Hace una semana afirmábamos que los tiempos políticos en Nuestra América parecían acelerarse hacia la segunda mitad del año en curso y que lo mismo podía decirse de El Salvador, en la medida que la grave crisis política y económica en el país ya no resultaba controlable para el gobierno tan solo a fuerza de propaganda, publicidad, mentiras masificadas en redes sociales y medios de prensa controlados con dinero público. La mentira siempre tiene un límite, y en la medida que éste se supera es necesario recurrir a otras estrategias.
También afirmábamos que el bukelismo cada día se acercaba más al uso de la fuerza, tanto policial como militar, e incluso paramilitar, para controlar el descontento popular, previsiblemente explosivo en un corto plazo, en la medida que las penurias que el régimen descarga sobre las espaldas del pueblo resultan cada vez más insoportables.
El factor pandillas y los pactos con Bukele
Esta semana el régimen se vio forzado a escalar los niveles de la confrontación política en vista que varios temas sensibles están escapando de su control. Uno de ellos tiene que ver con la entrega de un cabecilla de pandillas reclamado por crímenes en EEUU, a quien el gobierno se niega a extraditar, en virtud de los ya bastante conocidos pactos entre criminales (administración Bukele y pandillas). Aunque un solo caso ha salido ya públicamente con nombre y apellido, las versiones circulantes en relación al tema de las extradiciones hablan de hasta cinco pandilleros requeridos.
El problema para el régimen tiene que ver con sus pactos con pandillas, que en caso de romperse por parte del gobierno, y más aún en momentos de enorme voracidad estatal por recursos financieros, impediría al ejecutivo “compensar” las extradiciones con dinero fresco para las pandillas. El resultado previsible será la reacción de los grupos criminales elevando la tasa de homicidios, haciendo colapsar la farsa del plan control territorial, con cuya excusa Bukele y su clan han venido esquilmando las arcas públicas y endeudando la nación, sin resultado alguno.
Con su Corte Suprema Ad Hoc, fabricada a la necesidad personal del Ejecutivo, con abogados usurpadores que solo reciben y obedecen órdenes con despreciable servilismo, el régimen se dispuso a ignorar los reclamos de extradición, y la CSJ cumplió en principio con la voluntad del tirano.
Sin embargo, la reacciones colaterales comenzaron a sentirse casi de inmediato, y es de suponer que se incrementarán. La más conocida, sin duda, es la circulación de una lista ampliada de nombres añadidos a la Lista Engel, en la cual aparecen más familiares directos, amigos, y funcionarios muy cercanos a Bukele.
En principio se menciona la suspensión de visados para ingresar a EEUU, pero se habla también de congelamiento de cuentas y activos en territorios de aquel país. No estamos en condiciones de confirmar esos datos, pero la sola mención de esta potencial amenaza para los Bukele, incluidos dos de los hermanos con más peso en el clan, Karim y Jousseff (la oscura mano detrás del Bitcoin), podría explicar la desesperación por intentar resolver el tema, o bien desviar drásticamente la atención con algo que no solo sirva de efecto distractor para “su“ público local, sino que sea de interés para Washington.
Montaje del aparato de persecución política judicial
Si hay algo en que coinciden los intereses de los gobiernos de EEUU y de El Salvador, es la necesidad de eliminar toda capacidad política por parte del FMLN, desarticular su organización, ya debilitada a causa de sucesivas derrotas electorales y conflictos internos, y finalmente desmoralizar a sus bases, trasladando el desaliento a sectores de la población que resiste la avalancha de mentiras, y que deposita sus esperanzas de lucha y superación en la simbólica aspiración de resistencia que representa el FMLN en una parte del imaginario colectivo.
Esas acciones de desprestigio y de ataque son imprescindibles para que el régimen pueda consolidarse y maniobrar el control social de amplios sectores de la población a través de la manipulación.
Es en este sentido que es necesario leer varios acontecimientos concatenados de la vida nacional. Nos referimos en primer lugar al recurso de la persecución político-judicial de la oposición de izquierda y de cualquier referente de esa corriente de pensamiento, lanzada desde el inicio de la gestión Bukele hace dos años, pero escalada dramáticamente en los últimos días. Esta escalada no excluyó a sectores demócratas o progresistas, pero señalamos que el eje del ataque fue y es la izquierda revolucionaria, en cualquier de sus manifestaciones
El narcotráfico en la cima del Estado y la justicia
Previamente fue montado todo el escenario mediático populista de un sistema de justicia inquisitorial al servicio del poder ejecutivo, con un fiscal general espurio, Rodolfo Delgado, sin credenciales legítimas para ejercer el cargo que usurpa, un ministro de seguridad, Gustavo Villatoro, que constituye, junto al anterior y al director de la PNC, Arriaza Chicas, una triada relacionada reiteradamente con delitos de narcotráfico a lo largo de sus oscuras carreras, y que hoy han ascendido hasta tener el control de todo el aparato de persecución, represión y condena por parte del Estado.
