El Salvador continúa en la mira del mundo por una serie de hechos negativos de una gravedad que solo la perspectiva del tiempo podrá poner en su justo lugar. Sin embargo, las frases y adjetivos que se están generalizando al referirse al país (y por extensión al gobierno) no dejan mucho margen a la duda: El Salvador: fosa común clandestina; el reino de la oscuridad y la impunidad; el gobierno de la mentira o, como afirmaba recientemente un columnista de economía en la UCA, un gobierno al que le sobran tuits y le falta planificación.
El mundo real
Esta semana hubo un encuentro cumbre entre los tres presidentes de Norteamérica; fue el primero en cinco años y también el primero entre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y su homólogo de EEUU desde que este último asumió el gobierno. Entre los temas que llevó el mandatario mexicano a la mesa de acuerdos hubo uno relativo al apoyo a las naciones centroamericanas con el fin de establecer alternativas para prevenir la migración desde esas naciones hacia los EEUU. El objetivo, como el resto de temas planteados por los otros mandatarios, fue objeto de debate en un sinnúmero de mesas de opinión en cadenas de televisión de los tres países.
Más allá de la pertinencia e intenciones de la propuesta del ejecutivo azteca, es claro que la mirada, tanto desde Washington como de Ottawa, es la de construir todas las barreras preventivas posibles para impedir la llegada de columnas interminables de migrantes huyendo de la violencia, del desempleo y la miseria, de la corrupción de algunos gobiernos de la región, del abierto accionar impune de los grupos criminales al amparo de sus respectivos gobiernos.
Aparte de lo obvio, de lo que se sabe o se puede intuir o suponer respecto de esta situación, lo que resultó interesante fue constatar cómo los analistas, tanto de izquierda como de derecha, se expresaban con particular desprecio hacia dos gobiernos en especial y a sus respectivos mandatarios: los de Honduras y El Salvador. Del primero, por su ya conocida abierta relación con los carteles del narcotráfico; en el caso del segundo, resultó particularmente destacable la manera en que expresaban su nula confianza o expectativa positiva hacia un gobernante al que tildaban -en cámara- de misógino, mesiánico, mentiroso y manipulador, al frente de un gobierno corrupto, asociado al crimen organizado, que hunde a su pueblo en la miseria. Todo ello servía para argumentar por qué, a juicio de los diversos analistas, no era gente confiable, ni con la cual se podía llevar a buen puerto las iniciativas presidenciales mexicanas, por mejores intenciones que a éstas pudieran concedérseles.
Lo anterior podría no resultar sorprendente para cualquier persona que habite la República de El Salvador en 2021; sin embargo, lo apabullante de estos testimonios tiene que ver con que son expresados por personas con algún nivel de seguimiento de la realidad nacional salvadoreña y/o regional, periodistas especializados, políticos y funcionarios públicos, parlamentarios asociados a temas regionales, etc. Esta misma gente hace apenas dos años atrás, celebraba el advenimiento del nuevo régimen -aunque no le denominaran así entonces, algo que, sin embargo, hoy resulta recurrente-. Mucha de esta gente hasta aplaudió en su momento aquella cantinflesca aparición del mandatario ante la Asamblea General de la ONU y lo consideró “cool”. Esa misma gente, con la misma experticia que entonces los llevaba a aplaudir, hoy lo desprecian. Ese es el nivel de caída libre en la reputación internacional que ha tenido el autoritario ocupante de CAPRES a los ojos del mundo.
Es una realidad que no se inventa, que está presente en la opinión pública y en la de editorialistas y columnistas de diversas partes del mundo. El gobierno de El Salvador, que vive de su imagen, de las ratings, de las encuestas de opinión, quizás deba pedir con urgencia a sus amigos de Mitofsky que le fabriquen un nuevo estudio de opinión a la medida, para que se difunda a través de sus canales en el exterior. Por supuesto, eso lo haría con una considerable cantidad del dinero robado al pueblo de manera cotidiana.
