COMUNICACIONES: Teatro de operaciones principal en la lucha política en América Latina

Nada es para siempre

Ponencia presentada el 5 de octubre de 2019 en el encuentro convocado por el  ISH

Estamos aquí para hablar de comunicaciones, de las comunicaciones como una herramienta de lucha, y en particular nos piden que detallemos algunos aspectos de la estrategia del partido en esta materia.

Sin embargo, creemos que antes de poder entrar en verdad en materia –en aspectos de la estrategia de comunicaciones del partido, de las comunicaciones como una herramienta de lucha de los pueblos- debemos empezar por ponernos de acuerdo en varias premisas básicas.

PRECISIONES CONCEPTUALES

Es decir que debemos recorrer el camino algo sinuoso pero certero y preciso de los conceptos. Precisar por ejemplo, el concepto de partido y el del tipo de partido que tenemos y que, tal como se discutió y debatió con gran frecuencia a lo largo de esta serie de encuentros, trata del partido que necesitamos.  Partimos, como nos lo señalara el compañero D. S. con su habitual acuciosidad en estos temas, del concepto de un partido revolucionario. Diríamos nosotros, además, de un partido de revolucionarios (y revolucionarias, de acuerdo a las exigencias idiomáticas relativas a la equidad de género). 

Aunque suene “anticuado,” según dicen muchos “modernos asesores y consejeros” que van y vienen por el mundo con nuevas teorías que pretenden dejar atrás las concepciones marxistas, estamos hablando del modelo de partido leninista:

(“¿Qué representa una minoría organizada? Si esta minoría es realmente consciente, si sabe llevar tras de sí a las masas, si es capaz de dar respuesta a cada una de las cuestiones planteadas en el orden del día, entonces esa minoría es, en esencia, el partido. Y si camaradas como Tanner, a los que tomamos particularmente en consideración, por tratarse de representantes del movimiento de masas -cosa que difícilmente se puede decir de los representantes del Partido Socialista Británico-, si tales camaradas están a favor de que exista una minoría que luche decididamente por la dictadura del proletariado y que eduque en este sentido a las masas obreras, esa minoría no es, en esencia, otra cosa que el partido “) Lenin, 23/07/1920 Documentos del Congreso de la III Internacional.

Esto quiere decir que nuestras comunicaciones, nuestra estrategia de comunicaciones, debe corresponderse a la de un partido de esa característica y naturaleza y no de cualquier otro tipo de partido. Y para aclarar mejor esta definición, que queremos compartir, partamos de algunas afirmaciones:

1) el  FMLN no tiene carácter de partido debido a una graciosa concesión de la burguesía. No somos ni seremos un partido, y además un partido revolucionario, porque un papelito diga que tenemos registro en el sistema.

2) tampoco nos da nuestro carácter de partido el hecho de tener o no diputados, o de tener o no alcaldes, ni tan siquiera concejales. No. El carácter de partido revolucionario reside en su militancia revolucionaria, lo que Graham Greene llamaba “El Factor Humano”, entre otros elementos que en su momento abordaremos.

Para decirlo claramente, participar o no en elecciones no nos da nuestro carácter de partido, al menos no del tipo de partido que necesitamos. Podemos o no participar en elecciones, con este u otro instrumento político electoral, como lo ha demostrado a lo largo de su trayectoria de luchas el pueblo salvadoreño, que ha creado o utilizado las herramientas a su alcance cuando fue necesario para entrar en esa disputa electoral, que debe servirnos para avanzar en la agitación, en el desarrollo de la movilización, la organización y la elevación de la conciencia de lucha de amplios sectores populares.

Otro elemento que determina claramente el carácter de un partido de clase, que represente y defienda los intereses del pueblo trabajador y los sectores populares, es su posición (no solo teórica sino en la práctica) en relación a la cuestión del poder. Podemos afirmar sin pecar de maximalistas que un partido revolucionario es tal en función de su posición frente a aquello que es su razón de ser: la resolución de la cuestión del poder, de las formas y métodos, de la estrategia y la táctica necesarias para alcanzar el poder del Estado con, por y para el pueblo (entendiendo por pueblo como el conjunto más amplio de sectores populares, revolucionarios y sus aliados de clase naturales).

Obsérvese que no limitamos el tema a la cuestión económica de las relaciones de producción, o a la condición de la representación/acción política de los explotados frente a los explotadores, aunque desde luego tampoco podemos hacer abstracción de ello.

Pero intentamos referirnos, en su más amplio sentido, a un partido popular y revolucionario, auténtico representante de las aspiraciones de felicidad del pueblo en su concepto mas abarcador y profundo. A eso que aspiramos, junto con el pueblo, es a lo que llamamos socialismo (y no cualquier socialismo sino un socialismo revolucionario, indoamericano, popular en cuanto a sus más profundas raíces, incluyente, amplio, integrador, respetuoso y defensor de la naturaleza, con el ser humano como objeto y sujeto de la acción política).

