Escalada autoritaria y mediciones de fuerza

La última semana registra una serie de hechos que muestran claramente la profundización de la vena autoritaria del gobierno, envalentonado con la nueva configuración legislativa, de inminente puesta en marcha.

De entre los hechos que podemos destacar en este sentido figura la persecución y acoso, buscando su destitución, de la presidente del Instituto de Acceso a la Información Pública, IAIP, Liduvina Escobar, que completa el operativo gubernamental de control y aniquilamiento efectivo del IAIP, puesto ahora al servicio de los intereses de CAPRES.

El otro elemento a destacar es el cierre gubernamental del Centro Nacional de las Artes, CENAR, como institución de promoción y formación en las artes en El Salvador, que representa un nuevo paso en las concesiones previstas al FMI para la reducción del tamaño del Estado, es decir, una nueva medida de ajuste estructural, sin decirlo abiertamente. Medida que, además, contribuye al objetivo político impuesto por el bukelismo, de promover los niveles más bajos de formación cultural para nuestro pueblo, fomentar el desprecio por la lectura comprensiva, la descalificación de la historia y la memoria histórica, todo ello suplantado con la falsa narrativa de una post-verdad que fomenta en realidad el individualismo y la ignorancia como caminos seguros a la dominación de clase.

En cuanto al tema de la oscuridad informativa se debe incluir los memorándums filtrados del ministerio de Educación, prohibiendo a los docentes dar declaraciones a los medios, informar a estos acerca de cualquier incidente o fallas de infraestructura, entre otras cosas. Lo anterior se suma y acumula a las continuas denuncias y reclamos de los sectores de la salud, como así también de los medios de comunicación y de organizaciones de la sociedad civil, por el secretismo decretado para los próximos 5 años a todo lo relativo a medidas del gobierno en cuanto al COVID, incluida vacunación, planes, resultados, tratamientos, personas afectadas, etc., etc. Todo esto mientras hasta las universidades y organismos internacionales especializados ponen en duda los datos oficiales y se niegan a utilizarlos en sus estadísticas por la nula confiabilidad y transparencia que ofrecen.

En síntesis, el clan Bukele continúa consolidando el régimen dictatorial como un puzzle gigantesco, que ofrece entre golpes de tuits populistas y acciones de manipulación mediática que ofenden la inteligencia, pero que empaquetan como un producto alegremente consumido por grandes masas de población, confiadas en que el gobierno de Bukele  “ha acabado con los mismos de siempre, que es un gobierno del pueblo y que defiende sus intereses y necesidades”.  Es decir, el populismo en su esplendor.

Las dificultades no se apaciguan

Pero, del mismo modo que el régimen va consolidando sus posiciones, sobre todo en el plano interno, enfrenta dificultades en otros diversos escenarios. Dos en particular: el frente externo y la economía.

Desde hace varias semanas venimos señalando la incómoda situación en que se encuentra el clan Bukele y sus socios en el plano internacional, en particular con la nueva administración en Washington. Relaciones tormentosas que no favorecen el clima de negocios que busca promover una oligarquía salvadoreña demasiado dependiente de los intereses y mercados estadounidenses como para aceptar que se ponga en peligro sus potenciales apuestas comerciales y financieras.

Así se explica que mientras una buena parte de los grupos financieros locales dominantes apoyan al grupo que va consolidando su hegemonía, y otros factores económicos, que en principio ofrecían alguna resistencia política a los representantes de la nueva burguesía, se vayan poco a poco plegando a sus exigencias, como es el caso de la ANEP, la Cámara de Comercio, la ASI y los exportadores, otros sectores -dependientes y financiados por esos mismos grupos económicos-, muestren una constante crítica al oscuro accionar gubernamental.

Entre los últimos podemos incluir a instituciones como FUNDE o Fusades, tradicionales grupos de presión y tanques de pensamiento de la oligarquía pero que, al igual que sus patrocinadores, mantienen lazos muy profundos con las representaciones diplomáticas, en especial con la embajada de EEUU.