Ese es el mundo real, lo que ven día a día desde el exterior, y es también la realidad que vive y sufre el pueblo en El Salvador. Un país cada vez más groseramente violento e inmisericorde, con unas autoridades cada vez más insensibles ante esos niveles de violencia, de injusticias e inequidades. Un gobierno sin planes pero con una inagotable lista de excusas y justificaciones. Un gobierno con tuits pero sin políticas. Un conjunto de mercenarios y corruptos confabulados para extraer toda la riqueza posible antes de que se vean obligados a tomar su botín y huir, porque este pueblo, más temprano que tarde, los buscará, los perseguirá hasta encontrarlos y juzgarlos, y no habrá piedra ni cueva que les sirva para ocultarse. No habrá paraíso fiscal que pueda salvarlos de la justicia ante los desmanes y sufrimientos que están provocando.
Por eso, al tiempo que siguen asegurando sus robos y latrocinios, van reformando a golpe de inconstitucionalidades un estado burgués que ya les queda pequeño, que ya no les ajusta para cubrir y legalizar sus desmanes; construyen su fortaleza institucional que esperan los proteja de “los salvajes que los acosan”, de “las fuerzas oscuras” como le gusta decir al presidente, que no logra salir de su mundo de Star Wars; construyen su fortaleza institucional precisamente porque temen al pueblo; y tienen justas razones para temerle.
Por eso, esta semana hemos visto nuevas acciones adoptadas desde esa otra cueva de la impunidad, promotora de desgracias para el pueblo que, sin decencia alguna, todavía llaman Asamblea Legislativa, así como se siguen llamando diputados quienes se asumen como cómplices conscientes de los facinerosos de CAPRES para organizar, legislar y ordenar el sufrimiento del pueblo. Desde esa cueva de maleantes en que han convertido el Parlamento siguieron esta semana cercenando las políticas de descentralización, concentrando el poder en cada vez menos manos, pero sobre todo concentrando lo que más les interesa, el dinero del pueblo, para poder robárselo y distribuírselo entre la nueva burguesía oligárquica.
Esta semana pasada desmontaron el ISDEM y pasaron las decisiones relativas a sus recursos a la otra gran cueva de Ali Babá, el llamado Ministerio de Hacienda. Por su parte, también desmontan todo lo relativo al FODES, dejando en manos de una inconstitucional comisión, dependiente del ministerio de Obra Públicas, la discrecionalidad de las inversiones, contratación de obras, concesiones, licitaciones, etc. destinadas a las municipalidades. Se acaba de sepultar cualquier forma de autonomía municipal; se revirtieron décadas de lucha por avanzar a pasos lentos e insuficientes en la descentralización del Estado, en el empoderamiento gradual de los vecindarios en los territorios para tomar sus propias decisiones.
No es casual que lo hagan porque constituye el desmontaje de un tipo de estado al que, con todas las limitaciones del estado burgués, desde el pueblo organizado se había ido logrando conquistas y concesiones, a fuerza de lucha constante desde los territorios. Por supuesto que eso no le convenía a esa nueva oligarquía, porque en su carácter autoritario cualquier forma o expresión de poder popular, aunque esta sea la mera posibilidad de que el pueblo opine y tome decisiones propias y libres acerca del uso de los recursos en sus comunidades, resulta un extravío, una locura imperdonable.
Mientras toman por asalto más y más piezas de aquella vieja superestructura, reconfigurada desde los Acuerdos de Paz, dejan en la indefensión al pueblo llano; siguen culpando a las víctimas de sus desgracias y pretenden de la manera más obscena ocultar, disimular, desviar la atención de los evidentes sufrimientos del pueblo. El trágico caso del secuestro y asesinato de la joven ex futbolista Jimena Rodríguez, habla a las claras. Ningún nivel de investigación seria por parte de las autoridades, ya no se hable de prevención.
Mientras tanto, a la par que el gobierno a través de los tuis del presidente, nos pretende hacer creer que, en primer lugar, le importa algo la vida del pueblo, y en segundo que se ha preocupado personalmente por contrarrestar la ofensiva criminal de sus socios pandilleros, la realidad es que siguen apareciendo en redes sociales las denuncias de personas, mayormente jóvenes, desaparecidas, y empiezan a aparecer aquellos elementos demasiado difíciles para ocultar. Verbigracia: las fosas comunes.
