Realismo que se empieza a imponer

Finalizado septiembre, El Salvador cuenta ya con la propuesta de plan general de gastos del Estado que, como ordena la ley, debía presentar el ministro de Hacienda a la Asamblea Legislativa antes del 30 del mes recién finalizado.

Las reacciones de la oposición, así como las propias declaraciones de agentes del oficialismo parecen mostrar que, finalmente, algo de realismo empieza a filtrarse entre las tenebrosas telarañas del poder. La crisis global, la amenaza real de una recesión a nivel mundial que puede poner al sistema de rodillas, se suma a la incontrastable realidad de un país subdesarrollado al punto de bancarrota por la irresponsable política de latrocinio y endeudamiento internacional y nacional a que el clan burgués que controla los resortes del Estado ha venido sometiendo al país a lo largo de los últimos tres años.

Esa situación sin duda estuvo presente en la mente de los burócratas de Hacienda que tuvieron que retroceder (sin jamás aceptarlo oficialmente) ante una realidad que se impone: ya no hay a donde ir a pedir prestado porque el riesgo país y la incapacidad de honrar en su totalidad sus deudas hace imposible obtener más préstamos en los circuitos financieros tradicionales, obligando en este caso a recurrir a los usureros internacionales, lo cual solo aceleraría el desplome financiero del país. A esto se suma el creciente aislamiento y repulsa internacional que ha sufrido el gobierno a partir de violaciones a derechos humanos y civiles, y las actitudes y desplantes presidenciales ante organismos internacionales.

Así las cosas, presentan un presupuesto aparentemente más modesto en sus pretensiones, aunque igualmente mentiroso que los previamente presentados por esta administración de especialistas en quiebras (para muestra, solo es necesario mirar las cuentas que dejaron en sus previas responsabilidades a cargo de las alcaldías de Nuevo Cuscatlán y San Salvador, para no sorprenderse ante las perspectivas actuales a nivel nacional). Coherentes con la oscuridad y el secretismo con que esta administración maneja la información pública a que tiene derecho la ciudadanía, la propuesta no ha sido publicada ni dada a conocer a medio periodístico alguno, manteniéndose en los límites estrechos de la bancada oficialista y sus aliados

¿A quién afectará la reducción en los gastos del nuevo presupuesto? Se sabe, por ejemplo, que la ejecución en 2021, cuando se apostó por la recuperación económica, la inversión pública se ejecutó en apenas 55 %, y en 2022, hasta julio, no superaba ni el 18 % de lo presupuestado; que los megaproyectos siguen durmiendo el sueño de las maquetas ilusorias, que la generación de empleo se ha estancado y que no superamos los niveles de 2019, porque la inversión extranjera que interesa a este gobierno no es en ningún caso productiva sino especulativa.  

La situación de generación de empleo en el país se mantiene estancada en El Salvador, según revelan los datos de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM). El desempleo se mantiene y la cifra de subempleados sube.

Según la EHPM, la tasa de desempleo de la población económicamente activa (PEA), volvió prácticamente a los niveles precrisis, en 2021 esta cerró en 6.3 %, menor a la de 2020 que fue de 6. 9 %, y levemente mayor a la de 2019 que fue de 6.1 %.

El desempleo se observa más entre los jóvenes de 16 a 24 años, donde la tasa llega al 14 %, en el caso de las personas mayores de 59 años el porcentaje es de 5.9 %.

[…] Por otra parte, la tasa de ocupación plena también ha venido a la baja, pasando de 57.9 % en 2019 a 52.5 %, mientras que la tasa de subempleo ha subido, revela la EHPM.

Se considera que una persona es subempleada, si tiene trabajo, pero no a tiempo completo; o si trabajan la jornada completa, no ganan el salario mínimo. Las personas subempleadas, pasaron de ser el 32.3 % de la PEA en 2019 a ser el 37.6 % en 2021.

 El Economista , agosto de 2022

El viejo sueño arenero de convertir a El Salvador en un Singapur a base de lavado de dinero, sigue vivo en el horizonte de estos nuevos areneros, de esta nueva burguesía a cargo de las finanzas públicas, para el enriquecimiento de un minúsculo grupo de nuevos y viejos ricos, aunque la enfermedad súbita del Bitcoin pueda haber afectado más de uno de los signos vitales del proyecto.

Sin dinero fresco que traer del exterior a golpe de préstamos y tarjetas de crédito topadas, el recurso de echar mano de los fondos de pensiones sigue latente como amenaza a la clase trabajadora, que cada vez ve más lejos las promesas de pensiones dignas, al tiempo que siguen peligrando programas sociales, recursos para salud y educación (aparentemente aumentados en proporciones mínimas en relación a las necesidades reales de ambos sectores).

