A juzgar por la rapidez con que se desarrollan los acontecimientos, no solo en El Salvador sino a nivel regional y continental, esta segunda mitad del año 2021 parece orientarse a un acelerado crecimiento / acumulación de diversos factores de lucha en distintos lugares; cada uno con sus propias características y naturaleza, pero en definitiva enmarcadas en la disputa continental entre fuerzas antagónicas.
Por un lado, la fuerza del imperialismo, sus aliados locales y lacayos embarcados en una ofensiva que afecta este continente, aunque no se limita a ese espacio geográfico exclusivamente, como se ve en el complejo entramado de idas y vueltas entre China y EEUU, Rusia- EEUU, la inestable situación en Medio Oriente, particularmente el caso del pueblo palestino, o crisis como la actual en Sudáfrica, entre otras.
En la contraparte, y refiriéndonos ya solo a Nuestra América, es evidente que la protesta en Colombia no se acaba, aunque vaya sospechosamente alejándose de las portadas de grandes medios en el mundo, para ser reemplazada por el tema de interés central de los EEUU, la “crisis de Cuba” o “crisis humanitaria de Cuba” como han pretendido presentar al mundo las maniobras ofensivas de una operación comunicacional-militar y de inteligencia, enmarcada en las tácticas de guerras híbridas (no convencionales), de cuarta y quinta generación, que desataron desde distintos puntos del planeta a partir del mes de junio 2021, las fuerzas imperiales y sus aliados.
En esa contraparte incluimos por supuesto en lugar destacado la reacción del pueblo y el gobierno cubano, que nuevamente recuerdan con sus hechos la figura eterna, ejemplar y heroica de Fidel. Con su ejemplo invulnerable e invencible tomaron las calles y ciudades, dinamitaron las campañas de falsa informaciones, desmontaron las mentiras con los hechos, y tuvieron junto a su enorme valentía y coraje, el acompañamiento de la solidaridad internacional, que defendió cada embajada que los mercenarios de ultraderecha en varios países pretendieron atacar, muchas veces bajo la mirada complaciente de las fuerzas de seguridad locales, como el caso de Chile, por poner solo un ejemplo de varios reportados.
Pero no fue solo el caso de Cuba, y no solo se oculta o silencia la batalla de Colombia, sino que también se observa la derrota de mercenarios en la Cota 905 en Venezuela, el asesinato del presidente de Haití a manos de mercenarios colombianos y haitianos con nacionalidad estadounidense, claros indicadores de la continuidad beligerante de las intenciones imperiales en la región. Del mismo modo, parece haber sido neutralizado, al menos temporalmente, el “flujo de gasolina mediática y diplomática” que pretendía generar un incendio social y político en Nicaragua. También se redujo el ruido mediático en relación a Perú y casi milagrosamente los grandes medios dejaron de hablar de los cambios previsibles que siguen insinuándose en el acumulado de fuerzas populares chilenas, detrás de un proyecto que promete arrasar con el escuálido y moribundo legado pinochetista.
Estamos pues en medio de un gran escenario de batalla, y lo estamos aún en los lugares donde ese escenario de combate parece más alejado y distante. Porque lo que estamos presenciando es el repliegue de una fuerza imperial en crisis y declive que, ante los diversos escenarios de conflicto en el mundo y su retroceso objetivo ante las fuerzas que se le oponen a nivel global, decide –administración Biden al frente- recogerse y reclamar “sus” territorios, “sus” fueros, establecidos por ellos y solo para ellos en la arcaica Doctrina Monroe.
Por eso despliega sus fuerzas, y el alto mando del Comando Sur desarrolla una ingente actividad en la región, abarcando Argentina, Uruguay, Panamá, Paraguay, El Salvador, República Dominicana (precisamente en el momento en que se producía el magnicidio al otro lado de la isla). Este proceso lleva ya varios meses, y en cada lugar han llegado con distintas propuestas y presiones. En última instancia, con los acontecimientos ya conocidos en Cuba, las piezas empiezan a ponerse en línea y se entiende mejor el tablero en su conjunto.
En ese tablero no hay nada más importante y estratégico que Cuba. Esto es válido para los pueblos de Nuestra América como para sus enemigos, las fuerzas imperiales y sus aliados.
En efecto, para los pueblos del mundo Cuba es símbolo y ejemplo, esperanza y guía. Representa cada uno de los valores que permiten al ser humano reclamar ese carácter. Es solidaridad, calidez, decisión y esfuerzo para superar cada desafío, es valentía, heroísmo, capacidad de sacrificio imposible de imaginar, sentido de lo colectivo y superador como elemento superior al individualismo suicida; Cuba es dignidad y su nombre se asocia con las mejores cualidades que se pueda asociar a un pueblo. Y todo ello a pesar de las gigantescas campañas de difamación, de aislamiento, de ahogo, de búsqueda sin fin de quebrar ese espíritu colectivo para reemplazarlo por la traición, el egoísmo, la cobardía, la venta de valores que no tienen ni podrán tener jamás un precio digno.