Justamente la fosa en la que apareció el cuerpo de la joven deportista, resulta ser una de esas infames cavidades destinadas a retrasar, solo retrasar, el conocimiento de la verdad, que resulta imposible ocultar por siempre. Este descubrimiento escandalizó a la población también por su tamaño; ubicada en el municipio de Nuevo Cuscatlán, resulta ser la más grande de su tipo hallada en el país; un país donde ya habían escandalizado las apariciones de las de Chalchuapa y Lourdes, Colon, en los departamentos de Santa Ana y La Libertad, respectivamente.
¿Qué hizo el gobierno ante la aparición de estas fosa? Con la inquina con que se especializa para difamar y desviar atenciones y responsabilidades, “filtró” a sus medios que algunos restos encontrados llevaban más de tres años en el lugar. Se trata de un primer paso para empezar a fabricar opinión manipulada, generar una narrativa donde, eventualmente, “los muertos son de los tiempos de los mismos de siempre”. Una vez más, pretenderán hacer creer a un pueblo que cada vez les cree menos, pero que también cada vez tiene menos paciencia para este tipo de vulgares mentiras, que ellos no son responsables de nada.
Mientras finalizamos estas notas se suman dos hechos a este mundo real que no quiere ver el presidente y sus cómplices, simplemente porque les resulta incomprensible que exista algún tipo de oposición a su sacrosanta opinión.
Dos son los hechos a mencionar. Por un lado, el anuncio de la encargada de negocios de los EEUU, Jane Manes, en el sentido que esta semana abandona el país y retorna a su puesto en el Comando Sur. Son interesantes las palabras escogidas por la funcionaria para hacer su anuncio, así como el medio por el que lo hizo, el canal TCS en hora de máxima audiencia matinal. Dijo Manes: “No podemos pensar que hay interés (en dialogar) si están usando su maquinaria de comunicación pagada para atacar e la Embajada, a mi persona y hasta al Presidente Biden”. Es evidente que la decisión de Washington es incrementar las presiones sobre el gobierno; en principio parece previsible que el aislamiento diplomático establecido se traducirá en mayores presiones económicas, y casi con seguridad es un portazo a las posibilidades de obtener fondos de los organismos multilaterales, incluyendo por supuesto, el fiasco de negociación con el FMI.
El segundo elemento a destacar es el aceleramiento de la deriva autoritaria del régimen, que mientras escribimos estas líneas está allanando al menos siete organismos no gubernamentales en diferentes puntos del país, todo bajo la socorrida excusa de la investigación por delitos de corrupción en relación a fondos recibidos del Estado. El lawfare , y sobre todo la selectividad en las investigaciones, sigue prevaleciendo en El Salvador en la misma medida que se desvanecen las garantías. El mundo real le resulta desagradable al dictador tercermundista que prefiere vivir el sueño virtual del primer mundo.
El mundo paralelo de las películas, los videojuegos y los héroes infalibles
Parece que en El Salvador hay otra realidad paralela, la realidad de los youtubers, de los influencers, de los Diario El Salvador, de la TV El Salvador, de la prensa oficial que ni es prensa ni es oficial sino una tragicómica versión de un grupo de mercenarios que jamás podrían volver a integrar las filas de un medio de prensa decente y que se valore como tal. Este grupo de fabricantes de mentiras y repetidores de mentiras prefabricadas, se juegan su futuro en lograr que sus mentiras sean exitosas. Toda su vida “profesional”, desde que optaron por lo que optaron, se reduce al tiempo que permanezca con vida el régimen. Recuerdan demasiado a los propagandistas nazi y fascistas de otros tiempos, y vale la pena recordar como acabaron.