El combate a la pobreza, tanto la extrema como la relativa, sigue mostrando el fracaso de siempre, y mientras crece y se ramifican las causas que la reproducen, este gobierno sigue recurriendo, en cambio, a combatir a los pobres, cercando sus territorios, encarcelándolos, en no pocos casos dejándolos morir en las cárceles, al amparo del régimen de excepción permanente

De modo que el realismo que pretende mostrar el régimen en materia financiera parece todavía más aparente que verdadero, y hasta su cálculo de un modesto crecimiento de 2.2 para este año parece una osadía al ver las miserias de las finanzas del Estado y la incapacidad de atraer inversiones productivas, promover empleo digno, y retener las oleadas de migrantes que huyen de un país sin futuro.

Realismo político, reelección y disciplina

Han pasado ya 15 días desde la confesión pública presidencial de seguir violando la Constitución y las leyes, apuntándose a una reelección ilegal. Más allá de los desaforados gritos, aplausos y vivas de los funcionarios serviles que lo rodearon la noche de autos (así debe definirse porque se trata de la escena de un crimen contra la Patria, cometido en cadena nacional, y con los cómplices perfectamente identificados para que puedan, un día no tan lejano, enfrentar el peso de la justicia que merecen), empieza a quedar claro que el régimen parece reconocer que la robustez de que suele hacer gala no la es tanto entre su corte de serviles, cuando se trata de luchar con puñales y veneno al estilo de los dramas de Shakespeare, por una minúscula porción del pastel, al que solo pueden acceder si se mantienen silenciosos y obedientes bajo las alas del poder. Por las dudas en CAPRES empiezan a buscar “quintacolumnas” hasta debajo de las alfombras.

El patético ejemplo del diputado de GANA, Romeo Auerbach, denigrado y denigrante, carente de cualquier tipo de dignidad, demostró al mundo lo que le puede esperar a quien pusiese en cuestión lo hecho por orden del mandatario, no solo en el Ejecutivo, sino en el resto de poderes que controla. 

A quienes le resultan serviles hasta la repugnancia les asegura aumentos de salarios escandalosos, como los que acaban de recetarse los impostores de la Sala de lo Constitucional; a quien se le ocurra cuestionar o criticar le espera el escarnio público y el autoflagelo, para aspirar a una hipotética y lejana posibilidad de perdón de parte del inquilino de la casona del 5500 de la Carretera Panamericana.

Realismo que lleva a la disputa

Esa dosis de realismo que parece haber tocado a El Salvador en estos días, quizás tenga que ver con el deterioro ya mencionado de las condiciones materiales de vida del pueblo, y las evidentes consecuencias que pueda esto tener en un relativo alejamiento de sectores que, hasta no hace mucho, persistían en su empecinado apoyo al mandatario.  

Si a esto sumamos la impopularidad que está creciendo entre sectores afectados por las masivas violaciones a los derechos humanos, y la general frustración ante una situación económica que no mejora para las grandes mayorías, muy a pesar de la propaganda gubernamental, es de suponer que todo ello habrá sido medido por este gobierno de publicistas, que se mueve a golpe de estadísticas y cuotas de popularidad.

Por poner un ejemplo, en la última encuesta de la U. F. Gavidia, las cifras de quienes apoyarían la reelección, empiezan a distar de las que maneja la propaganda oficial (que habla de porcentajes cercanos o superiores al 90% de aceptación) Según la encuestadora de la casa de altos estudios, “un 58.9 % de los salvadoreños están a favor de la reelección del presidente Nayib Bukele de acuerdo a la encuesta publicada el lunes por el Centro de Estudios Ciudadanos (CEC) de la Universidad Francisco Gavidia (UFG). En contraste, un 23.1% de los salvadoreños entrevistados no están de acuerdo con la reelección y un 15% respondió que lo debe pensar.”  Con esto no estamos entrando a un debate o encuesta viciados por su nulidad (no es opinable una norma constitucional para ser aplicada o no), sino registrar que las cifras favorables al gobierno siguen cayendo en cada medición (que no pague específicamente el Ejecutivo).

Con estos elementos podríamos interpretar el desafortunado caso de las declaraciones del arzobispo Escobar Alas la semana pasada y su aún más desafortunado intento de aclaración de lo dicho. Rápidamente, el conjunto de la Iglesia católica se apartó de las declaraciones de un obispo que, lejos de acercarse al pueblo y seguir la senda de Monseñor Romero, optó por alabar a quienes lo ofenden con mentiras y engaños.

Del mismo modo, y en los mismos días el rector de la Universidad de El Salvador, cometió una imprudencia similar, alejándose de condenar en modo alguno la ilegal actitud presidencial. En ambos casos, sin duda, la cobardía habrá obrado lo suyo. Sin embargo, no podemos dejar de medir el sentido político de lo actuado. Hasta el presidente, que en más de una ocasión atacó furiosamente a la Iglesia y a sus jerarcas, incluido Escobar Alas, se apresuró a citar al arzobispo como ejemplo del “apoyo” que recibía de la sociedad.

En realidad, el régimen está tratando de disputar al pueblo, en especial al pueblo organizado, el apoyo o al menos la percepción de tal apoyo, de instituciones respetadas y queridas, muy adentradas en el sentimiento colectivo y el cariño popular, en su favor.

