Se le acumulan los problemas a Bukele
El Bitcoin sigue dando vueltas en la mente de la población salvadoreña al impulso de una campaña publicitaria masiva de un gobierno empeñado en hacer ver ventajas y maravillas en un activo virtual del que todos desconfían, en particular por su falta de garantías y respaldo.
Al estilo de los juegos de luces y sombras que hacían ver los ilusionistas a fuerza de trucos e ilusiones ópticas, el gobierno pretende “ilusionar” a los salvadoreños con su peligrosísima apuesta financiera. Al menos aquellos buscaban entretener a su público. El objetivo del presidente, en cambio, es esquilmar a la ciudadanía que incautamente caiga en sus redes.
Como una muestra de la importancia que le da al tema el mandatario y el grupo económico que respalda su gestión, pero también como una señal de la gravedad de la actual situación financiera que enfrenta el país, el presidente se vio obligado a hacer una vez más el ridículo públicamente, exponiendo ante las cámaras conceptos de economía que ni maneja ni conoce. Por eso, en lugar de aclarar conceptos, los confundió aún más.
La puesta en escena llevaba un peligroso truco ganador, que en realidad es una trampa y un chantaje: comprar la voluntad del hambriento, con la oferta de un bono de 30 dólares a cada persona que obtuviera una billetera electrónica de Bitcoin. El estimado de la jugada publicitaria, pagada por los impuestos de la ciudadanía, pues el dinero saldrá del Fondo General de la Nación, según lo declaró el ministro de Hacienda, busca lograr que unas 2.5 millones de personas activen sus billeteras, para poder alardear posteriormente de la “masiva aceptación popular de la idea”. Si así fuera, la campaña representaría para el erario público al menos75 millones de dólares, que difícilmente serán recuperados a juzgar por la volatilidad del activo virtual en cuestión.
Las reacciones negativas a todo nivel no dejan de hacerse sentir, empezando por el grupo de muy destacados economistas y ex presidentes del BCR, académicos, abogados, influyentes actores de la vida política y económica nacional que firmaron la carta que exige la derogación de la Ley del Bitcoin (Carta por derogatria de Ley Bitcoin, ¿quiénes la firman?), hasta conocidos actores de la academia, las políticas migratorias y la economía en EEUU, como Raúl Hinojosa que resume muy bien la visión del país en el exterior, a pesar de la parafernalia del aparato de mentiras oficiales del bukelismo. «Cuando mencionas a El Salvador en círculos financieros, lo único que hay es una carcajada», Raúl Hinojosa, profesor y experto en remesas (LPG, 28/06/2021)
Sin embargo, tranquilas circularían las aguas en la realidad del oficialismo salvadoreño si todos los problemas se centraran en el tema de la cripto-moneda. Pero no es el caso.
La economía nacional sigue al borde del colapso; los precios de la canasta básica y los servicios se han disparado, tal como lo refleja cada día la prensa local; la deuda pública se acumula al ritmo que marca un Ejecutivo voraz, que utiliza a su Asamblea títere para ajustar a discreción decretos aprobados en la legislatura pasada, autorizando la contratación de deuda por métodos anteriormente prohibidos expresamente, porque permitirían al Estado contraer deuda a tasas muy superiores a las de mercado, en especial muy por encima de la oferta de las multilaterales (que ya limitan el acceso de El Salvador a créditos por su falta de transparencia, su elevado riesgo país y, en fin, la escasa posibilidad de ver sus créditos devueltos en tiempo y forma por un estado a punto de quiebre). En definitiva, nadie en el exterior, es decir nadie mas allá de la burbuja mediática del país perfecto que vende el aparato de propaganda bukeliano, cree en El Salvador y su gobierno. EE.UU. reprueba a El Salvador en transparencia fiscal y sugiere publicar datos reales (DEM, 28/06/2021)
No se trata solo de cuestiones económicas, dos expresiones sostienen lo que decimos. Una proviene de EEUU y otra de la Unión Europea. En el caso de EEUU, un diario local salvadoreño publica una extensa entrevista con alguien que conoce muy bien El Salvador, el Congresista Jim McGovern, quien no duda en calificar a Bukele como autoritario:
“Lo que vemos en El Salvador es muy, muy perturbador francamente. Disolver la Corte Suprema y los ataques de la prensa. Debo decir, el ir en contra de la Corte Suprema, la forma en que lo hizo el presidente Bukele, esas cosas minaron nuestra capacidad de trabajo con el gobierno salvadoreño.