De tal manera que el aparato de persecución política fue aceitado y programado a partir del 1 de mayo de este año. Las comisiones parlamentarias no tienen otro objetivo que no sea aplaudir y secundar hipótesis e intereses presidenciales y pretender asumirse como tribunales inquisidores, destinados solo a investigar a opositores y negar cínicamente cualquier posibilidad de cuestionamiento a sus corruptas estructuras de poder enquistadas en el gobierno, en Nuevas Ideas, en GANA y en el conjunto de sus socios políticos.
Así sucedió con la investigación sobre ONGs y de sobresueldos, al tiempo que la comisión encargada de revisar el tema del agua se inclinó abiertamente por la privatización y el ventajismo hacia las empresas explotadoras del líquido, siempre garantizando ganancias para el grupo de poder económico local que lucha por convertirse en hegemónico. Simultáneamente, la militarización masiva anunciada por el presidente en un nuevo discurso mesiánico, de claro corte fascista, adelanta la respuesta violenta a la más que previsible resistencia. Finalmente, los anuncios del vicepresidente respecto a posibles referendos de consulta ante una nueva constitución, ya adelanta las intenciones más claras del régimen de perpetuarse mucho más allá de los términos temporales de un periodo gubernamental. Para eso también, para imponer una nuevo modelo de Estado, con nuevas reglas, es imprescindible el respaldo de los sables y los fusiles.
Escalando el conflicto
Es en esas condiciones que Bukele y sus secuaces lanzan esta semana pasada su ofensiva contra ex funcionarios de gobiernos del FMLN, lo ejecuta como juicio mediático, al más burdo estilo de los circos romanos, y lo hace violando toda posible norma del derecho de manera evidente. De tal modo que de inmediato debe considerarse las razones de semejante actitud. Lo conclusión más evidente es que no existe sustento alguno para las causas que montarán y los expuestos al escarnio público serán posiblemente puestos en libertad por jueces que no encuentren razones válidas para perseguirlos. El objetivo, en todo caso, parece haber sido el de juicio y condena mediática.
No será de extrañar que si un juez decente hace lo correcto y libera a estos presos políticos, de inmediato la furia de las redes de fantasmas digitales y troles de todo tipo al servicio de las comunicaciones de CAPRES, se unirán al mandatario en sus airados reclamos exigiendo la destitución y la expulsión de todo magistrado que se atreviera a frustrar los deseos presidenciales.
Esto es, ni más ni menos, el establecimiento formal y sin retorno, de una dictadura del estilo más rancio y tradicional, dispuesta a utilizar a las masas como todo régimen fascista las ha utilizado a lo largo de la historia, y cuando eso falla utilizar las armas en poder del Estado contra su pueblo, al que ya en más de una ocasión el propio Bukele se refirió como “el enemigo interno”.
Sin embargo, es evidente que este tipo de medidas represivas y de tan mala prensa, sobre todo hacia la comunidad internacional, ante la cual el gobierno milenial se sigue desprestigiando hasta niveles sub-cero, no eran la primera opción en el esquema de dominación del bukelismo.
¿Qué precipitó las cosas?
Por un lado, como ya se mencionó, la nueva lista Engel compromete directamente a la familia Bukele y pone en evidencia todo el aparato de corrupción montado desde CAPRES, en connivencia con viejos elementos del partido GANA, como el ex presidente Saca, encarcelado pero con claros lazos con Bukele y Nuevas Ideas. Además, los altos niveles de corrupción generaron los actuales picos de endeudamiento, y junto a ellos el peligroso peregrinar de El Salvador al borde de la bancarrota, el default o la caída en el mundo de los fondos buitres y los bonos basura.
Pero por otro lado, la alternativa ideada por los Bukele de recurrir a las criptodivisas ha chocado como un tren de alta velocidad contra el gigantesco muro de la indiferencia y descontento ciudadano ante la iniciativa. Esto es, acelerando el camino hacia el fracaso económico de esa iniciativa, solo bien vista por los grandes carteles lavadores de dinero y criminales de cuello blanco del mundo de la especulación financiera.
Así las cosas, con la crisis acelerada, el rápido empobrecimiento de la población, que sufre el alto costo de la vida, la elevación de los servicios, el camino de no retorno en la recuperación de empleos, la expansión de los niveles de pobreza y pobreza extrema, la insatisfacción popular crece exponencialmente, y con ello las movilizaciones son cuestión de (poco) tiempo.