Mientras tanto, estos personajes innombrables se encargan de fabricar mundos paralelos y shows de luces y colores que resultan, al mismo tiempo, un insulto para las familias que siguen llorando sus muertos y buscando a sus desaparecidos. Pero también resulta un insulto para quienes ven amenazados sus ingresos día a día, que no pueden acercar el plato de comida a la mesa de sus hijos, quienes ya no pueden asegurar su trabajo por cuenta propia porque tampoco puede pagar los 4 U$S que cuesta el galón de gasolina en El Salvador de estos días.
¿Y por qué se sienten insultados? Porque en ese mundo paralelo, que llena de alegría al presidente y su corte de aduladores, se construyen “satélites” “trenes fantasmas”, “aeropuertos invisibles”, se levanta “ciudad Bitcoin”, “Surf City”, se inauguran obras inexistentes o ya acabadas en tiempos de previos gobiernos, pero todo “a mega color, todo “a lo grande”, con la escenografía dispuesta para que un grupo de extranjeros especuladores del Bitcoin puedan venir a hacer sus cálculos de cómo poder explotar mejor los recursos y la gente que encuentren en este país, mientras lavan sus capitales habidos de a saber que manera.
Las escenas del presidente apareciendo en un Video Wall gigantesco para ser presentado como una estrella de rock ante los fanáticos extranjeros del Bitcoin, hiere el alma y el cuerpo del hambriento, insulta las conciencias, indigna a todos y todas las que han sido insultadas cotidianamente por esta caterva de delincuentes vestidos con ropa fina. Insulta la memoria de los mártires de la UCA, la de los y las combatientes patriotas que caían hace 32 años en las calles del país, combatiendo una dictadura que no debía regresar jamás. Insulta la dignidad de un pueblo pobre, que tomaría para sí un lema que, por cierto, está siendo aplicado a rajatabla por el gobernante al que hicimos referencia mas arriba, el presidente de México, cuando afirma que “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”.
Ese mismo gobierno de la realidad paralela en El Salvador, cree finalmente sus propias mentiras y manda al pusilánime personaje que colocó al frente del Banco Central de Reserva a anunciar, sin sonrojarse, la proyección de un crecimiento descomunal de la economía (10.3% del PIB en relación con el año 2020). Como lo explica el economista de la UCA, Armando Álvarez, “La proyección es elevada, incluso al tomar en cuenta que la economía cayó en 7.9% durante 2019. Para ilustrar la recuperación, de confirmarse este crecimiento, el PIB de 2021 representaría el 102% del PIB de 2019, es decir, se encontraría un poco por encima de los niveles prepandemia. Aunque pueden surgir cuestionamientos a las proyecciones del BCR (por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, proyecta una tasa de crecimiento de 7.5%)”.
Mientras anunciaba este despropósito, el ridículo funcionario eludía señalar la sostenida y creciente tasa negativa de intercambio que deja al país en una situación de enorme precariedad. Para el primer semestre de 2021 el déficit comercial (la diferencia entre importaciones y exportaciones) alcanzará el 22.6% del PIB, en contraste con el 16.6% registrado en el primer semestre de 2019. El país sigue dependiendo cada vez más de las remesas del exterior, aumento del cual el funcionario se alegraba, demostrando que seguimos pensando como mendigos, sin producir nada pero pidiendo que nuestros hermanos en el exterior sigan haciendo llegar cada vez mayores limosnas. Esa es la realidad económica de El Salvador y no la de los espejitos de colores que vende el ciudadano presidente y su “Ciudad Bitcoin”.
Del mismo modo, otro farsante reconocido, volvió a intentar darle una mano de pintura al mundo de fantasía que presenta cada semana desde el Ministerio de Hacienda. Volvió a insistir que las negociaciones con el FMI avanzaban bien. Para su vergüenza, si es que la conoce, el organismo multilateral hizo pública su posición de que no había ningún avance en la materia.