Ahora estamos tratando de trabajar con el pueblo salvadoreño, estamos trabajando con ONG, también estamos enfocando nuestro trabajo en el sector privado con salvadoreños, pero el potencial para colaborar de maneras mucho mayores se complica por la adopción del autoritarismo del presidente Bukele.” (LPG 28/06/2021)
Precisamente en materia de ataques a la prensa, un tema al que la comunidad internacional presta particular atención, este fin de semana fue elegida la nueva junta directiva de la má importante asociación de periodistas de El Salvador, la APES, vilipendiada por el presidente Bukele, como suele ocurrir con todo ente que no controle. La nueva directiva está conformada por periodistas de renombre y reconocidos por su profesionalismo, pero sobre todo pertenecen varios de ellos al “selecto y creciente club” de los odiados y perseguidos por Bukele y sus secuaces. De tal modo que será interesante dar seguimiento a las acciones de la APES en materia de defensa de un gremio bajo asedio por el oficialismo, pero las primeras señales de solidaridad y apoyo, con el correspondiente saber decir diplomático provino de la Unión Europea, que a través de su embajador en El Salvador, saludó efusivamente a la nueva directiva. “Felicidades a la nueva Junta Directiva de @apeselsalvador: La libertad de prensa y de los medios de comunicación, y la seguridad de las periodistas, son valores fundamentales que deben fomentarse y protegerse en todas partes. Libertad de prensa significa seguridad para todas/os.”, escribió en su cuenta de Twitter, Andreu Bassols.
Las presiones externas no se quedan allí. Esta semana llegará a territorio salvadoreño una delegación de los EEUU. No se trata de una delegación cualquiera:
“La noticia fue confirmada por la secretaria de Asuntos Políticos, Victoria Nuland, quien forma parte de la misión. Además de ella, también vendrá la secretaria para el Hemisferio Occidental, Julie Chung; el director de planes, políticas y estrategias del comando sur, general brigadier Rick Uribe; el subsecretario adjunto de Defensa para el hemisferio occidental Daniel Erikson; y la directora del Consejo de Seguridad Nacional para Centroamérica, Megan Oates.
La comitiva también visitará Panamá y Paraguay, en medio de una gira que comprende del 27 al 30 de junio.” Tomado de Teleprensa, canal 33 en su página digital.
La delegación se reunirá, según informan los medios, con líderes políticos, organizaciones de la sociedad civil y con el presidente de El Salvador. La pregunta que surge de inmediato al conocer algunos detalles de la visita es, ¿qué tendrán en común países como Paraguay, Panamá y El Salvador? Aunque desde el punto de vista diplomático es casi seguro que se responderá con la poco plausible explicación de las razones de la visita:
“Con el objetivo de tratar temas relacionados a la Covid-19, impulsar la democracia, la seguridad regional y profundizar lazos económicos, una delegación de Estados Unidos vendrá al país para sostener reuniones con el presidente Nayib Bukele, líderes políticos y representantes de organizaciones civiles.” Teleprensa Canal 33
Cuesta bastante imaginar que una delegación de tal nivel político y militar llegue a tres países distantes y tan aparentemente distintos, para hablar de temas relacionados con el Covid-19. Suena en cambio más lógica la visita si consideramos que estos países tienen actividades de particular interés para los EEUU: el lavado de dinero y el contrabando.
En efecto, si algo caracteriza el caso de Paraguay es históricamente el contrabando multimillonario ejercido a lo largo de la llamada Triple Frontera (Brasil, Argentina y Paraguay), que destaca por el tráfico de armas y municiones, narcóticos, productos industriales en general, micro conductores y electrónicos, y por supuesto altos niveles de lavado de dinero. En el caso de Panamá tampoco es una sorpresa el rol estratégico en lavado de activos de todo el mundo. El Salvador, en esa perspectiva, y de acuerdo a sucesivas denuncias de congresistas como Norma Torres, se va convirtiendo a pasos acelerados en un narco estado, pero particularmente a partir de las decisiones oficiales en torno a la adopción del Bitcoin como moneda de curso legal, las perspectivas de convertir un estado semi-fallido como El Salvador actual en un paraíso del lavado, no parece que surja de la mente creativa de un escritor de política ficción, en especial si consideramos los antecedentes criminales de más de la mitad de los funcionarios de alto nivel del gobierno, empezando por el propio secretario privado de la presidencia y varios de sus ministros/as claves.