Aspiramos pues a tener un país con su pueblo en el poder, en el manejo de su Estado (un Estado que deberá ser profundamente transformado desde sus raíces, en la medida que, por definición, se trata de una maquinaria de dominación -incluso de represión- de una clase sobre otra), en la gestión de sus recursos, de su soberanía, de su lucha permanente por mejorar las condiciones de vida de todos los habitantes de la nación. Un pueblo que además ejerce su solidaridad militante, como sociedad y con los pueblos hermanos en lucha por lograr similares objetivos.

De modo que nuestra práctica militante, en y desde el pueblo, nuestra misión de transformación revolucionaria de la realidad  junto con la gente, evitando tentaciones vanguardistas, y sobre todo nuestra posición y disposición en la cuestión del poder, son otros tantos elementos que van a ir determinando las aristas más marcadas de lo que podemos denominar el carácter revolucionario de nuestro partido.

Dicho esto, las formas de lucha que establece nuestra lectura de la realidad social del país, de su composición de clases, de nuestro tiempo, de nuestro contexto histórico, geopolítico, nacional e internacional, serán todos elementos que determinarán como enfrentamos a nuestro enemigo principal y más peligroso (otro elemento que debe estar claramente definido para poder formular estrategias adecuadas).

Un compañero, en una sesión anterior, se preguntaba, nos preguntaba al colectivo participante de aquel debate, cuál era la línea actual del partido. Lo traemos a colación porque estamos convencidos que esa línea debe ser entendida, además, como la definía el camarada Le Duan: “Una línea es el deseo de triunfo de los individuos”.

La línea es, en ese sentido, una guía para la acción (o línea de acción, dicen algunos): un objetivo

Los pasos para lograr ese objetivo deben adecuarse en función de determinados cambios de la realidad en la que desarrollamos nuestra actividad. Esa línea, a su vez, define ante la sociedad que partido somos, es decir define también el carácter del partido.

Pero también la línea, para su correcta aplicación, requiere de una estrategia y tácticas adecuadas, elementos que deben ajustarse a los tiempos, realidades y circunstancias para que aquella aplicación contribuya a materializar ese “deseo de  triunfo de los individuos” que conformamos esta unidad revolucionaria que se llama Partido.

Ese elemento que nos permite plasmar aquel deseo de triunfo en realidad, se llama “Organización”. Por eso Le Duan nos recordaba que “no basta con tener una línea correcta (apegada a una lectura acertada de la realidad objetiva), es necesaria una organización para llevarla a la práctica, para hacerla realidad. Esa organización es el partido estructurado.

Algunos elementos acerca del periodo

No solamente necesitamos ver el tipo de partido del que hablamos para poder definir el tipo de comunicaciones que pensamos y necesitamos, sino que también ese partido ha de ser colocado en el contexto tanto nacional como internacional del periodo histórico en que desarrolla su accionar político.

A eso  precisamente apunta uno de los elementos de este Foro, cuando habla de la comunicación política en tiempos de contrarrevolución. Recuerdo en un plática sobre Marxismo a la que nos invitaron no hace mucho tiempo, insistíamos en subrayar que ”nada es para siempre”, que el movimiento constante y contradictorio de las cosas y la sociedad, hace que las leyes de la dialéctica nos permita afirmar lo anterior.

Esto viene al caso, porque en la invitación que nos han hecho a este encuentro hablan de “tiempos de contrarrevolución”, y viene bien entonces recordar aquella afirmación de Schafik: “donde hay revolución hay contrarrevolución”. Pues bien, creo que es válido afirmar también lo contrario. En tiempos que las fuerzas antipopulares y reaccionarias obtienen diversas ventajas tácticas, tanto electorales como políticas, es decir en tiempos que la contrarrevolución obtiene algunas victorias TEMPORALES Y TRANSITORIAS, es también el tiempo que la revolución (o mejor dicho, las y los revolucionarios organizados) deben hacer su parte para, en primer lugar limitar los efectos del avance de la derecha, en especial en la conciencia de las grandes capas populares de la sociedad, pero también es el tiempo de trabajar muy intensa y seriamente en la organización, en la educación y la formación de los sectores más conscientes, que pueden haber caído en el desánimo, o en la compra de los engaños de la derecha. Esto incluye, en más de una ocasión,  a nuestros propios camaradas y aliados.

Traducido en lenguaje de consignas esto puede quizás resumirse en organizar, educar, informar, comunicar, movilizar, luchar junto y con el pueblo en todas las formas posibles de resistencia ante el avance contrarrevolucionario, para neutralizarlo, revertirlo y pasar a la contraofensiva.

Por eso son tan importantes las definiciones, porque nos sitúan con mayor precisión en un punto, nos ofrecen el contexto, el entorno donde se desenvuelve nuestra vida, y esto aplica no solo en lo coyuntural, sino en un sentido mucho mas amplio, tanto en lo nacional como en lo internacional.

Dependencia y subdesarrollo

Para poner algunos ejemplos: vivimos en un entorno dominado por el modo de producción capitalista. Dentro de ese sistema capitalista, desde hace unos cuarenta años nos encontramos inmersos en el modelo neoliberal a nivel de América Latina, aunque en el caso de El Salvador, las circunstancias de la guerra retrasaron en casi diez años el inicio de la implementación del modelo. Pero, en esta parte del mundo donde vivimos, este capitalismo tiene una característica propia de todo el sistema y otra muy particular de esta parte del mundo.