En el caso de la Iglesia, la rápida reacción de jerarquía y feligresía por igual,  distanciándose del arzobispo, muestra que la maniobra oficialista parece haber fracasado, por ahora. Sin embargo, en el caso de la UES, el triste papel del rector, parece avalado por el silencio cómplice desde los claustros que no atinan a distanciarse públicamente de sus declaraciones.

Se trata pues de una batalla más en esta guerra de posiciones entre un régimen que pretende perpetuarse, a base de promesas falsas y manipulaciones, pero también a  base de la disputa de los escenarios políticos e institucionales (iglesias, universidades, sindicatos, asociaciones, etc.), que tradicionalmente se enrolaron en la esfera del campo popular. Peligrosas maniobras que deben ser respondidas con inteligencia por las fuerzas del pueblo, a las cuales también debe asistir su natural cuota de realismo político, con visión de clase.

El realismo en el campo popular

Más allá de aquel rechazo a una acción ilegal e inconstitucional en estos días se perfila con mayor claridad política la necesidad de consensos, organización y planes operativos desde el campo popular.

Hasta ahora, una derecha diversa pero siempre reaccionaria e inclinada a buscar las soluciones a sus problemas fuera del país, en la mayoría de los casos recurriendo a fomentar el intervencionismo de Washington, se había venido posicionando a nivel de la opinión pública y con el apoyo de los medios de prensa nacional que aún no controla el gobierno, como si en El Salvador solo existiese una sola oposición, y que personajes como Fortin Magaña o Ronald Umaña, entre otros, lideraran las fuerzas que se oponen al autoritarismo gubernamental.

A lo largo de los meses, estos grupos oscuros de la derecha habían ido cooptando diversos sectores, que iban desde otros agrupamientos de la derecha social hasta cierta izquierda difusa y reformista, incluyendo más de algún ex dirigente o funcionario proveniente de gobiernos del FMLN, que se plegaron con bastante facilidad a ser simples compañeros de ruta de fuerzas que durante toda la vida han aspirado al aniquilamiento de la izquierda revolucionaria (coincidiendo en esto, curiosamente, con el imperialismo y el actual gobierno de El Salvador, que también tiene a la izquierda revolucionaria en su mira).

Pero, lejos de existir una sola oposición y que esta fuese representada por esa derecha retrógrada, que solo aspira a cambiar al actual jefe del clan burgués en el poder por la vieja argolla oligárquico-burguesa, existen también otras expresiones de oposición de carácter popular, democrático y revolucionario; entre ellas sin duda econtramos  a los sectores revolucionarios agrupados en el FMLN, pero también en fuerzas y sectores al margen del partido de izquierda, que poco a poco, después de un largo periodo de desconcierto, empiezan a plantearse formas de resistencia y de lucha organizada en torno a frentes comunes, pero desde el campo del pueblo y no como simples marionetas útiles a las conspiraciones de las clases dominantes.

Esta semana, por fin, se pudieron oir menciones a la necesidad de la búsqueda de construcción de movimientos hacia la unidad de las fuerzas populares, hacia la conformación de frentes, más allá de las camisas de fuerza electorales que el sistema pretende imponer a cualquier partido político para eliminar con ello toda posibilidad de éxito a iniciativas antisistémicas.

El realismo político parece también tocar las puertas al campo popular, y la posibilidad de participar o no en las elecciones, las formas en que esto pudiera suceder, la necesaria reflexión colectiva para evitar legitimar las maniobras del régimen, empiezan a estar a la orden del día, en expresiones de dirigentes populares.

Lo más importante, en cualquier caso, será que se pueda propiciar la posibilidad de acumular fuerzas en la organización de un frente de carácter popular que apunte al corazón del sistema y no a una alianza electorera para su fortalecimiento y regeneración.

Allí tendrían cabida las grandes mayorías desencantadas de las promesas incumplidas, las organizaciones sindicales reprimidas por el régimen por no plegarse a sus dictados, los intelectuales y estudiantes empeñados en devolver al Alma Mater su dignidad pisoteada, las víctimas de violaciones sistemáticas a los derechos humanos y civiles, las organizaciones que defienden esos derechos. Un frente, en fin, que pueda ampliarse a partir de nuevos actores sociales juveniles, mujeres, diversidad sexual, desde el territorio las y los postergados a partir de la descarada expropiación de los fondos FODES, las familias campesinas víctimas del abandono del agro, las iglesias de multiples credos. En fin, un frente capaz de reflejar las aspiraciones de las grandes mayorías empobrecidas y engañadas a lo largo del tiempo.    

Sin duda, las fuerzas del FMLN y la izquierda revolucionaria en general deberían ser parte de este tipo de iniciativas, no para dominar con un sentido vanguardista sino para acompañar el caminar de este pueblo y aportar su vasta experiencia acumulada de luchas para avanzar con mayor rapidez a la construcción de un proyecto realmente alternativo, del pueblo, para el pueblo, con el pueblo como protagonista y forjador exclusivo de su destino.

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