«Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal.»
Karl Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte
Desde hace varias semanas y desde distintos sectores políticos y sociales se realizan llamados a una gran movilización popular convocada para el próximo 15 de septiembre.
A más de tres años de instaurado el autoritarismo y puestos en marcha los mecanismos gubernamentales que empujan constantemente hacia la reversión de conquistas históricas del pueblo salvadoreño, arrinconándolo contra la miseria y el hambre, destruyendo el estado de derecho y las libertades arrancadas con lucha y sangre de miles de hijas e hijos del pueblo, la burguesía emergente, enquistada en el poder del Estado, ha demostrado sobradamente intenciones y voluntades.
Sufrimos hoy un gobierno que no oculta sus intenciones, aunque realice maniobras para disfrazar algunas de sus jugadas y ambiciones. No ha logrado, por ejemplo, ocultar en su lenguaje envuelto de populismo, que este es un gobierno de ricos, para ricos; un gobierno profundamente clasista, que dedica sus esfuerzos a fortalecer y enriquecer a su clase, y esto incluye disponer de todas las herramientas y recursos del Estado en favor del grupo dominante, y también de sus socios extranjeros, una élite de ricos especuladores atraídos con la idea de tener un país a su servicio, que no les exige invertir en proyectos productivos sino en utilizar sus recursos en diversión y entretenimiento, especulación y lavado de dinero.
Con estos elementos se ha ido configurando y fortaleciendo un grupo burgués aspirante a constituirse en bloque histórico dominante (como identificación de contenido económico-social y forma ético-política), en el cual no solo se mueven los agentes burgueses y oligárquicos, sino también clanes y grupos que podemos definir como lumpen-burgueses, de mentalidad y actitud entreguista (aunque presenten un discurso soberanista), asociados al crimen organizado y narcotráfico transnacionales; a este conglomerado se le suma una parte considerable de capas medias-altas urbanas, con nexos con fuerzas políticas de los EEUU, tanto locales como de la diáspora salvadoreña ya establecida y enraizada en aquel país del norte. Hoy esa amalgama parece también haber accedido crecientemente a ententes o acuerdos con delegados imperiales.
Esas fuerzas profundamente reaccionarias y antipopulares, asientan una parte de su dominación en la represión a cargo de la fuerza armada y la policía, así como en la disuasión a partir del control judicial y legislativo, pero construye también su hegemonía a través de la manipulación ejercida desde el control de medios de prensa, información y comunicación, sumado al resto del aparato cultural (incluidas las redes sociales) como ejes necesarios para la construcción de consenso y sentido común en torno al discurso oficial.
Todo ese enorme mecanismo de producción y reproducción de ideología, de garantía para el crecimiento de capitales, ganancias y expansión del bloque dominante, es lo que sufre a diario el pueblo salvadoreño, sus grandes mayorías empobrecidas, enajenadas y alienadas, un fenómeno adelantado por Marx, que describe la forma en que el trabajo produce riqueza y genera lujo y belleza para el patrón capitalista, pero que para el trabajador representa (o adopta) la forma de miseria y amargura:
“Ciertamente el trabajo produce maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero para el trabajador chozas. Produce bellezas, pero deformidades para el trabajador. Sustituye el trabajo por máquinas, pero arroja una parte de los trabajadores a un trabajo bárbaro, y convierte en máquinas a la otra parte. Produce espíritu, pero origina estupidez y cretinismo para el trabajador”.
Karl Marx, El trabajo enajenado, en Manuscritos Económico-filosóficos
En El Salvador de 2022 debemos comprender la enajenación de las masas en un sentido distinto al que describe acertadamente el padre de la filosofía de la praxis en las condiciones concretas de aquel capitalismo industrial del siglo XIX. Hoy, el subempleo, la marginalidad, la incapacidad material de obtener recursos para la subsistencia por medio del trabajo, pero también la creación artificial de un mundo fantástico, promesa de eterno futuro irrealizable, que pretende hacer olvidar el cruel presente, manteniendo masivos conjuntos sociales subalternos adormecidos, son manifestaciones de aquella enajenación de masas y facilita la explotación de recursos y seres humanos en todas las formas posibles. Pero, por sobre todas las cosas, paraliza conciencias y desmoviliza (o, en caso dado, inmoviliza).