La primera, es que el sistema capitalista en el que vivimos atraviesa un larguísimo periodo de crisis estructural, que inició en la segunda década del siglo pasado, y que a pesar de diversas acciones y momentos en que intenta resolver superficial y temporalmente aspectos de la crisis del sistema, lo cierto es que no logra salir de la misma de manera definitiva. Al contrario, algunos hechos han profundizado dramáticamente la misma, por caso, la crisis del petróleo de los años 70 del siglo XX, o el de las subprime (hipotecas) en el 2008, que continúa manteniendo al sistema en jaque.

De hecho, el modelo neoliberal en el inicio de su aplicación representó la búsqueda de una salida a esa crisis estructural del sistema capitalista.

La otra característica es propia de una parte del planeta que vive en capitalismo. Se trata de la dependencia. Nos situamos en este sentido como un país, una región, un continente, caracterizado como parte del CAPITALISMO PERIFERICO DEPENDIENTE. ¿Dependiente de quien? Del Imperialismo, es decir de los grandes centros de concentración capitalista mundial (a nivel político, económico, militar y cultural) ¿Periférico con respecto a qué? Con respecto a los mismos grandes centros de poder imperial hacia el cual, en materia económica, van a parar las transferencias de excedentes de la renta nacional en todas sus formas (renta de la tierra, renta industrial, servicios, etc.).  

En la división internacional del trabajo nuestro país, nuestra región, también tiene asignaciones, trabajos a desarrollar, que podemos encontrar ya sea en función de producción agrícola (como algodón, café, por citar algunos) en determinados momentos de la historia del desarrollo capitalista dependiente de El Salvador y Centroamérica, y que hoy se centra en la maquilas, los call centers y otros servicios, muchos de ellos basados en las modernas tecnologías de la información y las comunicaciones.

A lo largo del desarrollo del capitalismo dependiente en El Salvador y Centroamérica,  diversas vías han sido adoptadas o propuestas por parte de las

fuerzas encargadas de hacer  que el sistema permanezca lo mas estable posible, esto incluyó aquella idílica y falsa premisa de los ideólogos de la CEPAL, en los años 60 y 70 del siglo pasado, que promovían la idea de sustituir importaciones mediante la industrialización de los países periféricos, es decir desarrollando industrias nacionales. Todo esto sobre la base de una cuestión esencial: una “alianza de clases” entre explotados y explotadores “nacionales”, es decir de las clases trabajadoras con las burguesías locales. Ya sabemos en lo que terminó el experimento para América Central (y también para el resto del continente, por supuesto).

Pero no hay una sola visión de la dependencia, o mejor dicho, una sola teoría de la dependencia.

Una de las teorías provenía de la CEPAL y el famoso economista Raul Prébisch, de que el problema eran los injustos y desiguales términos de intercambio (las potencias centrales pagaban cada vez menos por las materias primas y nosotros cada vez más por las manufacturas importadas, y esto no era una cuestión coyuntural sino sistémica). De esa lógica se desprende que sería posible romper la dependencia mediante el desarrollo de la industria nacional y la ya mencionada sustitución de importaciones. Esta teoría lleva a la lógica que la contradicción principal para los pueblos del Tercer Mundo, en particular para América Latina, era Liberación (Nacional) o Dependencia. Ilusoriamente se pensaba que desarrollando capitalismo en el marco del subdesarrollo, nos podríamos “liberar” de la dependencia de las potencias centrales y sus concentraciones monopólicas que gobiernan el mundo.

Pero hay otra visión, la teoría marxista de la dependencia, que comprende que el desarrollo dentro del subdesarrollo, no es un camino para salir de la pobreza de los pueblos, sino que es parte de la ley de ganancia del capitalismo. Que las grandes potencias centrales se benefician de la ampliación capitalista en el mundo subdesarrollado en la medida que eso abre las puertas para colocar en estos mercados de consumidores los excedentes de USA, Europa, Japón, etc.,  que van quedando desfasados en la gran lucha inter-monopólica, que demanda sin duda los máximos adelantos tecnológicos para competir al mas alto nivel en las metrópolis o centros de poder, pero que puede utilizar tecnologías menos avanzadas en sus mercados dependientes. En una palabra, lo que ya es obsoleto en “el Norte” llega como novedad al Sur subdesarrollado.

Esta visión marxista, rechaza la idea de que una alianza entre la burguesía y el proletariado en las diversas naciones favorecería a la Clase Obrera; en ese sentido la contradicción principal seguía siendo, a la luz de este análisis, Burguesía – Proletariado.

Todo esto se relaciona, con las concepciones asociadas al análisis del imperialismo (desde Lenin y Rosa Luxemburgo)  hasta la teoría del subdesarrollo capitalista, que explicó en primer lugar, la propia Rosa Luxemburgo (Katz, 2019):

La dimensión económica del imperialismo.

Al igual que Lenin, Luxemburgo estimaba que la competencia obliga a los capitalistas a incursionar en el mercado mundial, para capturar nuevos territorios. Pero Rosa atribuía esa compulsión a la existencia de mercancías invendibles y a la necesidad de realizar en la periferia, la plusvalía no absorbida en las economías centrales. Por el contrario, Lenin explicaba el imperialismo por el proteccionismo, la supremacía financiera, el monopolio y la exportación de capitales sobrantes.