La visita, por otra parte, llega a días de que se dé a conocer la lista Engel, que medios locales salvadoreños anuncian como el listado de corruptos del gobierno. Para la encargada de negocios de la embajada de EEUU, Jean Manes, esta visita “demuestra la prioridad que representa la relación entre EE.UU. y El Salvador.
Es de considerar que lo que es prioritario para EEUU no sea necesariamente prioritario para El Salvador. Será interesante, por ejemplo, observar si reaparece o no en los próximos días la anteriormente omnipresente Carolina Recinos, y si el tema de la lista Engel, así como las decisiones adoptadas en torno al uso de cripto-moneda, tendrán un efecto inmediato en las políticas trazadas por el gobierno de El Salvador. Decíamos hace un tiempo que Manes venia a intentar poner en cintura al autoritario Bukele. Estas visitas parecen confirmar esas intenciones, no buscarían cambiar sus planes de gobierno sino limitar efectos negativos para los proyectos imperiales en la región. Repetimos, Bukele no es enemigo de los EEUU, ni EEUU lo considera un enemigo, pero parece resuelto a “domesticarlo”.
Si todo el arsenal del aparato imperial, mediático, diplomático, militar y económico en la región está orientado a acosar al gobierno Sandinista, Washington no necesita una figura egocéntrica y disruptiva que le pueda ocasionar distracciones en su objetivo regional central.
O uno de esos objetivos, porque además del acoso a Nicaragua, busca reducir drásticamente las causas de la migración. También allí Bukele es una piedra en el zapato, pues los índices de salidas del país por causa de la violencia incontrolada, extrorsiones, amenazas y las miserables condiciones de vida de la población más pobre del país junto al deterioro de las condiciones materiales de vida del resto de sectores menos vulnerables, crecen sin dar tiempo a que la vicepresidenta Harris logre implementar sus planes en la frontera sur de su país, y en la frontera sur de México, país que ha venido recibiendo una andanada de visitas diplomáticas de altisimo nivel, empezando por la propia Harris, para asegurar el cumplimiento de sus planes para la región en la materia.
Estos eventos, en ningún caso de menor nivel, disputan el protagonismo del escenario politico nacional con la caótica situación financierta del país que ya describimos, y que incluye no solo el continuo retraso en la definición de las negociaciones con el FMI sino los nuevos niveles de endeudamiento que siguen ascendiendo semana a semana.
Un asunto que se extiende como una mancha de humedad
Desde el inicio de la gestión Bukele venimos denunciando el creciente uso del aparato del Estado en función de la persecucion politica de todo adversario, disidente u opositor al gobierno.
La adopción de acciones de persecución política por medio del uso del aparato judicial, conocida como Lawfare (o judicialización de la política), se enmarca dentro de los mismos usos que ha tenido en diversos países de la región, con más o menos éxito, como Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia. El Salvador no es la excepción.
El uso del antiguo concepto del “enemigo interno” por parte del presidente en reiteradas ocasiones, siempre en un ejercicio de linchamiento público, civil y político contra aquellos que Bukele y su régimen identifican como sus principales adversarios, o contra quienes representan las ideas que pueden poner en peligro su estrategia hegemónica, es una de las muestras claras de sus intenciones represivas, orientadas a aniquilar todo aquello que se aparte de “su” pensamiento único y oficial.
Sobre la base de discursos populistas y en un ejercicio de reduccionismo y simplificación insultante para cualquier ser inteligente, adopta conceptos esgrimidos tradicionalmente por la izquierda, en especial por la izquierda revolucionaria, adoptándolos de manera superficial como promesas, o incluso en sus más descarados discursos, como “hechos consumados” por su gobierno. Ejemplos abundan, pero la lucha contra la corrupción o el caso del nepotismo pueden ser algunos de los más emblemáticos.