Represión preventiva
Combinar la represión con la manipulación es uno de los atributos del actual régimen, y recurre a la primera tanto de manera preventiva como para asegurar que el adormecimiento masivo continúe. Ejemplo de esto fue el secuestro la semana pasada de un crítico del gobierno de turno, Luis Rivas, usuario de la red social Twitter y conocido en ella como @_elcomisionado_ , quien fue sacado de una reunión familiar sin ofrecer resistencia, por personal policial y varios hombres vestidos de civil, conducido a un lugar desconocido sin señalar cargos, pero dejando claro que la razón del incidente eran las fotos reveladas que mostraban a un hermano del presidente, Karim, sin función alguna en el aparato del Estado, pero que en un claro ejemplo del abusivo nepotismo del clan de gobierno, utiliza los recursos del pueblo, como la seguridad y los vehículos estatales, para su servicio personal.
Resulta evidente que los señalamientos del activista de redes sociales ponian en evidencia al régimen al tiempo que contradecían la falsa narrativa oficial, que pretende culpar a gobiernos anteriores de la corrupción, incapacidad y manipulación que son, en realidad, características propias del actual gobierno. También demuestra que lo que molesta al régimen es la verdad, no los insultos, porque no persigue a quienes desde sus cuentas ridiculizan, cuestionan y atacan, en muchos casos utilizando el mismo lenguaje visceral y denigrante que los acólitos y troles oficialistas, pero reacciona de manera enérgica con el aparato represivo estatal cuando las pruebas difundidas comprometen la narrativa oficial con hechos probados o comprobables.
Ante el agravamiento de la crisis económica, que afecta crecientemente a mayores porcentajes de la población sin que la actual administración ofrezca respuestas satisfactorias, esta sigue recurriendo a distractores; así se comprenden las renovadas acusaciones de la Fiscalía impuesta por el régimen contra diversos funcionarios del último gobierno del FMLN dadas a conocer esta semana.
Las razones para la protesta
Por supuesto que la represión no se limita a los casos anteriores, sino que abarca la continua y permanente ola de detenciones arbitrarias al amparo del ilegítimo e inconstitucional régimen de excepción, en el que se escuda la supuesta guerra contra pandillas, que no ofrece otro perfil que la persecución, represión y asedio a las comunidades más pobres y empobrecidas del país.
Sin embargo, destacamos los casos de detención ilegal de Luis Rivas (como antes sucedió con otro incómodo activista digital contra la implementación del Bitcoin) y el caso de los ex funcionarios del FMLN, porque señalan otra elevación del nivel de represión selectiva y política, cada vez más orientada a limitar y eliminar cualquier voz disonante o crítica con el régimen.
Esta semana volvió a evidenciarse la inutilidad de contar con un Procurador de DDHH como el actual, que ya no solo ignora las más de 70 muertes de personas en las cárceles del régimen, desde que se iniciaran las draconianas medidas represivas en marzo pasado, sino que ha llegado al ridículo de ofrecer “reconocimientos” a dos de los máximos responsables de las violaciones de DDHH denunciadas por familiares de detenidos, el ministro de justicia y seguridad, y el propio presidente de la República. Todo esto con la repugnante intención de ganar créditos para su reelección a un cargo que ha deshonrado desde su llegada.
Marchar en defensa de la vida
Pero si la situación de la represión, las violaciones a los DDHH y el desmontaje de las medidas más elementales del Estado de Derecho, son razones para marchar contra este gobierno cada vez más despótico, no lo son menos las causas que generan la situación de deterioro evidente de las condiciones materiales de vida de las grandes mayorías populares.