Mientras que la mirada de Lenin ha sido actualizada por los teóricos del capital rentista, el enfoque de Luxemburgo es retomado por los teóricos del Nuevo Imperialismo. Resaltan especialmente el papel de esa nueva configuración para lidiar con la sobreproducción global itinerante. Yo creo que esta segunda vertiente es más fructífera, en la medida que evita todos los inconvenientes de localizar exclusivamente la crisis en el plano financiero.

En la interpretación política del imperialismo existió total convergencia entre Lenin y Luxemburgo. Ambos cuestionaban la ilusión de impedir el estallido de la Primera Guerra Mundial mediante pactos entre las potencias. Objetaban las ilusiones en el desarme negociado y convocaban a la lucha para impedir la matanza de los pueblos. En esa actitud frente a la guerra radica, en mi opinión, el eje de la teoría clásica del imperialismo. En un período de grandes guerras por la apropiación del botín colonial, ese enfoque aportó el fundamento político para el rechazo revolucionario de la guerra.

Ese escenario se modificó radicalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX. Pero mediante el Pentágono, la CIA y los marines, el imperialismo persiste como el gran instrumento de dominación de las empresas transnacionales. Luxemburgo señalaba especialmente que el capitalismo se sostiene en el uso de la fuerza. Y como el sistema necesita recurrir a esa coerción, es un gran error suponer que el imperialismo ha sido reemplazado por rivalidades meramente hegemónicas, disputas ideológicas o búsquedas de consenso.

Yo creo que se incurre en el mismo equívoco, cuando se analizan las relaciones internacionales en términos de unipolaridad o multipolaridad. La dramática vigencia del imperialismo se verifica en las guerras que devastaron al continente africano y al mundo árabe y que han desintegrado varios países para asegurar la captura de las materias primas.

Luxemburgo nos aportó también el primer análisis de la forma en que la periferia queda plenamente integrada a la dinámica global del capitalismo. Detectó las relaciones desiguales que vinculan a las economías dominantes y subordinadas y anticipó las teorías del “desarrollo del subdesarrollo” . Describió especialmente cómo la periferia es doblemente esquilmada por succiones económicas y pillajes coloniales y señaló, además, que la acumulación primitiva de capital no fue sólo un proceso histórico de preparación del capitalismo. Constituye una dinámica recurrente en el funcionamiento del sistema.

De esa mirada surgió el concepto de acumulación por desposesión. Ya no se aplica al estudio de la depredación de las colonias durante las grandes guerras, sino al análisis de la expropiación que implementa el neoliberalismo especialmente en el terreno de las privatizaciones o el extractivismo. (Texto completo en: https://www.lahaine.org/cL4P”)

Sobre el subdesarrollo, vale la pena rescatar este texto del Che, retomado por Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina. Nuestra cita es de la página web de Radio Rebelde:

 “9 de abril de 1961.- En la revista Verde Olivo se publica el trabajo del Che titulado “Cuba, ¿excepción histórica o vanguardia en la lucha anticolonialista?”, en el cual hace un análisis del desarrollo de la Revolución y de los problemas que deben asumir los países sub-desarrollados.

Expresa: “¿Qué es subdesarrollo?”

Un enano de cabeza enorme y tórax henchido subdesarrollado en cuanto a sus débiles piernas o sus cortos brazos no articulan con el resto de su anatomía; es el producto de un fenómeno teratológico que ha distorsionado su desarrollo.
“Eso es lo que en realidad somos nosotros, los suavemente llamados “subdesarrollados”, en verdad países coloniales, semi-coloniales o dependientes. Somos países de economía distorsionada por la acción imperial, que ha desarrollado anormalmente las ramas industriales o agrícolas necesarias para complementar su compleja economía”.

Y agrega:
“ El “subdesarrollo”, o el desarrollo distorsionado conlleva peligrosas especializaciones en materias que mantienen en la amenaza del hambre a todos nuestros pueblos”.

En ese mundo subdesarrollado, con una serie de funciones especificas como país y como región dentro del sistema de división internacional del trabajo  se desenvuelve la vida económica, política y social en El Salvador.

A lo largo de los años, en El Salvador pero también en el resto de América Latina, las teorías desarrollistas, impuestas por la CEPAL y sus tecnócratas mantuvieron un pulso, una disputa con las concepciones marxistas, no solo en el terreno teórico, sino en el determinante espacio de la disputa de los pueblos.  

También otras teorías que surgieron en América Latina, vinieron con el tiempo, y creemos que de alguna manera a su pesar, a contribuir a la reduccionista visión de los desarrollistas y otros teóricos del subdesarrollo y la dependencia, pero no desde el punto de vista marxista. Incluimos aquí, por ejemplo, a la Teología de la Liberación, que tanto bien trajo a nuestros pueblos en líneas generales de lucha, de solidaridad, de resistencia, de esperanza, pero que objetivamente en este tema se sumaba a muchas de las visiones de la CEPAL, en aspectos que finalmente llevaban a una visión “no rupturista” con el sistema, sino a la búsqueda infructuosa de métodos que aliviaran el sufrimiento de los pobres, de los “marginados”, de los “excluidos”.