Para colmo, difícilmente lo habrá si el gobierno sigue obstinado en confiscar el 40% de las donaciones que reciban ONGs, que además deberán ser autorizadas y fiscalizadas por el régimen. Por las implicaciones que una medida como esta tiene para los manejos de fondos desde el exterior, incluyendo -y esto es bueno decirlo, porque no se puede ser ciego ante esa realidad-, incluyendo decimos, los dineros que desde la USAID, la CIA y otros organismos de intervención imperial se destinan a la injerencia abierta en El Salvador, como lo hacen por cierto en todos los países donde los dejan.
En la medida que el gobierno continúe con esa política, que afecta a ONGs honestas y dedicadas a causas justas, y a otras reconocidas por sus actividades al servicio imperial, en igual medida puede adelantarse que los fondos del FMI no vendrán al país, y el gobierno deberá buscar alternativas para pagar los millones de deuda externa que vencen el próximo año.
Mientras tanto, y para seguir pinchando la burbuja fantasiosa del gobierno, los bonos salvadoreños siguen cayendo a niveles históricos, a partir precisamente del desmentido del FMI. A todo esto debemos sumar los acontecimientos diplomáticos y políticos recientes, señalados más arriba, que parecen cerrar por completo las posibilidades a esa negociación.
El mundo de fantasía de la dictadura milenial puede aparecer muy bonito en redes sociales y en videos a todo color, con sus fuegos artificiales y su música tecno, pero lo único que hace es esconder la triste, aterradora realidad de un pueblo cada vez más hundido en la miseria, con persecución política acrecentada, con impunidad para algunos de los más salvajes grupos criminales del continente. Esto también recuerda la implementación de los regímenes fascistas, con grandes decorados monumentales, mostrando una riqueza de altos brillos pero que, enfocadas de cerca, conservaban aún los estigmas sanguinolentos de las víctimas.
Elecciones en América Latina
Este fin de semana continuaron los procesos electorales en dos países clave de Nuestra América: Venezuela y Chile.
Resultados dispares en ambos países que, sin embargo, contribuyen a configurar el mapa regional de las correlaciones en este enfrentamiento continental entre los pueblos en busca de caminos hacia su autonomía, construyendo proyectos de carácter nacional y popular y las fuerzas proconsulares, al servicio de un imperio decidido a “reconquistar sus dominios”, es decir a implementar sus políticas de recolonización imperial; aún en su profunda decadencia imperial no considera en ningún caso la posibilidad de autodeterminación de nuestros pueblos, busca garantizar que en el mapa geopolítico mundial, América Latina no sea territorio en disputa frente a otras fuerzas determinantes de la multipolaridad establecida y también en disputa.
En el caso de Venezuela, se esperaba un triunfo del Chavismo y así sucedió, quizás con menor participación que en otras ocasiones y obteniendo cifras a la baja en comparación con procesos electorales anteriores. Sin embargo, estos elementos, que por supuesto habrán de ser considerados por dirigentes y organizadores populares en la Patria de Bolívar, no deben oscurecer otro hecho de magnitud: en estas elecciones participó la oposición, que obtuvo tres gobernaciones y con ello, con su participación libre, sin maniobras que pudieran denunciar, con amplia participación y activismo de sus bases durante toda la campaña, legitiman de una vez por todas este proceso, esta victoria del Chavismo y, sobre todo, impone serias dificultades al aparato de comunicaciones imperial para justificar el mantenimiento de sanciones, su agresiva política inamistosa hacia un pueblo y un gobierno que, desde la paz busca profundizar en el camino de su propio destino autónomo como nación. Este es sin duda, el mayor logro del Chavismo, y del pueblo venezolano en su conjunto, que harto de las agresiones vuelve a elegir una vía pacifica y democrática para expresarse. Y lo hace sin dejar el menor margen de dudas acerca de su decisión.
En el caso de Chile, la disputa presidencial pasa a una segunda vuelta que se decidirá el 19 de diciembre. Complejas elecciones con resultados complejos. En los primeros lugares, y en ese orden (que es la parte que resulta más preocupante), pasaron el ultraderechista del Frente Social Cristiano, José Antonio Kast, representante del pinochetismo travestido, un fascismo que en este caso utiliza un tono estudiadamente suave para decir auténticas bestialidades que, sin embargo, parecen haber cautivado al votante de derecha en prácticamente todo su espectro, y que permiten inferir un grosero retroceso social en caso de consolidar su ventaja en la segunda vuelta.
