Un régimen de violentos e ignorantes

La semana que acaba de terminar y la que apenas inicia tienen en común encerrar fechas de importancia histórica para El Salvador.

El 1 de febrero se conmemoró un nuevo aniversario del fusilamiento, en 1932, de tres heroes que simbolizan la resistencia antidictatorial de todo un pueblo, Farabundo Martí, Alfonso Luna y Mario Zapata siguen vivos en la lucha y resistencia del pueblo salvadoreño; pioneros de aquellas gestas libertarias que fueron solo el inicio, porque como la historia se ha encargado de demostrarnos, no acabaron ni siquiera después de 12 años de guerra popular, con el triunfo que significaron los Acuerdos de Paz, que desmantelaron finalmente una dictadura de 60 años.

La historia viene a a recordarnos que la lucha no se detiene y que los enemigos del pueblo jamás descansan.  Convencido que el 16 de enero de 1992 en El Salvador se abría un NUNCA MAS a un pasado de masacres e injusticia social, el pueblo organizado y su partido luchó por avanzar a pasos agigantados por superar 500 años de atraso y explotación; se centraron en promover a través de la lucha política electoral, el debate parlamentario, la lucha de calles y las acciones de contenido social, la construcción de una sociedad que pudiera ir lentamente superando su atraso y avanzando en dignidad,  resistiendo al mismo tiempo el brutal impulso neoliberal impuesto por el gran capital.  

En ese proceso de luchas y acumulación de fuerzas, la izquierda llegó al gobierno y redobló entonces sus esfuerzos por incorporar cambios y acelerar sus efectos beneficiosos para las grandes mayorías populares. Pero en ese camino, junto a importantes aciertos y avances cayó, sin duda, en serios y graves errores, que fueron alejando del pueblo a esos gobiernos y al partido que lo sustentaba, el FMLN.

La trampa del posibilismo

Entre los errores cometidos por el gobierno de izquierda se destaca el haber caído en la trampa del posibilismo, que el sistema suele tender a gobiernos de corte popular que acceden a la administración de los estados burgueses.

Envuelto con frecuencia en el disfraz de la gobernabilidad, tiene en los partidos de izquierda, el mismo efecto que el virus del covid en sus víctimas; como un parásito reconoce y explota sus puntos vulnerables, los ataca y debilita; si son puntos vitales acaba con la vida. En  el ámbito partidario, el posibilismo inmoviliza y deja a la izquierda desguarnecida si ésta no tiene una definición ideológica sólida para dar la lucha central y esencial, que representa la razón de ser de cualquier partido revolucionario: la lucha por el poder, buscando siempre dar un paso más y decisivo en esa dirección, apuntando al desplazamiento si es posible definitivo, de la burguesía, la oligarquía y el imperialismo, de los resortes del poder, en particular de la economía y los estratégicos medios de producción y de comunicación.

Pero cuando la larva del progresismo, de las visiones reformistas que se contentan con la continuidad del estado de cosas en el capitalismo penetra en la izquierda, disfrazada de socialdemocracia o de alguna otra teoría alternativa a la vía revolucionaria, entonces apenas se puede aspirar a maquillar cifras macroeconómicas de la pobreza. Cuando eso pasa, las visiones revolucionarias destinadas a romper el modelo, a cambiar de sistema, a iniciar al menos ese proceso, se frenan, mueren en la cuna. Los reformistas en el gobierno se ven cada vez más prisioneros de sus negociaciones para asegurar gobernabilidades y así, poco a poco, se postergan promesas y compromisos; claro está, no se postergan las promesas y compromisos con las fuerzas armadas o con los sectores dominantes de la economía, mucho menos aquellas que tengan que ver con acuerdos en los cuales exista algún interés imperial. 

En El Salvador, como en otras experiencias contemporáneas, el resultado fue la continuidad de las estructuras capitalistas neoliberales dependientes y la llegada al Ejecutivo de una facción ascendente de la burguesía, que busca por todos los medios consolidarse como fuerza hegemónica.  Si hoy la comprensión de esa experiencia, de los errores cometidos, sirve para la tarea de corregir y encausar la lucha revolucionaria en el país, retomando el camino junto a la gente, junto a las grandes mayorías que siguen siendo ignoradas por el sistema, entonces las lecciones servirán para abrir etapas superadoras en la lucha. Estamos convencidos que ese es el caso en El Salvador.

Pero también esas experiencias, junto a las de varios otros pueblos y gobiernos que se dieron en el mismo periodo, pueden servir para que nuestras hermanas y hermanos que hoy están logrando importantes éxitos electorales en varios países del continente (Honduras, Chile, posiblemente Colombia y Brasil), desde posiciones que representan y defienden intereses populares, eviten no solo cometer esos errores sino ahorrarle sufrimientos y frustraciones a sus pueblos.

La lucha continúa frente a la lucha continua

Los hechos históricos que debemos recordar esta semana se refieren al 9 de febrero; se cumplen dos años de un importante y grave acontecimiento para nuestro pueblo. 24 meses atrás, el auto-definido “presidente más cool” dio una muestra de aquello que la historia nos venía enseñando: que la lucha nunca termina, que la burguesía no duda en pisotear sus propios argumentos democráticos si con ello controla el poder y afianza sus intereses.