Así llegamos a uno de los puntos centrales que queremos abordar. Después de años de lucha revolucionaria, de haber utilizado todas las formas de lucha que estuviesen a la mano del pueblo, de las violentas a las no violentas, desde las militares a las pacíficas, de  las legales a las ilegales, de la lucha abierta a la clandestina, de la resistencia a la ofensiva, de la paralegal a la electoral, de la reivindicativa a la revolucionaria, de la lucha de masas a la lucha clandestina. Después de haber adoptado con éxito cada una de esas diversas formas de lucha que utiliza la inteligencia popular para buscar la victoria, llegamos, primero a ganar la paz y luego, a partir de adoptar las luchas electorales y parlamentarias como forma dominante de nuestras batallas, conquistamos el Ejecutivo.

Sin que vayamos aquí a abundar en los aspectos críticos que se subrayaron en diversas asambleas y círculos partidarios, queremos detenernos un momento en aspectos centrales en torno a los cuales la crítica popular fue especialmente dura con nosotros: haber llegado al gobierno y no haberlo utilizado para transformar revolucionariamente la sociedad, si no en sus estructuras, al menos en su conciencia.

Creemos que en este punto está nuestro mayor problema; para decirlo de una manera cruda y algo dura, constituyó o fue percibida como una virtual RENUNCIA A LA UTOPIA REVOLUCIONARIA.

Desde el partido y desde el gobierno enarbolamos en muchos casos y bajo conceptos tan extraños para cualquier partido revolucionario como el de la “gobernabilidad”, nuestros parámetros para gobernar, manejando las contradicciones a base de acuerdos y concesiones al bloque de la burguesía oligárquica, que en todo momento fue frenando cada intento de avance de las ideas revolucionarias implementadas en proyectos concretos. Ante cada obstáculo nuestra respuesta fue el dialogo, la búsqueda de acuerdos que superaran los impases, sin darnos cuenta que el tiempo no jugaba a nuestro favor, que cada día era un día mas de desilusión para la gente, que no veía un partido y un gobierno firme frente a las maniobras de su enemigo.

Así, sobre las frustraciones populares se fueron gestando las ideas populistas que finalmente llevaron al gobierno a derechistas neoliberales disfrazados de socialdemócratas.

Justificábamos que nuestra forma de gobernar la hacíamos con los más pobres en mente, y era verdad, pero eso también es una característica de organizaciones economicistas, sindicales, sociales, religiosas, como por ejemplo la opción preferencial por los pobres. Sin embargo, eso no le otorga un carácter revolucionario. Asumimos en la práctica la LUCHA POR LA JUSTICIA SOCIAL y  LA TEORIA DE LA INCLUSION SOCIAL (incluir al excluido)

Lo anterior puede resumirse como promover la inclusión al sistema a quienes no tienen techo, salud, trabajo, educación, etc. Respetable desde el punto de vista humanista, cristiano, etc. pero no deja de ser una búsqueda, un intento (infructuoso, por cierto) de “reformar” el sistema, de limarle sus aristas inhumanas y bestializantes, que precisamente son la esencia del mismo. Parecíamos olvidar que la brutalidad de la explotación humana para cumplir con la obtención de ganancia  como ley fundamental del capitalismo, es prioritaria por sobre cualquier otra necesidad de satisfacción humana. 

Por eso, desde el punto de vista marxista, desde el punto de vista del análisis del cual no nos debemos apartar, esos  supuestamente “excluidos” son, en realidad, funcionales al sistema capitalista, son el producto más acabado del capitalismo. Su supuesta exclusión es la forma en que están incluidos, y resultan esenciales porque constituyen parte del ejército de desempleados que garantizan mantener controlado a la baja el salario de los trabajadores.

Inútiles cementerios de elefantes

No pretendemos agotar el tema del subdesarrollo y las teorías de la dependencia en una simple exposición, pero sí traerlo a nuestra conciencia, a nuestra atención, porque creemos que es necesario revisar los diferentes enfoques y propuestas del actual gobierno para comprender, con una mirada atenta, desde el análisis marxista, tanto económico como histórico, que prácticamente todas las propuestas programáticas del gobierno no son mas que refritos, réplicas, copias burdas de programas que a la luz de las políticas  desarrollistas han sido implementados a lo largo de Nuestra América en distintos períodos de nuestra historia. Programas que por cierto, como lo ha demostrado la experiencia de su aplicación a través de la imperial Alianza para el Progreso, han fracasado en cada uno de los países donde fueron implementados, dejando como herencia un reguero de pobreza, hambre, miseria, aumento de la sobre y súper explotación en virtud del crecimiento exponencial del ejército de desocupados, además de dejar efectos destructivos y contaminantes para varias generaciones posteriores, una vez que esas experiencias abandonan los países, dejando tan solo los esqueletos inservibles de una infraestructura ya inútil, como si de un cementerio de elefantes se tratara.

Puede ser objeto de debate que planteemos en esta tesis que muchos de los planteos actuales del gobierno tienen que ver con propuestas ya fracasadas implementadas varias décadas atrás en medio del apogeo de un modelo mas conservador y proteccionista de capitalismo periférico dependiente.