Un grave error de cálculo y de arrogancia (propia de ignorantes)
Era necesario agitar el viejo fantasma de los mismos de siempre, para reorientar la agenda a su favor. Pero la persecución política no es una medida que solo le traiga ventajas, porque al ejecutar de manera tan burda esta ofensiva, Bukele y sus secuaces comenzaron a despertar a un gigante dormido, o al menos aletargado por no lograr aún salir de sus contradicciones internas, producto del proceso derivado de derrotas electorales y políticas.
Sin embargo, el ataque frontal, despiadado y mediático tan burdo y bajero, incluyendo el intento de denigrar la imagen de dos mujeres respetadas internacionalmente por su desarrollo profesional y presentadas con cascos, esposas y chalecos antibalas, como vulgares narcotraficantes, tensó una fibra que Bukele jamás debió tocar.
La militancia roja, más allá de sentirse adscripta a alguna de las diversas corrientes de pensamiento interno en el FMLN, no dudó en aunar esfuerzos y banderas, convocatorias y consignas, y tensar de punta a punta del país sus fuerzas, dispuestas a marchar, denunciar, defender y acuerpar a los primeros presos políticos del régimen fascista de Bukele.
Las primeras maniobras del terrorismo de Estado se implementaron desde la llegada de los iniciales contingentes de militantes a la sede policial donde arbitrariamente fueron conducidos los detenidos. A esa unidad de investigaciones policiales llegaron de inmediato fuerzas antimotines con la inútil intención de intimidar a una militancia fogueada en hechos más graves que unas cuantas miradas torvas de unos matones disfrazados de policía.
Volvieron a repetir el error el domingo en los juzgados, y ahí las fuerzas antimotines tuvieron que enfrentar el desprecio del pueblo expresado a gritos y en mantas que lo decían todo: FUERA LA DICTADURA. Una militancia ofendida y dispuesta a la batalla, que llegó preparada para resistir y defender el derecho a la libertad inmediata de los detenidos.
Si Bukele y los mafiosos que desde CAPRES manipulan las redes y desde la OIE pretendían perseguir por medios paralegales o directamente ilegales a la militancia del FMLN, y que con ello las mujeres y hombres de izquierda se atemoricen y retrocedan, rápidamente comprobaron que no sería el caso. Y que mejor sería que se preparara a tener que encarcelar a muchos militantes populares, sin por ello lograr sus objetivos.
Por lo demás, si algo logró Bukele y sus cada vez más desafortunados y vulgares mensajes por redes sociales, fue trasladar la indignación al ámbito internacional. Desde diversos países y Foros internacionales condenaron los hechos, difundieron las nefastas imágenes, y lo pintaron como lo que es, una histriónico, casi payasesco mandatario, que parece haber perdido en muchos casos el sentido de la realidad.
Bukele sigue actuando como si fuese el protagonista de un video juego, sin llegar a comprender que con cada nueva violación a los derechos humanos de la ciudadanía, él y sus secuaces se acercan un paso más a la cárcel donde, sin lugar a dudas terminarán acompañando a Antonio Saca y compañía.
Bukele juega sus cartas y sigue subestimando la inteligencia y paciencia del pueblo. Insulta inteligencias con sus tuits pero la suya empieza a perder de vista la disminución drástica y permanente de su propia popularidad.
El Bitcoin fue un ejemplo, el agua otra prueba, y hoy las detenciones, con las reacciones negativas tanto en el país como fuera de las fronteras salvadoreñas, deberían quizás llevarlo a algún tipo de reflexión. Pero es inútil. No es capaz de cambiar su estilo infantil y arrogante, poco inteligente e inmaduro, de huir siempre hacia delante, encerrarse en su mesianismo que le hace sentirse infalible. Por eso, no le queda más alternativa al pueblo que mostrarle el camino. El de la lucha, la resistencia, la denuncia y la batalla de las calles y las ideas. Al fin y al cabo, el viejo refrán parece seguir teniendo la razón: el vivo a señas….
Las próximas batallas
Los elementos para las próximas batallas están servidos. Para el FMLN esto representa una oportunidad de oro. La posibilidad de unificar fuerzas detrás de una objetiva unidad en la acción, capaz de sumar esfuerzos nacionales e internacionales que vayan asediando la frágil y cristalina torre de marfil del dictador, quien aún no entiende aquella regla de oro de la guerra de no abrir frentes simultáneos de batalla. Hoy Bukele, tiene muchos, demasiados, frentes abiertos, una popularidad que ya no le alcanza para acomodar sus poses dictatoriales, un frente internacional que no solo le da la espalda sino que pasó abiertamente a la oposición y la confrontación, y para colmo de sus males, ha contribuido de manera clara a unificar a sus adversarios.
Las piezas están colocadas. La batalla ha comenzado mucho antes de que los neofascistas lo hubieran deseado. Las fuerzas populares no deberían desaprovechar la oportunidad.