Por eso, para nuestros pueblos, la defensa de Cuba es nuestra propia defensa; es la defensa del futuro posible de los pueblos en lucha. Para que Cuba sea quebrada sería preciso un genocidio comparable al infame resultado de la llamada Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), que dejó un Paraguay que sacrificó hasta el último de sus hijos, postrándolo por 150 años, hasta nuestros días, ya que aún hoy no se recupera de aquella infamia a manos de sus vecinos, Argentina, Brasil y Uruguay, que actuaron como boca del cañón imperial británico.
Las fuerzas imperiales quisieran repetir aquella negra historia, con otros protagonistas pero con fines igualmente despreciables. Si eso sucediera, si Cuba finalmente sucumbiera, sería el fin de todos aquellos ejemplos, de aquellas esperanzas. Porque para los EEUU y las oligarquías latinoamericanas, el aplastamiento de Cuba es condición sine-qua-non para proceder al aplastamiento de las esperanzas continentales. Cuba sería solo el primer paso imperial hacia la aniquilación de las esperanzas de cambios, ya no revolucionarios sino de cualquier tipo que se aleje del orden imperial mundial y su régimen económico de desastre y destrucción, incluyendo la del medio ambiente.
Por eso Cuba no solo no debe caer, sino que debe ser además la prioridad en las luchas de los pueblos del mundo. No de palabra, no semántica, sino concreta y militante, activa y real, en la forma que sea que la Revolución Cubana, sus mujeres y hombres en lucha, lo necesiten, tanto desde los gobiernos amigos como de los pueblos y partidos con dignidad de nuestro continente, sea cual sea el nivel de desarrollo de las condiciones de lucha revolucionaria en cada uno de nuestros países.
El Salvador
Puesta la situación en contexto internacional es menester dedicarse a observar en detalle lo que sucede en El Salvador. De un solo vistazo, podemos afirmar que el país está cada día más convulso, más agitado. Quienes con cierta esperanza votaron por el actual gobernante, augurando con ello cambios en sus perspectivas de vida, la modernización de un país que sufre aún con enormes inequidades e injusticias, empiezan a ver que el tiempo corre, que ya pasaron más de dos años y que el escenario no resulta alentador.
Incremento descomunal de las tarifas de servicios públicos como el agua, la energía eléctrica, el precio del gas, la gasolina, el creciente ejército de desempleados, subempleados e informales, los precios de la canasta básica disparada hacia las nubes, mientras las familias productoras del campo sufren hambre y miseria, los homicidios, feminicidios y desaparición de personas que no dejan de sucederse a pesar de las excusas y ocultamientos del gobierno; otras dos cifras aumentan, aunque el gobierno se empeñe en ocultarlas o maquillarlas: los casos de covid-19 y el número de migrantes, incluyendo en esto una cantidad de niñez no acompañada. Estos asuntos afectan al conjunto de la sociedad.
Otros temas se suman a los anteriores y aunque en apariencia afectarían a sectores específicos de la sociedad en realidad nos afectan a todos. Uno de ellos tiene que ver con las justas reivindicaciones reclamadas por veteranos de guerra, tanto del FMLN como de la Fuerza Armada. Sus reclamos afectan a todos y todas porque son testimonio vivo, y como tal, obstáculo que mientras exista resultará insalvable para poder hacer efectivos los macabros planes de Bukele y sus cómplices de la camarilla gobernante.
No usamos la palabra macabro a la ligera. El plan es macabro porque pretende conseguir que el pueblo salvadoreño olvide su historia, o reniegue de ella. Esto es, obligarlo a repetir su historia, sus sacrificios, sus errores y aciertos, sus dolores. Eso es lo macabro: condenar a un pueblo a recorrer, una vez más, el doloroso camino de la muerte a la que conducen los engaños de la alianza oligárquico-burguesa emergente.
Renegar de la historia es condenarnos a repetirla. Esos planes oscuros son los que impiden nuestros veteranos y veteranas, porque ellos representan la historia viva. Con ellos en pie de lucha no hay discurso lleno de patrañas como la del publicista de CAPRES, acerca de la supuesta “farsa de la guerra”. Por eso es urgente y necesario acompañar esas luchas justas, y sumarlas al conjunto de reivindicaciones populares.
Hoy, ante una protesta nacional generada a partir de la arbitrariedad e irrespeto a los acuerdos y reglas del Instituto de Veteranos, el gobierno recurrió una vez más a las fuerzas represivas. Según Bukele, sigue sin usar sus granadas de gas lacrimógeno, por ahora. Pero cada vez se le ve más dispuesto a utilizarlas, en la medida que sus acciones publicitarias, el país de fantasía que dibujan desde presidencia, no coincide con aquel que el pueblo ve, vive, siente y sufre diariamente.