Esto parecería contradecir la habitual afirmación que la propuesta de la administración Bukele es puro neoliberalismo (lo aparentemente opuesto a las opciones proteccionistas muchas veces impulsadas desde las mismas propuestas de la  CEPAL y otros organismos similares).

Sin embargo, Marx sostenía desde el inicio de sus análisis sobre el desarrollo del capitalismo que ambas expresiones (liberalismo y proteccionismo) son partes del mismo fenómeno, como un círculo en el que uno toca al otro; así para el capitalista la “libertad de mercado, de comercio, de intercambio” es respetable y defendible cuando ese capitalista no tiene enfrente un competidor eficiente capaz de tomar ventaja de la libertad de mercado. En ese caso, empieza a prevalecer el proteccionismo. Ejemplo de esto lo hallamos  en los Estados Unidos de estos días, bajo la presidencia de Donald Trump. Nadie negará la esencia neoliberal del modelo económico de los EEUU, pero eso no impide a los jerarcas de las finanzas de aquel país establecer medidas profundamente proteccionistas contra, por ejemplo, China.

Del mismo modo, en el caso del gobierno de El Salvador, mientras promueve la reducción del Estado, mediante despidos y eliminación de instituciones, debilitamiento de otras,  a través de la cooptación de sindicatos pro patronales en detrimentos de aquellos que defienden a los trabajadores, como medida intermedia hacia la tercerización y la privatización encubierta (caso ISSS, STISSS). Pero mientras se busca promover las inversiones extranjeras en las mejores condiciones para el inversor, implementan (o al menos se proponen) programas de desarrollo logístico (carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y puertos), promoción del turismo externo e interno, etc. , etc  todas expresiones de los modelos desarrollistas dependientes orientados a hacer encajar la producción del país en el  concierto de la división internacional del trabajo. En este aspecto, es importante conocer trabajos como el de Claudio Katz acerca del capitalismo dependiente en América Latina en el siglo XXI, con las actualizaciones correspondientes en relación a las mismas tesis que se presentaban en los años 60 y 70 del siglo XX. (Katz, Claudio. América Latina desde la Dependencia)

Un factor que a nuestro juicio debe tomarse en cuenta  tiene que ver con la explosión del desarrollo tecnológico mundial en particular en materia de comunicaciones y, en segundo lugar la aplicación de estos desarrollo en el esquema mundial de guerra de cuarta generación.

El desarrollo tecnológico, el individualismo y el fetichismo de la mercancía

Vivimos abrumados por el uso masivo de tecnologías que han desatado un vendaval de productos (reales o ficticios) que han servido para cambiar de manera radical el punto de vista de las personas, su interacción humana y hasta su sensación de pertenencia a una dimensión distinta, que le genera la impresión (solo la ficticia impresión) de estar más y mejor informado, de ser protagonista de los hechos, aunque estos se desarrollen a miles de kilómetros de distancia.  También vivimos tiempos en que profundas transformaciones sociales y políticas se producen aparentemente en razón del desarrollo de esas tecnologías.

Pero todo eso lo vivimos en un contexto histórico, del que no podemos ni debemos olvidarnos: la sociedad actual es hija natural del neoliberalismo, que ha impregnado la psiquis de la sociedad durante al menos 30 años. ¿Qué fomenta el neoliberalismo? Por sobre todo, el mas acérrimo individualismo; el sálvese quien pueda. Esa sensación de que el poder está en el individuo y no en el colectivo, es un producto fabricado por medio de la cultura (el cine, la radio y la televisión, la industria de la publicidad, la literatura), el desarrollo de los medios, pero sobre todo a través de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Es el terreno propicio donde impera la lógica que “el individuo prevalece”, y que ese individuo, dotado de los canales tecnológicos adecuados para mantenerse informado, pero también para hacer conocer su opinión, es prácticamente autosuficiente, capaz de tomar decisiones “informadas”.  La expansión al mercado del consumo de productos digitales permite tener la falsa idea de que “todo lo tengo en la palma de mi mano”, y que lo que sea lo consigo solo, no necesito de mi vecino, ni siquiera en muchos casos de mi familia o amigos. Y de la misma manera que nos hacemos en apariencia “independientes”, en realidad nos estamos haciendo cada vez mas dependientes de una tecnología que sirve de herramienta para la información, la desinformación, la micro información  y la construcción de una verdad al gusto de cada individuo, pero dominado por quienes controlan el centro de esas comunicaciones, los grandes centros de poder a través de satélites, grandes unidades de procesamiento de bases de datos de la población mundial, etc: esa “verdad prefabricada, orientada, a gusto de cada uno” es lo que se puso de moda con el nombre de post verdad.

Lo explica Ignacio Ramonet: “yo tengo mi verdad, tu tienes la tuya pero la mía es mejor porque es mía”.