En segundo lugar, a 2.8% de distancia del primero, quedó Gabriel Boric, diputado y representante de Apruebo Dignidad, que de inmediato llamó a la unidad de los sectores progresistas y democráticos ante “la amenaza del miedo”. Utilizó con insistencia un lema que será sin duda reconocido en El Salvador, “la esperanza le va a ganar al miedo”.
Pero más allá de lemas y anécdotas, lo cierto es que se presentan a esta batalla de diciembre dos proyectos profundamente contrapuestos, que pondrán en juego mucho más que un relevo presidencial. Un triunfo de la extrema derecha representará un indudable retroceso, con un régimen represivo, política y socialmente conservador al extremo, y profundamente anticomunista. El discurso de victoria de Kast no deja duda, planteó la contradicción entre democracia y comunismo, la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, prometió garantizar la seguridad ciudadana e insistió en la reducción del Estado, calificó de vándalos a los manifestantes de las protestas populares. Es de esperar que tenga entre sus apoyos a los partidos de la derecha de Chile Podemos Mas, el Partido de la Gente y quedará seguramente algún otro sector conservador (no sería una sorpresa la división de la DC en su apoyo a uno u otro candidato). Al igual que en el caso del candidato progresista, la ultraderecha tampoco contará con una mayoría favorable para su gobernabilidad en un congreso que se muestra bastante fragmentado a partir de los resultados de ayer.
Por parte de la izquierda, desde la noche electoral diversos sectores, desde voceros de la DC hasta partidos progresistas anunciaron, ya sea abiertamente o insinuaron su disposición a apoyar la candidatura de Boric. Fue reveladora la declaración de la senadora Yasna Provoste, “seremos oposición pero no nos da lo mismo quien gobierne”.
Será esencial ganar el apoyo de todo el espectro progresista, pero es importante considerar que hay un voto importante, entre ellos un voto joven, que no se acercó a las urnas (solo votó el 47% del electorado), de tal suerte que será particularmente importante atraer a las urnas a esos sectores, que difícilmente pertenezcan al arco de la derecha, pero que tampoco están satisfechos con la actitud asumida por partidos tradicionales de la izquierda.
No se trata pues solo de elegir un presidente, sino de echar definitivamente por tierra la herencia pinochetista, a la vez que se abriría sin duda una transición, quizás bastante prolongada, para implementar muy gradualmente cambios estructurales que el Chile de las mayorías espera. ¿Cuán larga será esa transición? Está por verse, y tendrá que ver directamente con las fuerzas que apoyan el triunfo de Boric. Si este se asienta en el apoyo de los reformistas de centro izquierda, la vieja y desgastada Concertación y demás sectores del “progresismo light” ese proceso será sin duda lento y largo. Si, por el contrario, las posibilidades de atraer el votante silencioso, que además se expresó de manera mucho más directa a lo largo de las protestas desde 2019, y en la misma constituyente, es probable que la fuerza de los cambios se recargue de energías callejeras, abriendo un panorama más prometedor para Chile, pero también para la batalla geopolítica de la región.
Finalmente, en una rápida mirada al Senado, los resultados de la elección muestran que los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta tendrán poco peso en ese órgano. Apruebo Dignidad de Gabriel Boric, tendrá cinco senadores. Dignidad Ahora con tres bancas y el Partido Ecologista Verde con dos, son aliados de Boric. Por su parte, el Frente Social Cristiano de José Antonio Kast, obtuvo un senador. El hoy oficialista Chile Podemos+ será la primera minoría con 24 bancas (subió cinco). La centroizquierda agrupada en el Nuevo Pacto Social (la antigua Convergencia) perdió cinco bancas y tendrá 18 lugares. Algo que los medios difícilmente rescatarán, es que por primera vez en 48 años el Partido Comunista de Chile contará con representación en esa cámara, dos senadores comunistas estarán pues, haciendo historia en el país.