No son los únicos sectores que reflejan resistencia al avance del autoritarismo. Encontramos allí también centros de pensamiento como la UCA y toda su esfera de influencia intelectual, las organizaciones que velan por los derechos humanos y civiles, las que velan en particular por la libertad de prensa y el derecho a informar y estar informado, entre muchas otras, que podemos enlistar en un muy amplio abanico como pertenecientes al llamado “progresismo”. Gremiales, como la APES, han sido elocuentes en su crítica a las crecientes restricciones al ejercicio de una prensa que se niega a ser genuflexa del oficialismo. Por eso, hasta su presidenta acaba de denunciar haber sido bloqueada en su acceso a las cuentas presidenciales, una vez que diera a conocer la drástica caída de El Salvador al puesto 82 en la Clasificación Global de situación de libertad de prensa realizada anualmente por Reporteros Sin Fronteras, lo que equivale una caída de 8 puestos en comparación al 2020.

Esta actitud de bloquear e impedir el acceso a la información es endémico de funcionarios del gobierno de Bukele, al menos a nivel de gabinete. También vemos que actúan de la misma manera arrogante, barriobajera, autoritaria y maleducada, los nuevos diputados electos por el partido Nuevas Ideas, que no tienen ningún problema en plegarse a la ola de insultos y difamaciones ante cualquier ataque que su caudillo decida emprender, sea contra quien sea, da igual una representante del Congreso USA que cualquier dirigente de partidos u organismos no afines al gobierno y, por supuesto, a medios de prensa y periodistas, a quienes amenazan e insultan de las maneras más soeces, en especial si se trata de mujeres,  sin que por ello el Fiscal General se moleste en actuar de oficio.  

Las falsas ilusiones de un fiscal

El caso más reciente sucedió este pasado sábado por la noche cuando el presidente decidió, según sus propias palabras, “hacer bullying” al medio digital El Faro, jactándose que nuevos legisladores de su partido ignoraron invitaciones a participar en un evento de ese medio, y ridiculizando a la oposición, que decidió participar. Las reacciones no se hicieron esperar, pero lo que debemos destacar es la visión fascistoide del gobernante salvadoreño y sus más cercanos, como el casi seguro próximo presidente del Legislativo, Ernesto Castro, que se empecina una y otra vez en amenazar y dar por sentado que su objetivo es destruir todo resquicio de oposición. Nuevamente, con el silencio cómplice del ministerio público.

Resulta interesante revisar al menos rápidamente la actuación de la FGR, que este fin de semana ha desarrollado junto con el nuevo ministro de justicia, una serie de acciones que culminaron con la detención de alcaldes (uno del FMLN y otro de GANA – partido que apoya al gobierno y con el que Bukele corrió en las presidenciales-, aunque los medios fieles al gobierno prefieren destacar solo al del partido de izquierda, o bien adjudicar al alcalde de San Rafael Obrajuelo, de GANA, una adscripción al partido ARENA).

La serie de detenciones incluye una veintena de personas acusadas preliminarmente de cohecho y otros delitos relativos al mal uso de fondos o bienes públicos. Se conocen pocos detalles de las acusaciones, y apenas se van sabiendo nombres de detenidos, entre los que se incluyen ex diputados y asesores de izquierda, así como actuales concejales municipales.

Ya no resulta llamativo el despliegue publicitario, con el ministro de Justicia a la cabeza, y la FGR informando a golpe de tuit, acerca del desarrollo de las acciones, en la medida que toda acción de este tipo pasa a ser sistemáticamente utilizada como arma de ataque político.

Mientras tanto, casos como el del fraudulento relevo del ministro de Agricultura, Pablo Anliker y el de su oscura adquisición de un hotel de lujo en las costas salvadoreñas, o las nulas acciones realizadas en relación a las denuncias de investigaciones periodísticas acerca de la malversación de fondos durante la pandemia en el caso de Anliker y del desvío de fondos públicos con fines electorales por parte el ex ministro Rivas, siguen sin ser materia de grandes planas ni mucho menos de investigación fiscal. Tampoco ha movido un dedo el Fiscal General ante la acusación pública e internacional de una congresista de EEUU contra el gobierno del El Salvador, calificado como “narco-gobierno”.

La diligencia fiscal en casos como los primeros mencionados y la lentitud en los últimos coincide con el periodo en que la Asamblea entrante comenzará a revisar seguramente los perfiles de aspirantes al puesto de Fiscal General de la República, a cuya reelección el actual funcionario parece querer postular.

Si, como es sabido, los planes del clan en el poder son la eliminación de la izquierda como método necesario para consolidar su régimen, reflotando el neoliberalismo dependiente por varias décadas entonces, más allá de las causas por las que hayan detenido a diversos funcionarios y ex funcionarios de izquierda, lo cierto es que el hecho afecta “la marca” FMLN. Sin duda, la esperable masiva publicidad oficialista del tema, contribuirá a ese objetivo.