Ese mecanismo de la post verdad, de la neomentira, del uso de las tecnologías para manipular las mentes de los individuos, no surge de la noche a la mañana, empieza desde los tiempos que cierran empresas estatales, despiden personal, lo indemnizan, generan mayores ejércitos de desocupados, desarticulan sindicatos y organizaciones de apoyo mutuo entre trabajadores, promueven que los desempleados generados a partir del desmantelamiento del aparato estatal se conviertan en emprendedores (vendedores informales, etc) y con ello la competencia salvaje, por la supervivencia, entre los mismos que hasta ayer fueron compañeros con intereses comunes (colectivos e individuales). Así el individualismo se va fortaleciendo y se aleja poco a poco de la tradicional condena moral, la censura al egoísmo, a la insolidaridad.

La post verdad es entonces, una poderosa ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA DE LA VERDAD, que permite manipular a los individuos en función de aquello que, a través de la neurociencia, el neuromarketing, la inteligencia artificial y los análisis de bigdata, se determina claramente como los elementos emotivos y sensitivos que motivan a los individuos a moverse en uno u otro sentido.

La fecha de caducidad de la post verdad

Es posible mentir a todos durante un plazo más o menos prolongado, pero no es posible mentir a todos todo el tiempo.

La manipulación de la realidad a través del control de la prensa, o de las plataformas digitales convertidas en redes sociales de uso masivo, ha venido jugando desde hace unos años, aproximadamente desde el inicio del ciclo  de gobiernos progresistas, que avanzaron en América desde el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela, un papel cada vez más predominante por parte de las fuerzas de derecha e imperiales.

El uso de esas técnicas de manipulación de datos, creación de falsas percepciones e incidencia en la decisión de los votantes en periodos electorales empieza a ser bien conocido desde que Obama ganara su primera presidencia con el uso masivo de la plataforma Facebook (2009)

A partir de allí, y con una serie de casos emblemáticos, donde prevalece el sentido crítico hacia el sistema de partidos, propuestas con aparente visión horizontal de gobierno pero, en cualquier caso basado solo en la generación de apariencias, de percepciones inducidas asentadas en la promoción del odio o el recelo hacia el distinto, el diferente, a “lo antiguo o viejo” en fin, apelando a los agravios acumulados de las sociedades,  como el uso que hizo de Twitter Donald Trump (USA), Bolsonaro (Brasil), Macri (Argentina), Macron, Le Pen (Francia), el partido Vox (España), Bukele (El Salvador), podemos observar toda una serie de elementos que plantean posiciones rupturistas en políticas locales, que ganan posición a través de las redes sociales.

¿Por qué sucede esto? En particular con posiciones extremistas de derecha. El profesor Toni Aira, codirector del Máster en Comunicación Política de la UPF Barcelona School of Management, lo explica de la siguiente manera:

“Una de las cosas que triunfa en la red es la simplificación de los mensajes donde se hace un consumo procrastinado de la comunicación. “Existen tres factores que influyen mucho a la hora de consumir mensajes en redes sociales: la simplificación, la personalización y el impacto especialmente emocional”.

“La simplificación significa ni más ni menos que los mensajes son cortos, fáciles de entender, hablar en titulares y twits de manera muy directa”, detalla el experto. “Las personas son el gancho, un individuo de referencia que atrae y no te deja indiferente” y añade que el impacto emocional también es imprescindible “porque pasan muchas cosas a nuestro alrededor y por ello, necesitamos algo que nos impacte y nos emocione, que nos genere algo”.

Las fuerzas políticas de extrema derecha cumplen con estos tres factores a la perfección. “Disponen de mensajes simples, tiran de tópicos o leyendas urbanas, un personaje de referencia carismático como Trump o Le Pen y apelan a las emociones y miedos”, constata Aira. “Son una maquinaria perfecta para ser virales”.

“Buscan constantemente la parte emocional de los mensajes y su objetivo es conseguir viralizar algo que inicialmente tenía un recorrido cero. Por este motivo, no buscan esquivar la controversia, al contrario, la buscan constantemente”.

(https://www.lavanguardia.com/economia/management/20170214/422867490/extrema-derecha-triunfa-en-redes-sociales.html)

Pero, como todo tiene su final, también la post verdad ha de tenerlo. Esa fecha de caducidad, sin duda la determinan los pueblos, cuando se cansan de aceptar mentiras como verdades, cuando se agota la paciencia de los pueblos para esperar el cumplimiento de promesas siempre postergadas. 

El caso reciente de Argentina resulta emblemático. Si algo tuvo el gobierno de Macri, desde aun antes de configurarse como tal, y en realidad desde que Macri inició su carrera a la presidencia, fue el mantener la fidelidad y el control absoluto de los grandes medios de comunicación, tanto tradicionales como digitales. Por otra parte, una vez asumió el gobierno, despidió a los trabajadores de prensa que no eran totalmente fieles a su línea, incluida la mayoría de trabajadores de la agencia oficial TELAM, cerró medios, y revirtió la ley de radiodifusión más avanzada del continente.

Es decir que Macri gobernó sin un solo medio en contra, con un control casi absoluto también del sistema de redes sociales más influyentes, y con el apoyo de los llamados “influenciadores”. Con ese ejército al que se sumaron millones de cuentas automatizadas conocidas como  trolls y bots, dominó de manera monopólica el panorama mediático en su país. De tal manera que sus mentiras y promesas incumplidas, así como la reversión de programas, y el devastador despliegue de brutales medidas neoliberales contaron con la complicidad mediática que impedía a la población conocer con facilidad la verdad.

