras de diversión, adelantando su propia campaña electoral. La fuerza del régimen radica en dividir al pueblo. Nuestra fortaleza será impedirlo, unificando fuerzas, acercando voluntades y rechazando cualquier forma de legitimación de un régimen que perdió su legitimidad al violar la Constitución, al arrasar con los poderes del estado, al perseguir políticamente a la oposición, al establecer leyes mordaza, al violar derechos humanos de manera permanente y utilizar la represión, la mentira y el engaño como armas políticas para gobernar.
La táctica del régimen sigue siendo dividir y enfrentar al pueblo, empujando a pobres contra pobres. Ante ello, una vez más, es imprescindible acumular fuerzas recordando las palabras de Ho-Chi-Minh, “Unidad, unidad y más unidad para derrotar a los enemigos del pueblo”. El régimen debe caer por la fuerza de la movilización popular, organizada en torno a múltiples reivindicaciones y reclamos. Un régimen que hasta ahora era sordo, pero ahora es sordo-mudo. No se trata nada más de echar por tierra la dictadura, sino de retomar y recuperar las conquistas populares, construidas a partir de los Acuerdos de Paz y que, desde hace ya tres años han sido desmontadas una por una. Reconquistar los acuerdos será el primer paso hacia la profundización de los mismos desde los intereses populares.