Es importante recordar que no pocos de los movilizados este día, a los que acudió la Unidad de Mantenimiento del Orden a disolver, fueron parte importante de quienes cayeron en el engaño del aparato de propaganda de los Bukele, apoyaron su candidatura, hicieron campaña y por supuesto votaron por el actual gobierno, que los traicionó.
No debemos olvidar que ante la crisis financiera del Estado, a raíz de los robos y desfalcos del ejecutivo, con la excusa inicial de la pandemia y posteriormente con la de que “el pueblo para eso los eligió”, desde CAPRES están desesperados por fondos, en la medida que acciones como las del Bitcoin han generado profunda desconfianza de la banca internacional y en las multilaterales, lo que les demora o impide el acceso a dinero fresco en condiciones razonables de mercado. Así las cosas, el fondo de veteranos se convierte sin duda en un apetecible botín para la mafia gubernamental.
Lo anterior abre paso a otro asunto que debería interesarnos a todos y no solo a un sector específico. De acuerdo a diversos indicadores y sobre todo a partir del comportamiento depredador del gobierno en materia financiera, los fondos de pensiones se perfilan como otro elemento en peligro ante esa voracidad.
Sin duda, no fue para dilapidar dichos fondos que “el pueblo los eligió”, tal como corremos peligro de escuchar de alguno de los diputados de la bancada celeste, que no parecen muy preocupados en hacer el ridículo y quedar en evidencia con tal de cumplir los deseos del clan en el poder. Así se demostró en las imágenes observadas de la comisión especial establecida para fomentar la persecución judicial de opositores, intentando liquidar al mismo tiempo organizaciones no gubernamentales que, a su juicio, no les son afines y leales.
Tal como organizan la persecución a los medios, hoy lanzan sus ofensivas sobre ONGs, y sobre funcionarios que participaron en anteriores gestiones, en este caso en su calidad de diputadas y diputados. Aunque el espectáculo de linchamiento político público se les revirtió, lo cierto es que ello no altera sus posibles planes de persecución. Lo advirtieron en forma de amenaza en más de una ocasión durante el lamentable espectáculo de censura, misoginia, incapacidad, y mala educación comprobada, de que hicieron gala durante unas 5 horas de vergonzoso interrogatorio sin fundamento, pero que sirvió para dejar en blanco y negro la ignorancia supina de cada integrante de dicha comisión.
A todo lo anterior le sumamos el despótico asalto a las instituciones contraloras y de información pública, que no cesa, pues ahora amenazan desde CAPRES con perseguir a quienes, en su calidad ciudadana, revelen información de las declaraciones patrimoniales de los actuales funcionarios públicos, o los casos de probable enriquecimiento ilícito. Este tipo de datos, cabe aclarar, habían sido de domino público y de acceso a través de organismos que hoy fueron virtualmente desmantelados por la camarilla gobernante.
La verdad es perseguida y encarcelada, expulsada y exilada. La única verdad que el régimen de Bukele pretende que exista es la de sus campañas publicitarias, pero este recurso se va agotando cada vez con mayor rapidez.
El país de fantasía, se revela en toda su oscura realidad, y poco a poco, hasta aquellos que aplaudían y justificaban arbitrariedades, ocurrencias y violaciones a la ley, si era el presidente quien lo hacia, hoy van menguando en número, va creciendo su silencio, o van siendo ahogadas sus expresiones por las cada vez más tumultuosas y vibrantes voces del pueblo, que se niegan a seguir calladas y aceptar mansamente un destino fatal.
Las paredes empiezan a gritar NO AL BITCOIN, las mantas y pintas de ABAJO LA DICTADURA, se expanden por el país, mientras el gobierno, desde el presidente a sus ministros, pasan del insulto y la ridiculización de la protesta y las quejas a la amenaza y el uso de la fuerza. Ya la semana pasada lo describimos. Esta semana le tocó a los veteranos. Y no ha habido ley de contención de las manifestaciones, que eso y no otra cosa es el estado de emergencia sanitaria que pretendieron implementar por 90 días ante la evidencia de una realidad que los supera, que pueda ni podrá contener la protesta social.
La chispa del descontento parece cobrar fuerza. Quizás tenga que ver con la creciente consciencia adquirida por nuevos sectores sociales afectados por la realidad y la crisis, no por la propaganda. No hablamos ya de la presiones internacionales; empiezan a ser, por fin, diversos actores de la realidad nacional quienes expresan su descontento. Son buenas señales. Jamás se apagó la llama de la lucha popular; hoy la chispa que perdura amenaza con hacerse incendio. Las fuerzas populares y revolucionarias tienen tareas históricas que cumplir.
19 de julio de 2021, aniversario 42 del Triunfo de la Revolución Popular Sandinista y a 45 años de la caída en combate del Comandante Mario Roberto Santucho.