Sin embargo, el fin de la post verdad está llegando a la Argentina, su pueblo decidió que había llegado la hora de poner fin a la mentira y la manipulación. Y todo eso sucedió en apenas un periodo presidencial. Recordemos que la reelección para un segundo periodo es aceptado en Argentina. Sin embargo, a pesar de haber contado con un aplastante poder mediático Macri tiene casi asegurada su derrota en la próxima contienda.

¿Cómo explicamos el caso de Argentina?  Por la aplicación de una constante movilización y agitación de los sectores populares, en resistencia permanente ante el avance arrollador de las medidas de hambre y miseria impuestas desde el gobierno. Si los medios masivos de información y comunicación, así como el dominio de las redes,  estaban en manos de la derecha, el pueblo fue a las calles, a las paredes, a los teatros callejeros, y por supuesto a las formas organizadas de la solidaridad entre iguales (ollas populares, comedores infantiles y familiares, fondos para los necesitados, cooperativas y formas económicas comunitarias, incluido el trueque de trabajos, mercancías, etc, etc.). A esto se sumó el uso de las formas tradiciones de comunicación escrita, cuando se podía, y también la disputa de las redes sociales, en forma de movimiento alternativo.

Ese uso de redes no pretendía de la noche a la mañana derrotar a un enemigo demasiado poderoso, sino acumular experiencia, crecer, y neutralizar gradualmente el efecto del aparato enemigo.  El acumulado de TODAS LAS FORMAS DE COMUNICACIÓN, que se corresponden con TODAS LAS FORMAS DE LUCHA, dio como resultado que el pueblo argentino está apunto de derrotar el brutal proyecto de restauración neoliberal.

¿Es acaso Argentina la excepción a la regla?  Afirmamos que no. Hoy el panorama nos muestra una América Latina con Ecuador insurrecto, Venezuela resistente, Cuba indómita, Argentina resurgiendo,  Bolivia y Uruguay esperanzados y en lucha, Brasil en organización creciente. Esa es la América que debemos mirar, y con esos ojos mirarnos a nosotros en lucha, no caminando en círculos, intentando digerir derrotas electorales; nos debe encontrar en cambio extrayendo las lecciones de las derrotas políticas. Esas son las que importan, las que de verdad enseñan.

Y así, llegamos al punto del abordaje de las comunicaciones, las cuales debemos diferenciar como el aceite y el agua del llamado marketing político electoral, que a menudo confundimos con comunicación política.

Del mismo modo, debemos abordar la cuestión de las redes sociales. Un fenómeno innegablemente complejo que hasta ahora nos tuvo a  la izquierda de todo el continente intentando pruebas y errores para descubrir que es lo que hacía nuestro enemigo mejor que nosotros para sacarnos tanta ventaja.  Aquí por supuesto que se requiere estudio, análisis, asesoramiento, PERO para enfrentar el fenómeno desde la perspectiva de LUCHA DE CLASES y no de marketing . Esto significa comprender, luchar y aprender a derrotar los mecanismos de manipulación social y política. Hoy, cuando la verdad está tan depreciada, tan pisoteada, cuando la mentira, el insulto y la difamación son considerados por muchos como armas legítimas de lucha, la VERDAD SIGUE SIENDO UN ARMA REVOLUCIONARIA. Debe seguir siendo nuestra bandera, nuestra forma natural y honesta de relacionarnos con el pueblo. En eso, creemos que se sintetiza la aspiración expresada tanto por la militancia en las asambleas, de “recuperar la confianza de la gente, que el pueblo vuelva a creer en nosotros”.

Estamos convencidos que si el pueblo nos ve siempre junto a él, si enfrentamos nuestros problemas y los del pueblo con la verdad como escudo, con honestidad, con sinceridad, sin ocultar errores, debilidades o faltas de conocimiento, la misma gente caminará con nosotros en la superación de las debilidades.

RETOMAR LA INTELIGENCIA POPULAR, RENOVAR LAS COMUNICACIONES POLITICAS ACORDE CON EL PARTIDO QUE PLANTEAMOS SEGUIR CONSTRUYENDO.

Un partido como el FMLN, con un profundo carácter revolucionario, con militantes conscientes y formados política e ideológicamente en la lucha contra el sistema, es un partido en permanente comunicación con el pueblo. Unas comunicaciones preocupadas por el fondo más que por la forma, sin negar los valores de la estética. Unas comunicaciones que generen conciencia, que agiten, que muevan a la rebeldía, que fomente y contribuya a la organización, al crecimiento del partido en base a consciencia no a intereses personales.

Una comunicación que en lo electoral se use como deben ser usadas las otras herramientas partidarias: para trabajar con la gente en la construcción de  organización popular orientada a la construcción, de poder popular desde lo local, de abajo hacia arriba, una comunicación que favorezca el crecimiento del partido (sin que engorde sino que saque músculo). 

Unas comunicaciones a la altura del partido que necesitamos y también del estado de la lucha de clases tanto en El Salvador como en nuestro entorno natural, Nuestra América.

Fin

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