Sin duda entre ellas destaca el aumento de la pobreza. La semana anterior, organizadas por la Universidad Centroamericana, José Simeón Cañas, UCA, se desarrollaron las “Jornadas de reflexión económica”. Entre diversos profesionales, la economista Julia Evelyn Martínez, citó la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM) 2021, para subrayar que la pobreza a nivel nacional abarcaba a un 24.6 % de la población. “Es una situación, en la cual las condiciones que sostienen de forma cotidiana la vida de las personas, sencillamente se están derrumbando, y hay dos señales de alerta de que estamos frente a una crisis de sostenibilidad de la vida”, indicó la investigadora.
Una de aquellas causas es que la población ha perdido su capacidad de satisfacer sus necesidades vitales, reflejándose en los niveles de hambre y desnutrición en el país. Otro factor es el deterioro de las condiciones que hacen posible la producción de bienes y servicios, generando escasez de recursos.
La conclusión generalizada de los distintos profesionales participantes del evento, fue que la probreza crecerá y con ella el hambre generalizado. Con datos de EHPM 2019, el economista Josué Andres Olivo calculó que con el aumento del precio de la canasta básica del 2022, la pobreza puede subir hasta siete puntos en este año.
La EHPM de 2021, por otra parte, reveló que en El Salvador hay 1.75 millones de personas que viven en condición de pobreza monetaria (recursos limitados para comprar alimentos). Sin embargo, esa cifra aumenta a 1.94 millones si se considera la pobreza multidimensional, una metodología que evalúa si los hogares tienen acceso a servicios básicos para lograr un desarrollo pleno y satisfacer sus necesidades. Según otro de los participantes, el economista René Hernández, el crecimiento del país será entre 1 % y 1.2 % para este 2022, por debajo de las proyecciones oficiales, que lo situaban en el 2.5%, o superior.
Nuestro pueblo, en todo caso, no necesita datos macro económicos para saber que desde que este gobierno de campañas publicitarias y maquetas “apaga fuegos”, que el presidente saca a relucir cada vez que una crisis de imagen puede afectar su popularidad, los precios de los productos básicos para la mesa popular (pan, maíz, tortillas, frijoles, arroz, verduras, pollo, aceite), así como servicios esenciales (agua, energía, gas), suben semana a semana, por más propaganda pro-gubernamental que paguen desde CAPRES en cada periódico, radio y television del país, para hacer olvidar esa cruda realidad.
Estas son las causas por las cuales diversos sectores de la sociedad van anunciando su incorporación a la protesta. Causas justas y dignas, que van mucho mas allá de las miopes consignas de sectores electoreros que solo parecen ver un horizonte establecido por la agenda del régimen, y no uno de luchas por las causas justas del pueblo trabajador.
Es verdad que existen en El Salvador amplios sectores populares manipulados, alienados, confundidos por un aparato mediático omnipresente pero, poco a poco, y en la medida que la resistencia al mismo acumula fuerzas en el campo popular, van surgiendo más sectores sociales que comprenden la necesidad de la resistencia, de la lucha en las calles, única opción real para que con ese ejemplo nuevos sectores se sumen a enfrentar un régimen arrogante y autoritario, que parece convencido que a este pueblo se le puede manipular por siempre.
Es a las fuerzas revolucionarias que corresponde obligar al régimen, con la lucha organizada del pueblo, a recordar la historia, y así reconocer que dictaduras más crueles y salvajes han caído en estas tierras, a pesar de que muchas veces aquellos dictadores se sintieran erróneamente omnipotentes.
El 15 de septiembre será un peldaño más en la larga lucha contra la autocracia y el fascismo. La izquierda revolucionaria, sin duda, habrá de expresarse con colorido, consignas y banderas, con el orgullo que da acompañar siempre las batallas que libra el pueblo. Allí, en la acumulación permanente de fuerzas, se podrán forjar las bases de alianzas diversas del pueblo en lucha, caminando codo a codo con sectores combativos en defensa de sus distintas reivindicaciones, y no con quienes pretenden componendas entre burgueses para que todo cambie pero que todo quede igual.