Otra cosa será que esto sirva para concretar los planes personales de Raúl Melara, hombre que no goza de la confianza del clan en el poder. Grupo que, por otra parte, tiene ya en su lista de favoritos a ocupar ese puesto clave para sus fines de persecución a la oposición y de consolidación de su impunidad, a personas de mucha más confianza que la que pueda despertar el actual FGR. Muy poco y demasiado tarde, parecería ser el dicho que mejor pueda aplicarse a las actuales acciones del FGR desde la perspectiva gubernamental.

Velando armas

Otro tema que trae de cabeza al gobierno es el de las finanzas públicas y la crisis económica. Para lo primero prepara toda su artillería legislativa, dispuesto a lanzarla en forma de aprobación de todo tipo de préstamos el mismo día de la toma de posesión la nueva bancada celeste.

Aunque eso no le permitirá ordenar la casa, financieramente hablando, pero le permitirá contar con el flujo necesario para operar a discreción, como le gusta hacer a Bukele desde que llegó al gobierno. El problema de tal endeudamiento creciente tendrá que resolverlo con el FMI y otros organismos multilaterales. Esas medidas no cambiarán la prácticamente nula recuperación económica, con escasa generación de empleos o la inversión extranjera que no llega. Esas negociaciones con el Fondo están listas a golpear nuevamente la economía popular, ya profundamente alterada por el precio de los combustibles, los servicios, el alza de  la canasta básica y el sub-consumo, que impide romper con la economía de subsistencia.

El ritmo de vacunación anti COVID, que puede favorecer indirectamente un proceso de recuperación, a partir de una baja tasa de contagio y letalidad, muestra hasta el momento escasos porcentajes de pacientes inmunizados, esto es con las dos dosis adquiridas, que rondaba el 0.5% de la población.

Así las cosas, el 1 de Mayo es el próximo sábado, y las clase trabajadora en El Salvador y el mundo se alista para un nuevo combate en las calles, para expresar sus reivindicaciones y la defensa de sus condiciones de vida. Mientras, su enemigo de clase, hoy desde el gobierno, pretenderá invisibilizar las acciones populares, dividir, confundir, amenazar, y como lo viene haciendo desde los medios a su disposición, cooptar sectores sindicales y populares, engañar a la sociedad en su conjunto, presentándose como representante de los intereses y luchas del pueblo. Luchas que, en la lógica discursiva de esta nueva burguesía populista, ya no tienen sentido, porque ellos desde el gobierno proveerán todo lo que el pueblo necesite. La vieja canción populista, desmovilizadora del pueblo que cantan las derechas para mediatizar las luchas populares.

En El Salvador, sujeto todavía a un proceso profundo de reflujo, confusión  y desunión, más de una marcha ha sido convocada. Nada nuevo en el caso salvadoreño, donde es inusual que solo una marcha desfile por las calles de la capital, epicentro de la concentración trabajadora. Esta vez, sin embargo, más allá del lugar en que cada una y cada uno marche, será necesario destacar la defensa de las conquistas de la clase trabajadora y el pueblo, hoy amenazadas por el autoritarismo neofascista.

Más allá del lugar que ocupemos en el desfile del 1 de mayo será también imprescindible expresarse por la defensa de las conquistas democráticas, del derecho al trabajo, por la defensa y respeto a los derechos humanos. Consignas que abarcan al conjunto de la sociedad, porque este 1 de Mayo, más que en muchas otras ocasiones desde la firma de los Acuerdos de Paz, la marcha de la clase trabajadora es por la defensa de la Vida, la Libertad y la Patria.

Que este 1 de Mayo sea el punto de convergencia desde el cual las fuerzas del pueblo puedan comenzar a agruparse en torno a la lucha central del momento, unificándose en movimientos populares de unidad y solidaridad para la defensa de las libertades conquistadas y hoy amenazadas por un grupo pequeño pero inescrupuloso  y autoritario, que no dudará un instante en quebrantar cada una de sus propias leyes si con ello logra su objetivo de estabilizar el capitalismo en crisis  a costa de la sangre y el sufrimiento del pueblo. Saben que esa tarea les resultará más sencilla si cumplen con la premisa largamente añorada de hacer desaparecer del escenario político salvadoreño el símbolo de lucha y esperanza que representa el FMLN para su pueblo.

26 de abril de 2021

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