Ese 9 de febrero de 2020, el jefe del Ejecutivo movilizó tropas policiales y militares, rodeó y se tomó la Asamblea Legislativa por la fuerza, después de haber ofrecido un discurso incendiario en el exterior del edificio; conminó y dio un ultimátum a los legisladores para que le aprobaran fondos para seguridad. Nadie en el mundo dudó en calificar el hecho como un golpe al Estado, que pisoteaba la reglas establecidas a partir de aquellos acuerdos de paz a los cuales, no por casualidad, el actual régimen imperante niega cualquier valor.

La historia nos volvió a recordar lo que también nos decía sabiamente Schafik, la lucha continúa, pero eso no solo juega de nuestro lado sino también por el lado de nuestros enemigos, que desde entonces –desde siempre- no han dejado de llevar adelante un proceso de lucha continua contra el pueblo; desde aquel golpe al Estado y las instituciones, ha ido avanzando y pisoteando todas las reglas del Estado de Derecho, sin que aún haya encontrado límites a sus salvajadas.

Es un régimen violento, de gente violenta, que además, luego del 1 de mayo de 2021, con el asalto a la Corte Suprema de Justicia, la imposición de un Fiscal General a la medida de los intereses del Ejecutivo y de la ascendente burguesía a la cual representa el clan gobernante, ha demostrado desde la Asamblea Legislativa que controla como un titiritero a sus muñecos, y que es también un régimen de gente profundamente ignorante, casi analfabeta. Peor aún, orgullosa de su ignorancia, su falta de educación y su vulgaridad. Curiosamente, todos esos son rasgos propios del original fascismo italiano y español, cuya frase más emblemática puede haber sido aquel lapidario ¡Viva la muerte, muera la inteligencia!, pronunciada por el general fascista Millán-Astray, en la Universidad de Salamanca, en 1936.

Esta semana, esa frase puede venir como anillo al dedo en El Salvador, después de haber visto en la televisión legislativa y en las redes sociales la vergonzosa interpelación que un grupo de fanatizados legisladores oficialistas, con evidentes deficiencias en su formación cultural, y en general en su educación, pretendió acorralar, en una parodia de comisión de investigación legislativa, al rector de una de las más prestigiosas universidades del país y de la región, el doctor Andreu Oliva, máxima autoridad académica de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, UCA.

Así resume el digital El Faro, lo acontecido en esa comisión:  

“El jueves 3 de febrero, Andreu Oliva, rector de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas», compareció a una de las comisiones que la Asamblea Legislativa ha creado para supuestamente investigar la entrega de fondos públicos a organizaciones no gubernamentales. Durante más de dos horas, los diputados de Nuevas Ideas y Gana cuestionaron a Oliva por supuestas donaciones que la universidad había recibido en años anteriores, pero el rector, documentos en mano, respondió cada vez que aquellas no eran donaciones sino proyectos ejecutados con el Ministerio de Educación. «No confundamos de nuevo a la población, usted está haciendo una falta grave porque el Gobierno no donó nada a la UCA», señaló Oliva al diputado Caleb Navarro. Pero las acusaciones siguieron y Oliva tuvo que recurrir a un lenguaje simplificado para darse a entender. «Explique eso en salvadoreño», le pidió en una ocasión el diputado de Gana, Romeo Auerbach. Hacia el final de la sesión, con evidente hastío, Oliva aceptó su molestia: «Me parece que ustedes están prejuiciados. Ustedes tienen la obligación de decir la verdad, igual que yo», les dijo a los legisladores.”  

El vegonzoso, patético espectáculo, no llevó a los legisladores al sonrojo por el ridículo que habían protagonizado. Lejos de ello, una banda de activistas de redes sociales a sueldo del gobierno, tanto desde el Ejecutivo como desde el propio órgano legislativo, pretendió hacer creer a la población, o al menos al segmento que acepta lo que dicen esa fuentes sin jamás detenerse a cuestionar sus contenidos, que los diputados habían “puesto en evidencia” al rector.

Por supuesto, esa población jamás se enteró de lo publicado por otro académico de prestigio, en apoyo y solidaridad, pero también mostrando la indignación que cualquier ser pensante, con mínima capacidad de discernimiento, podía sentir ante el lamentable espectáculo ofrecido. Así, Oscar Picardo Joao, escribió una carta abierta:

“Estimado Andreu,

El interrogatorio fue infame, irrespetuoso, irreverente y sobre todo IGNORANTE y con mayúscula.

Los diputados desconocieron la institucionalidad universitaria; desconocen el funcionamiento administrativo académico de las instituciones de Educación Superior; desconocen absolutamente todo y, de modo malintencionado buscaban enredar el discurso y cambiar el sentido de las preguntas y obviamente de las respuestas.

