Política exterior del gobierno Bukele: del peor lado de la historia

El 2 de noviembre, el gobierno salvadoreño desconoció oficialmente a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. La Canciller, Alexandra Hill Tinoco, había afirmado no mucho antes, en su discurso en la OEA donde anunció el desconocimiento del gobierno del presidente Maduro, que El Salvador se había colocado “del lado correcto de la historia”, calcando palabras del embajador de EEUU en El Salvador, y del propio presidente Trump.

La administración Bukele dio al cuerpo diplomático de aquel país un plazo de 48 horas para abandonar El Salvador, al tiempo que reconoció como “presidente encargado” a Juan Guaidó, un personaje al que nadie eligió en las urnas para un cargo presidencial y cuya legitimidad solo está respaldada por un puñado de naciones, gracias al chantaje ejercido desde Washington a socios dependientes y naciones aliadas, claramente gobernadas por la derecha.

El presidente Bukele se subordina una vez más a la política exterior de Estados Unidos. La acusación contra Nicolás Maduro de violar los derechos humanos esgrimida como excusa por Washington para montar su ofensiva política, económica y diplomática contra la República Bolivariana de Venezuela ya fue desmentida por 153 países que el 17 de octubre escogieron al Estado venezolano para ocupar un cargo en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. En su intento de justificación el presidente Bukele aseguró que la expulsión de los diplomáticos venezolanos es coherente con el rechazo a Maduro, expresado por su Gobierno en foros como la Organización de Estados Americanos, OEA.

Con esta decisión, y en apenas 5 meses de gestión, la administración salvadoreña da un nuevo paso en el camino de entrega de la soberanía nacional, dependencia y subordinación abierta de la política exterior de El Salvador a los intereses y dictados de Washington.

Este incidente, provocado sin que medie razón o provocación alguna por parte del gobierno venezolano no fue, sin embargo, un hecho fortuito o casual. Por el contrario, vino a confirmar un patrón de comportamiento del gobierno derechista que asumió la presidencia el 1 de julio recién pasado, luego de llevar adelante una campaña proselitista que buscó desde el primer momento confundir al electorado utilizando un discurso seudo izquierdista, disfraz necesario para ocultar su verdadera naturaleza profundamente derechista, con un programa económico neoliberal dependiente del gran centro de dominación al que le rinde cuentas incondicionalmente.

La breve historia del gobierno Bukele en politica exterior muestran esa clara tendencia.

Desde antes de asumir Bukele  el gobierno eran manifiestas sus amenazas hacia Venezuela, Nicaragua, Cuba y otros países con los cuales los gobiernos del FMLN habían sostenido relaciones cordiales y ajustadas a derecho internacional. La apertura de las relaciones diplomáticas con China, materializadas al final de la administración Cerén fue incluso cuestionada y puesta en duda por el aún presidente electo, que ya empezaba a mostrar sus cartas.

De particular notoriedad resultó la indigna expresión de la Canciller salvadoreña, Hill Tinoco, a poco de ser designada al cargo, cuando señaló ante los medios, en relación a EEUU, que “no se muerde la mano de quien te da de comer”, dejando explícita la decisión oficial de “no molestar” a Washington.

Este mismo gobierno jamás criticó las violaciones de la administración Trump a los derechos de personas migrantes de nacionalidad salvadoreña, incluyendo a niñas y niños que han sido prácticamente enjaulados, ni tampoco ha reaccionado ante denuncias de abusos sexuales contra niñas y niños detenidos en esas condiciones infrahumanas en la frontera estadounidense con México.

Ese alineamiento con Washington se ejemplifica también en los espurios acuerdos migratorios que afectan la soberanía nacional de El Salvador y ponen en riesgo la estabilidad de sus migrantes en Estados Unidos. Efectivamente, el acuerdo firmado por la Canciller Hill en Washington acepta la designación de El Salvador (uno de los países mas inseguros del planeta) como “Tercer país seguro”, es decir apto para recibir temporalmente solicitantes de asilo que lleguen a la frontera estadounidense, pero que deberán aguardar la decisión de aquel país en uno “Tercero seguro”. El mismo acuerdo, que demanda un particular servilismo, han  firmado, de manera obligada por el chantaje de “ayuda económica” para la región, Honduras y Guatemala.

Aunque parezca de ciencia ficción esto lo aceptó el gobierno de Bukele de parte de EEUU, a cambio de… ¡nada! Ningún tipo de seguridad para los migrantes originados en El Salvador, mucho menos para los llamados Dreamers o aquellos bajo un estatus de estadía provisional como el TPS. Nada. Solo la vaga promesa de futuras inversiones en la medida que los planes de EEUU para la región se vayan cumpliendo.

Es en este marco de absoluta subordinación que se comprende una medida tan a contrapié con la historia como el reconocimiento de un personaje caído en desgracia en la propia Venezuela, con una oposición dividida, y prácticamente sin bases en su país. A esto debemos agregar, a nivel continental, síntomas que indican una situación de movilización y ofensiva popular, que están haciendo retroceder proyectos neoliberales a través de la resistencia de los pueblos en las calles, o en eventos electorales. Tales los casos de  movilización y resistencia popular en Chile, Haití, Ecuador y Honduras, o los de Argentina, con la dura derrota sufrida por un aliado incondicional de Trump como Mauricio Macri, o en Colombia donde el Uribismo sufrió una grave derrota nacional. Es en esas circunstancias que las fuerzas conservadoras mas extremistas de EEUU deciden jugar “la carta Bukele” y generar una virtual ruptura de relaciones de El Salvador con un país amigo, para reconocer a este oscuro personaje en un intento de equilibrar un balance en descomposición .

En El Salvador, desde el mismo día del anuncio, las organizaciones sociales y populares han permanecido a las puertas de la sede diplomática de la República Bolivariana de Venezuela, resguardando su patrimonio mientras un grupo de delegados de esas mismas organizaciones solidarias se mantiene dentro del predio, propiedad del Estado Venezolano.

Tras el anuncio de parte de Nayib Bukele indicando que estaba a la espera de los representantes de Guaidó, para recibir de ellos “cartas de acreditación diplomática”, se abre un abanico de posibilidades para el desenlace  del conflicto en torno a la sede y su control. Puede darse un desenlace como el de Washington DC, con el asalto por fuerzas que tendrían en ese caso el carácter de “agresoras del territorio venezolano, o bien los representantes del autoproclamado presidente pueden permanecer en algún espacio asignado por el gobierno de El Salvador para que funcione simbólicamente.

En la práctica su funcionalidad resultará inútil, en la medida que el poder administrativo y consular (para visados, constancias o cualquier otra documentación oficial) deberá ser referido a los países de la región que sostienen relaciones normales con la RBV, como es el caso de la vecina Nicaragua.

El gobierno neoliberal de Nayib Bukele, en estos tiempos de lucha y resistencia de los pueblos, que logran objetivos como la liberación de presidente Lula, la resistencia al fascismo golpista en Bolivia, la tenacidad del pueblo chileno decidido a sacudirse la opresión neoliberal, una Argentina esperanzada en la reconstrucción a partir de diciembre, y un Ecuador y un Haiti en movilización  y lucha, el recién estrenado gobierno Bukele se coloca vergonzosamente del peor lado de la historia, el de la sumisión al yugo que nuestros hermanos del continente se van quitando a fuerza de lucha y resistencia.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s