Con la bandera de la anti-corrupción ganó contiendas electorales, prometiendo perseguir a aquellos que se enriquecieron a costa del robo de los recursos del Estado, que son por naturaleza del pueblo, para luego tejer con ellos asocios que le aseguraron incrementos exponenciales de su riqueza y la de su clan. La pandemia del Covid-19 fue excusa perfecta para avanzar sin obstáculos en el desfalco de las finanzas públicas.
Con un discurso que roba a la izquierda y escudado en la lucha anti-corrupción se dedicó a perseguir a dirigentes del FMLN y a ex funcionarios de gobiernos anteriores. Al principio pretendió utilizar la CICIES como motor de esa “cruzada”, hasta que esa comisión demostró que sus investigaciones conducían a Bukele y sus socios como elementos protagónicos de actos de corrupción.
Con la fuerza de haber usurpado el resto de poderes del Estado y con un fiscal venal y prevaricador, sumado a una Asamblea sin capacidad de acción ni pensamiento independiente de lo que diga el presidente, la ofensiva judicial se desata día a día; se extiende a todos los ámbitos de la vida nacional, como una mancha de humedad en la pared, que crece constantemente, que ya forma parte del paisaje y no nos asombra, hasta que ocupa un lugar exagerado y resultará demasiado cara su reparación. Asi se expande un régimen represivo y autoritario por las entrañas de una sociedad aún deslumbrada por la propaganda oficial y en la cual ha calado con fuerza el discurso del odio.
Así la sociedad va viendo progresivamente recortados sus derechos, su capacidad de defenderse ante juzgados independientes, la prensa es censurada por fiscales y jueces, los periodistas perseguidos y amenazados, los militantes partidarios y activistas sociales de izquierda son expulsados de sus trabajos, acosados, asfixiados económicamente y muchos empiezan a tomar el rumbo del autoexilio o se condenan a la autocensura.
En las últimas semanas se han ido concociendo acciones del tipo que mencionamos, desde el caso de las acusaciones contra el ex presidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes, sus familiares y asociados, hasta ex funcionarios del gobierno anterior, como los ex ministros Benito Lara o Aristides Valencia, en este caso la excusa no es la corrupcion sino supuestas acciones ilegales de negociaciones con pandillas durante el ejercicio de sus funciones.
En ningun caso, los argumentos se sostienen, como no se sostenian, por ejemplo, en los casos de Lula o Cristina, pero cumplian al igual que cumplen estos cargos, con la función de demonizar a los dirigentes de izquierda y a la izquierda misma, o luchadores sociales en general, y en todo caso desplazarlos o expulsarlos de la escena política. Son elementos esenciales de las guerras de cuarta y quinta generación.
Gradualmente la mancha sigue creciendo. Recientemente incluso los antiguos socios politicos de Bukele como el neofascista Ernesto Muyshondt, ex alcalde de San Salvador, han ido cayendo en desgracia, y pagan con carcel sus contradicciones o diferencias económicas con la nueva burguesía ascendente. El Cardenal Gregorio Rosa Chávez, al referirse al caso lo tildó de linchamiento; casi de inmediato las redes sociales gestionadas desde la oficina de comunicaciones de la presidencia y desde los organismos de inteligencia del estado, lanzaron una salvaje ofensiva de insultos y ataques contra la figura del Cardenal. Asi actúa el fascismo, y asi está actuando Bukele contra quien se le opone.
Ya mencionamos las preocupaciones expresadas por trabajadores de prensa, que contabilizan al menos 60 agresiones contra su labor periodística por parte de entidades o personeros del gobierno.
Este es el régimen que enfrenta a diario el pueblo salvadoreño, y muy a pesar de las campañas publicitarias, de escudarse cada día en su respaldo popular, lo cierto es que esa popularidad y ese respaldo también se erosiona, no solo por el paso del tiempo en el gobierno sino porque las propaganda tiene un límite en su efectividad, y el hambre del pueblo, junto a la represión suelen ser la barrera que rompa esos limites. Las movilizaciones se presentan cada día, y en cada una de ellas se expresa el descontento. Los medios reproducen, por ejemplo, las fotos de muros en San Salvador rechazando el bitcoin, y durante la multitudinaria marcha del día del orgullo y la diversidad sexual, fueron múltiples las manifestaciones de protesta y rechazo a un gobierno que sigue tratando de tapar con cinco dedos, un barril lleno de líquido que tiene seis agujeros.