Sobrepusieron las deficiencias históricas del sistema educativo a la eficiencia de los proyectos ejecutados por la UCA, deficiencia que hoy se mantienen, luego de casi tres años de gobierno.

Violaron con su narrativa la autonomía y libertad universitaria, cuestionando decisiones gerenciales y definición de los montos de cuotas universitarias. Manipularon hechos históricos políticos recientes, haciendo lecturas equivocadas y a conveniencia.

El pseudo moralismo y la ideologización de estos diputados es impresionantemente vergonzoso. Para terminar utilizaron el nombre del P. Ellacuría para limpiar la basura.

Lamentable.”

Y no se trata tanto, o solamente, de una cuestión de solidaridad con el interpelado como de la incontrastable realidad de que El Salvador ha caído en las garras de una banda irresponsable, violenta e ignorante pero con poder, un poder que su ignorancia les hace creer infinito y que hoy muestran en la aprobación de leyes que facilitan el espionaje impune de opositores, medios de prensa, organizaciones de la sociedad civil, y ciudadanos en general, todo bajo el amparo de leyes torpemente elaboradas, que en muchos casos no resistirían ni siquiera un superficial análisis jurídico. Pero esa es la realidad de este gobierno y de sus aparatos de control.

Mientras tanto, los presos y presas políticas, languidecen en cárceles sin acceso a visitas ni siquiera de sus abogados. Los sucesivos fracasos en el plano económico llevan al país a una bancarrota ya anticipada, no solamente por medios especializados y organismos internacionales encargados de monitorear la capacidad de pago de cada país, sino por analistas de política general, economistas y medios de prensa nacionales e internacionales. El COVID se extiende indetenible y ya ni el gobierno habla de sus supuestos aciertos en el control de la pandemia (56% de aumento de muertes por Covid en una semana).

El Salvador fue en su momento un punto de referencia para el mundo. El 16 de enero de 1992 todos los ojos se fijaban en un pueblo que había logrado salir del infierno de la guerra con la plena disposición de reconstruirse y reinventarse a si mismo.

Desde 2019, por diversos hechos, el país ha vuelto a la mira mundial; al principio, el manipulador mediático a cargo de la presidencia del país lograba alterar percepciones con maniobras publicitarias, pero a lo largo de los meses los trucos se van agotando y la realidad se vuelve inocultable, la falta de obras concretas, el autoritarismo, el hambre y la miseria que estrangula la vida de amplísimos sectores de la sociedad salvadoreña a partir del inflacionario costo de la vida (segunda inflación más alta de la región), la cada vez más frecuente aparición de cementerios clandestinos, donde los criminales siguen enterrando a quienes la crónica oficial llama “personas desaparecidas” (al menos 45 cuerpos hallados en 5 fosas clandestinas en 9 meses; 23 cuerpos hallados esta semana en un mismo cementerio clandestino), el éxodo permanente y creciente de jóvenes buscando un futuro lejos de un país que se lo niega, y la virtual certeza de que el gobierno no podrá honrar las deudas ni continuar endeudándose sin caer en usureros internacionales, se vio reflejada esta misma semana en un dramático ejemplo de la crisis de liquidez gubernamental.

La prensa difundió una especie acerca de un crédito otorgado al gobierno por parte del Banco Hipotecario por $1.5 millones. Lo asombroso de esto es la garantía aceptada por un banco cuyos directivos dependen del presidente y su clan. Se trata de la aceptación de 200 unidades de los llamados cajeros Chivo, la terminales instaladas en plazas y parques de El Salvador por la actual administración para la gestión del criptoactivo Bitcoin, como garantía por el préstamo. Esto no solo muestra los niveles de connivencia entre el sistema de bancos oficiales y el gobierno para que operen a su favor, sin tener en cuenta elementales criterios financieros, sino que también constituye una prueba palpable del fracaso del sistema de criptoactivos, prácticamente en desuso por la población salvadoreña.

Cada vez más las evidencias parecen indicar que en El Salvador estamos presenciando la estafa del siglo, y los estafadores mueven los hilos desde Casa Presidencial.  La ignorancia les hace creer que la violencia y el autoritarismo les garantiza un poder eterno. La realidad y la lucha del pueblo organizado se encargará de demostrarles, casi con seguridad de una manera dolorosa, el grave error a que los ha llevado su ignorancia y su arrogancia.

Nuevamente, aquellas jornadas trágicas de 1936 en la Universidad de Salamanca sirven para reafirmar nuestra confianza histórica, al recordar la frase de Miguel de Unamuno en ese claustro, que provocó la ira del tuerto y mutilado general fascista:

“Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho”.

3 comentarios sobre “Un régimen de violentos e ignorantes

  1. Tambien, estamos interesados en saber si este Colectivo Reflexiones y Pensamiento Crítico Emancipatorio, ha escrito sobre el caso de Rusia-Ucrania con un enfoque geopolítico.

    Me gusta

  2. Tambien, estamos interesados en saber si este Colectivo Reflexiones y Pensamiento Crítico Emancipatorio, ha escrito sobre el caso de Rusia-Ucrania con un enfoque geopolítica.

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s